La app Uber es más resistida en los países con mayor corrupción

Es una de las principales conclusiones a la que arribó el sitio Veja, que analizó cómo reaccionan los países ante la llegada del popular servicio de transporte

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(NA)
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Uber redefine el concepto de movilidad y transporte. Es disruptivo y como tal genera molestia. Al menos en aquellos sectores que se sienten afectados por la expansión de un gigante invisible. Uber es enorme porque está en 59 países.

Aunque también podría ser descripto como "imperceptible", porque no hay grandes oficinas ni un gran aparato burocrático detrás de este sistema. Y sus autos no están identificados de ningún modo en particular.

Está omnipresente. Y aunque su presencia pareciera no ser tan visible, su impacto se siente. Tanto se siente que su llegada al mercado generó manifestaciones -muchas con violencia– pidiendo que se prohíba el servicio.

Sus principales opositores son los taxistas que ven en este servicio una amenaza laboral. Hablan de competencia desleal, porque la aplicación no se rige por las mismas normas que ellos. Por empezar, para operar un taxi hay que comprar una licencia que ronda los 200 mil pesos. Y hay que sumar otros impuestos que contribuyen a que el servicio sea más caro.

Resultado: Uber termina siendo más económico para los usuarios. También se puede destacar que puede resultar más práctico y seguro porque el usuario puede ver los datos del conductor, así como el recorrido del vehículo, desde la pantalla del celular.

Otro de los puntos cuestionables de la aplicación es que los conductores no son choferes profesionales como los que emplea Cabify, otra app de transporte muy utilizada en todo el mundo. A raíz de esto, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires consideró que su actividad es ilegal y decidió prohibir el servicio.

Manifestantes contra Uber, en Buenos Aires (Adrián Escandar)
Manifestantes contra Uber, en Buenos Aires (Adrián Escandar)

¿Hay que modificar la ley para que Uber y otras apps similares sean legales? Después de todo, tiene sentido que la aplicación no se ajuste a normas que se crearon cuando los teléfonos inteligentes eran sólo producto de ciencia ficción. ¿Tiene sentido prohibir este tipo de innovación per se? ¿No sería mejor redefinir conceptos?

El desembarco de Uber en la mayoría de las ciudades fue con turbulencias. Ocurrió desde que se lanzó el servicio, en 2009, en San Francisco. En algunos lugares la transición del repudio a la aceptación fue más traumática que en otros. Y en algunos todavía no logró ingresar.

El sitio Veja decidió analizar cómo fue la llegada de la aplicación en diferentes sitios y vinculó esto con los niveles de corrupción e injerencia del Estado. El análisis, que abarcó a 20 países, derivó en el "índice Uber".

La conclusión es que en aquellos lugares donde hay más corrupción y burocracia, la reacción a Uber, ya sea en forma de prohibición o protesta, fue más intensa. Y viceversa.

 
Un auto de Uber quemado en Bogotá, Colombia
Un auto de Uber quemado en Bogotá, Colombia

Los países que mayor resistencia mostraron son India, China y Brasil, según destaca el sitio. En este último, la Cámara de Diputados nacional aprobó recientemente el proyecto de ley que autoriza el uso de aplicaciones de transporte urbano y delegó su legalización a los municipios. Ahora falta que el texto sea aprobado por el Senado para luego recibir la sanción por parte del presidente, Michel Temer.

Japón, Nueva Zelanda y Estados Unidos aparecen como las naciones que más favorables se mostraron a la llegada de la aplicación. De hecho, el 56% de los lugares en donde opera Uber se encuentran en Estados Unidos.

Entre las excepciones a la regla se destaca a Alemania, un país que no tiene altos índices de corrupción pero donde "la fuerza extrema de los sindicatos y de una política de Estado benevolente (características típicas de la mayoría de los países europeos) alimentó las protestas y dio lugar a la aplicación de la prohibición".

Otros países europeos que, desde un comienzo, pusieron trabas a la operación de Uber y que no mencionan en el informe son Suiza, Portugal y Alemania.

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México es otra excepción.  A pesar de ser un país con altos problemas de corrupción, se mostró proclive a aceptar a la app. De hecho, Ciudad de México fue la primera de América Latina en regular el servicio. Se estableció que los conductores paguen un 1,5% por cada viaje además de una tarifa anual.

En Uruguay, por su parte, la Junta Departamental de la Intendencia de Montevideo también decidió regular el servicio.

El repudio a la disrupción no es nuevo. La imprenta, la máquina a vapor, el voto femenino, el fin de la esclavitud. Los grandes inventos y cambios de paradigma siempre fueron vistos con reticencia por el sistema establecido.

El desafío al statu quo genera miedo, dudas, resistencia. Quizás, en vez de prohibir el cambio, de oponerse a la innovación, sea conveniente pensar cómo regular los nuevos negocios digitales, desde una mirada integradora, para que sigan avanzando pero sin causar estragos.

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