
Aproximadamente el 80% del envejecimiento de la piel se debe a la exposición solar. Es lo que se conoce como fotoenvejecimiento y se debe a que las personas que no usan protección solar diaria envejecen un 25% más que las que sí la utilizan. Pero el sol no es único causante de la pérdida de vitalidad cutánea, nuestras emociones también pueden influir.
La piel siente, transpira y tiene necesidades propias. Actúa como una barrera activa entre nuestro cuerpo y el medioambiente al protegernos de la acción de elementos nocivos.
Sin embargo, también hay agentes internos que afectan la salud cutánea. La piel es un reflejo de lo que sucede en nuestro interior, desde factores como la alimentación y la hidratación hasta nuestro bienestar emocional. Nuestro estado de ánimo repercute en la dermis, emociones cotidianas como el estrés, la angustia o el enojo favorecen el envejecimiento.
1 - Estrés

El estrés es un factor que acelera el envejecimiento de la piel, aunque todavía está en estudio el mecanismo por el cual sucede. Algunos datos señalan que el estrés induce una disminución en la permeabilidad epidérmica y un deterioro de la función barrera y de su reparación. Según un estudio de la Universidad de California, el estrés constante puede provocar una reducción en los niveles de klotho, la hormona encargada de regular el envejecimiento y la sobreproducción del cortisol.
En el mismo sentido, una discusión o un episodio traumático pueden provocar manchas o ronchas similares a una reacción alérgica. El doctor Daniel López Rosetti explicó a Infobae que en realidad no se trata de alergia en sí misma: “En el cerebro hay un área que se llama hipotálamo y es el hipotálamo el que genera una sustancia que se llama CRH (por sus siglas en inglés, corticotropin-releasing hormone), cuando uno se estresa, o cuando discute con alguien o se pone nervioso y esa sustancia hormonal fluye a través de la sangre y se distribuye por todo el cuerpo y llega a las células que se llaman mastocitos, que están abajo de nuestra piel, la cara, en todo el cuerpo”.
Cuando la hormona CRH llega a esas células hacen que esas células liberan histamina, y la histamina es una sustancia que genera ronchas, lo mismo que pasa con las reacciones alérgicas. Pero en estos casos no se desencadena por alergia a una sustancia, sino por una reacción emocional frente a una circunstancia, por ejemplo una discusión.
2 - Enojo

La ira es una emoción difícil de manejar y, en la mayoría de los casos, este sentimiento negativo impacta directo en nuestra piel. Por la tensión que genera en los músculos del rostro y porque así como sufre nuestro cuerpo, sufre nuestra piel.
El enojo reiterado puede favorecer la aparición de manchas, aumentar la sensación de picazón o provocar enrojecimiento.
Un estado reiterado de emociones negativas como el enojo y la ira pueden generar urticarias en la piel: aparición de ronchas, angioedema o hinchazón de la piel y una fuerte picazón.
3 - Angustia

La tristeza y la depresión frente a situaciones difíciles impactan en nuestra salud y bienestar general. Cuando se pierde el equilibrio emocional hay consecuencias en el cuerpo y la piel no es ajena a estos factores. Cuando estamos angustiados se “nota en la cara”, esas señales son la aparición de ojeras y de un color grisáceo u opaco en el rostro.
La angustia causa trastornos de sueño porque el estado de alerta e incertidumbre dificulta el buen descanso. La piel se regenera durante el sueño. Dormir poco implica no darle también a la piel el merecido descanso. Pero además, mientras dormimos, se descartan células muertas. Estas células se acumulan en la funda de la almohada y, si no se lava con frecuencia, se convierte en un paraíso bacterial.
Las ojeras aparecen como una coloración más oscura que el resto de la piel, por debajo de los ojos, pueden presentarse en tonos marrones, rojizos o morados. Las ojeras también aparecen por una mala alimentación, por fumar o por causas hereditarias, sin embargo en las personas con estados depresivos suelen ser más sobresaliente. El desánimo provoca un cambio de tono en la superficie cutánea, a medida que crece la tristeza, la piel se vuelve más opaca.
Una rutina de cuidado de la piel simple pero regular ayuda a purificar las capas superficiales de cualquier acumulación de polución, y también protege la piel de las agresiones externas responsables de la misma. Es importante comenzar con un limpiador para eliminar cualquier contaminante, suciedad o maquillaje que esté en la piel, antes de continuar con los productos que se centran en la hidratación y la protección.
Siempre es importante consultar a un dermatólogo para evaluar los cuidados y tratamientos convenientes en cada caso.
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