Crisis cambiaria en Venezuela: el bolívar se devalúa frente al dólar y crece la preocupación de los ciudadanos

Cerró una de las semanas más convulsas en materia cambiaria en el país caribeño

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Personas pasan frente a una tienda de comestibles con carteles que anuncian los precios de los alimentos, en Caracas (REUTERS/Leonardo Fernández Viloria)
Personas pasan frente a una tienda de comestibles con carteles que anuncian los precios de los alimentos, en Caracas (REUTERS/Leonardo Fernández Viloria)

Cierra una de las semanas más convulsas en materia cambiaria. El tipo de cambio Bs/$ subió 34% durante esta semana y cerca de 50% en las últimas dos. Este incremento ocurre después de cierta estabilidad que duró algunos meses. El gobierno se había mostrado disciplinado en su gasto fiscal, por lo que no había tenido el incentivo de financiar dicho gasto vía expansión monetaria. Lo visto estas dos semanas sale de ese contexto.

La expansión de la base monetaria durante la semana que cerró el 19 de agosto fue 36%. El gobierno pareciera haber inyectado un monto importante de gasto fiscal durante esa semana, y probablemente se realizó, no con recaudación de impuestos u otra vía sana de financiamiento, sino con emisión de dinero por parte del Banco Central de Venezuela.

A esto se suman otros dos hechos. El gobierno decidió extraer liquidez a través de bonos indexados en $, los cuales tenían cupones alrededor de 16%. Esos bonos eran en bolívares y su colocación no tuvo éxito. Por otro lado, el Banco Central venía asignando cuotas estables de divisas en lo que va de año, pero tanto la semana pasada como en esta, esa asignación bajó de forma significativa. Además, la vía de asignación cambió, al pasar de una con un tipo de cambio fijo a comienzos de semana, a otra vía subastas a lo largo de la semana, igual con un monto inferior al que se tenía en semanas y meses previos.

Un lugareño muestra billetes de la moneda venezolana, el bolívar, en una plaza de Caracas (REUTERS/Iván Alvarado/Archivo)
Un lugareño muestra billetes de la moneda venezolana, el bolívar, en una plaza de Caracas (REUTERS/Iván Alvarado/Archivo)

Hay un tercer factor que hay que asomar: las expectativas de la gente. Después de salir de un episodio tan hostil como la hiperinflación, los ciudadanos son más cuidadosos, el miedo y la angustia afloran de manera más rápida. Al notar e intuir lo que ocurría, la respuesta de los agentes económicos retroalimenta y hasta exacerba el movimiento del tipo de cambio, hay más emocionalidad que racionalidad. El resultado fue claro y muy duro para la gente.

La sensación es que nos falta mucho más para tener un sistema monetario y cambiario estable. ¿Institucionalidad? ¿Recursos? ¿Nuevos diseñadores de políticas económicas? ¿Cambio de liderazgo? ¿Todo lo mencionado?. Difícil responder en estos momentos.

Todo esto coincide cuando la tasa de crecimiento económico daba claras señales de estar ralentizándose. Que ese impulso inicial se perdía. Al igual que lo monetario y cambiario la sensación es que falta algo. Acá entra en juego lo político, porque hay una evidente indivisibilidad entre lo económico y lo político. Quizás la solución final esté en un verdadero cambio, uno que involucre a un liderazgo claro de las modificaciones al sistema que hay que hacer, que esté consciente de la necesidad de desconcentrar el poder de la presidencia, de transformar al Estado patrimonialista a uno que juegue un rol esencial en apoyar al ciudadano en su desarrollo pleno, no asumiéndolo como víctima sino como un individuo digno y capaz de valerse por sí mismo. Uno que rediseñe por completo la relación Ciudadano-Estado-Petróleo que hoy tenemos. Uno que realmente sea funcional para el venezolano.

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