Cómo Instagram se convirtió en la nueva librería de centennials y millennials

Bookstragramers, cuentas de usuarios que se dedican a criticar obras literarias, e “Instanovels” son solo algunos de los fenómenos que se dan en esta red social. De qué manera los jóvenes comenzaron a volcar su apetito literario en los “feeds” y las “stories” de Instagram

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Los hábitos cambian conforme pasa el tiempo, lo mismo sucede con los libros y las nuevas generaciones (Shutterstock)
Los hábitos cambian conforme pasa el tiempo, lo mismo sucede con los libros y las nuevas generaciones (Shutterstock)

Los jóvenes de las nuevas generaciones nacieron ya con un contacto instantáneo e intuitivo con los medios digitales. Utilizan las plataformas para expresarse de manera más colectiva, global e inclusiva. Buscan mostrar sus gustos y conectar con aquellos que los compartan.

Y es que las redes sociales influyen directamente en la vida de casi todos los individuos. Su ascenso de popularidad a mediados de la década de 2000 revolucionó la forma en la que los seres humanos se comunican y comparten información, como individuos y como sociedad. Y aunque sean subestimadas, las plataformas pueden potenciarse y ser una herramienta de desarrollo personal.

También reemplazaron muchos espacios “del mundo real”. Como sucedió con los videoclubs, adonde la persona concurría a alquilar películas que fueron desapareciendo de a poco con las plataformas de streaming. Esto se repite en varios escenarios.

Algo parecido está ocurriendo con los libros. Y es que hoy las nuevas generaciones tienden a utilizar Instagram como una librería o un club de lectura. Acuden a bookstagramers o a cuentas especializadas en literatura para conocer autores emergentes, para recibir recomendaciones de clásicos literarios y también para enterarse de las críticas de las novedades.

A pesar de que son cada vez más los que prefieren lo online, aún existen fanáticos que apuestan al libro en formato de papel (Shutterstock)
A pesar de que son cada vez más los que prefieren lo online, aún existen fanáticos que apuestan al libro en formato de papel (Shutterstock)

Los hábitos de los lectores vienen cambiando hace años. Quizás uno de los momentos claves fue con el lanzamiento del Kindle en noviembre de 2007, que les permite a los usuarios bajarse muchos libros a un solo dispositivo. Una librería entera en la mochila. Lo presentaron como un nuevo descubrimiento que revolucionaría la vida de los lectores. Y así fue. La respuesta inicial fue prometedora, y el primero se agotó en menos de seis horas.

Hoy, a 12 años de su lanzamiento, Instagram se impone como una plataforma también abocada a las letras. De hecho, desde el nacimiento de las primeras redes sociales en 2010, el hashtag #Bookstagram se utilizó más de 34 millones de veces mientras que el de #Kindle tan solo aparece 2,5 millones de veces.

En Argentina, un estudio llamado La lectura en los jóvenes, ¿una batalla perdida? reveló que la dicotomía online y offline no los representa. Ellos utilizan el Kindle como soporte, meintras que los booktubers y bookstagrammers incentivan a la lectura; son distintos canales ganados para el mundo de la lectura en los jóvenes.

El auge de la lectura en Instagram

En diferentes cuentas, los usuarios comparten sus libros preferidos y los que odiaron: son clubs de lectura online. Un claro ejemplo de ello es una de las cuentas con más cantidad de seguidores, @subwaybookreview, de Nueva York, que documenta lo que lee la gente en el subterráneo, una de las redes de transporte más utilizadas en el mundo. Seis años más tarde, la cuenta se expandió y tiene colaboradores en ciudades de todo el mundo, como Berlín, Santiago de Chile y Lahore. De este modo, las personas buscan títulos, leen las críticas y opiniones de los demás sobre el libro.

Al igual que la cuenta neyorquina existen muchas que se dedican tanto a críticas como a recomendaciones. Uno de los grandes ejemplos en Argentina es el de @lagenteandaleyendo, con más de 58 mil seguidores, donde a través de publicaciones, la gente confiesa qué libro está leyendo en el momento, sus gustos, aquello que no volverían a leer, entre otras curiosidades personales.

Otra de las cuentas populares en este país es la de @leerargentinos, en donde comparten reseñas de literatura argentina y latinoamericana actual. Estas y muchas más son un claro ejemplo de cómo los clubs de lectura fueron mutando también a las redes sociales.

Lo cierto es que leer se reconoce como un capital muy relevante, asociado a lo personal y lo social, sin importar el formato en el que se haga.

Otra de las ideas revolucionarias recientes fue en agosto de 2018, cuando la Biblioteca Pública de Nueva York introdujo el concepto de las “instanovelas”, una iniciativa que permite a los usuarios leer clásicos literarios como Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, o La Metamorfosis, de Frank Kafka, a través de historias de Instagram, permitiendo que los usuarios vivan una experiencia literaria desde la pantalla de sus celulares. Efectivo o no, la cuenta de Instagram posee actualmente más de 410 mil seguidores.

Juzgar un libro por su portada

Hay cuentas en Instagram que se dedican a las críticas de los libros (Shutterstock)
Hay cuentas en Instagram que se dedican a las críticas de los libros (Shutterstock)

En la era de lo estético y de buscar el escenario perfecto para poder plasmarlo en redes sociales, son cada vez más las editoriales que tienen en cuenta las preferencias de los jóvenes en cuanto a la portada de un libro, ya que la mayoría de las compras las realizan de forma online, lo que únicamente permite al usuario ver la tapa y contratapa del ejemplar.

Y son muchos los que aún prefieren comprar el libro en formato papel y conectarse con la obra mediante una portada. Sin embargo, una encuesta a nivel nacional organizada por la Asociación de Diarios del Interior de Argentina realizada en el año 2016 a 1600 adolescentes entre 14 y 18 años, arrojó que sólo el 15% de ellos compran libros, mientras que sólo un 30% afirma leer libros no relacionados con sus estudios.

Cómo eligen los jóvenes

De acuerdo a la investigación, hay dos grandes perfiles que se diferencian por cómo los jóvenes se vinculan con la lectura, más que con cuánto leen. Estos son los que buscan y los que son encontrados. Aquellos que buscan son típicamente fomentadores y recomendadores y tienen una búsqueda más activa y autónoma. Los que son encontrados, aún no se autorizan a la exploración personal, y tienen un encuentro más casual y explícitamente guiado con la lectura.

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