Avalancha antisemita

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Un hombre judío camina cerca del área donde 5 personas fueron apuñaladas en la casa de un rabino en Monsey, Nueva York, EE.UU., 29 de diciembre de 2019. REUTERS/Eduardo Muñoz TPX IMÁGENES DEL DÍA
Un hombre judío camina cerca del área donde 5 personas fueron apuñaladas en la casa de un rabino en Monsey, Nueva York, EE.UU., 29 de diciembre de 2019. REUTERS/Eduardo Muñoz TPX IMÁGENES DEL DÍA

La Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) determinó en 2016 que el antisionismo y el antiisraelismo son formas de antisemitismo, a través de seis declaraciones:

  1. Culpar a los judíos como pueblo o a Israel, como Estado, de inventar o exagerar el Holocausto.
  2. Acusar a los ciudadanos judíos de ser más leales a Israel, o a las supuestas prioridades de los judíos en todo el mundo, que a los intereses de sus propios países.
  3. Denegar a los judíos su derecho a la autodeterminación, por ejemplo, alegando que la existencia de un Estado de Israel es un empeño racista.
  4. Aplicar un doble rasero al pedir a Israel un comportamiento no esperado ni exigido a ningún otro país democrático.
  5. Usar los símbolos y las imágenes asociados con el antisemitismo clásico (por ejemplo, las calumnias como el asesinato de Jesús por los judíos o los rituales sangrientos) para caracterizar a Israel o a los israelíes.
  6. Establecer comparaciones entre la política actual de Israel y la de los nazis.

Sabemos pues que el objetivo de los grupos judeofóbicos es establecer que odiar a los judíos o al Estado de Israel no es antisemitismo y que el IHRA ha definido el tema en contrario.

En este contexto, durante los últimos días se han producido en varios países, incluida la República Argentina, acciones judeofóbicas y antisemitas a las que no se les ha prestado la debida atención.

En Estados Unidos, la semana pasada y sólo durante 48 horas, se produjeron cuatro atentados. El primero de ellos contra dos niños de 6 y 7 años en Brooklyn, otro contra un judío ortodoxo atacado al grito de “bastardo judío”, un tercero en Miami y el cuarto en donde un grupo de jóvenes afroamericanos golpearon duramente a un hombre judío.

El rabino Chaim Rottenberg es visto en un vehículo patrulla cerca de su residencia en Monsey, Nueva York, EE.UU., el 29 de diciembre de 2019. REUTERS/Jeenah Moon
El rabino Chaim Rottenberg es visto en un vehículo patrulla cerca de su residencia en Monsey, Nueva York, EE.UU., el 29 de diciembre de 2019. REUTERS/Jeenah Moon

Informes de prensa indican que más de una veintena de tumbas de un cementerio judío de Eslovaquia fueron profanadas en el mes de diciembre al igual que unas cincuenta tumbas del cementerio de Namestovo en la zona de Zilina.

En Grecia, durante un partido de básquet en este mes, entre el AEK Atenas y el Hapoel Jerusalén, los fanáticos del local quemaron banderas de Israel mientras ondeaban las de Hamás y Hezbollah, organizaciones terroristas reconocidas mundialmente y que han asesinado decenas de judíos en el mundo.

Volviendo a Estados Unidos, se registraron ataques antisemitas en una sinagoga de Beverly Hills que golpearon a estudiantes judíos en una universidad de Indiana y que atentaron en un supermercado kosher de Nueva Jersey asesinando a seis personas.

Sin embargo, eso no es todo. En el metro de París golpearon salvajemente a un joven israelí por hablar en hebreo, profanaron 100 tumbas en uno de los cementerios judíos de la capital francesa y un rabino que caminaba por las calles de Londres resultó salvajemente golpeado mientras le gritaban “matemos a los judíos”.

Escribiendo esta columna fui sorprendido con otra grave noticia: mientras en una sinagoga de Nueva York se celebraba Januka, un sujeto atacó a los feligreses hiriendo de gravedad a cinco de ellos.

Mientras tanto en nuestro país, se tuvo que suspender la final de futbol de FACCMA, la federación que nuclea a las organizaciones deportivas judías de la Argentina, que se debía jugar en la cancha de All Boys por amenazas de la barra brava. Por su parte, en un colegio de San Juan los estudiantes realizaron una parodia del Holocausto que resultó premiada por la docente a cargo y profesores de la universidad de Cuyo debieron ser apartados de sus cargos por los contenidos judefóbicos de sus redes sociales.

Suena abrumador lo que está sucediendo, y lo es, pero puede ser peor si no le prestamos atención a las afirmaciones de los políticos nacionales.

Los hay periféricos como Santiago Cúneo, quien días pasados twitteó: “Nuestros hijos crecen con el ateísmo mediático impulsado por los ortodoxos sionistas que asesinan palestinos”.

A su vez, el diputado Leopoldo Moreau también expresó en redes sociales que “el invento del asesinato de Nisman fue una de las operaciones de marketing mejor concebida a nivel global. La empujaron el Estado de Israel, la derecha norteamericana, los fondos buitres y los socios locales de ese club”, y agregó al cumplirse un año de la muerte del excanciller Héctor Timerman: “Bonadío, la derecha norteamericana, la DAIA del PRO y Clarín lo persiguieron y lo mortificaron. No olvidar”.

Sabemos que el diputado Moreau, hace un par de años, también intentó cuestionar el trabajo del diputado Waldo Wolff por lo que él llamó doble lealtad por ser judío y reconocidamente partidario del sionismo.

Justamente Wolff este fin de semana fue víctima de una operación política que intentó involucrarlo en el uso indebido de fondos de la Cámara de Diputados por operadores políticos. Esa pretendida malversación de recursos la habría utilizado en actividades en el exterior ligadas a su condición de judío. La judeofobia manifiesta contra el diputado de la Provincia de Buenos Aires es tan burda como explicita y busca enviar un claro mensaje: los judíos son responsables de doble lealtad y malversan fondos públicos en beneficio de Israel y los judíos. Lamentable.

Definitivamente el antisemitismo en cualquiera de sus formas está en las puertas de nuestras casas, agazapado y no tanto, para estigmatizar a los judíos de ser los responsables de cuanto mal suceda en la humanidad. Ese es sólo el borde del precipicio. Allí aguarda la degradación de los derechos humanos y la pérdida de libertades básicas, que es el fin último de los totalitarios, y debe comprenderse que los antisemitas son totalitarios. Pueden ser de derecha, de izquierda, musulmanes, cristianos e incluso judíos, pero con un signo común: son odiadores seriales.

Las fuerzas libres del mundo no pueden ni deben dejar pasar por alto esta situación porque no es menor esta avalancha antisemita.

*El autor de esta columna es presidente de la Organización Sionista Argentina.