
Rusia, con una economía cada vez más desgastada por la guerra, meterá la mano en 2026 en el bolsillo del contribuyente para financiar la campaña militar en Ucrania, mientras se deteriora su industria y su mercado interno, dominado cada vez más por China.
“La prioridad estratégica es garantizar la financiación de las necesidades de la seguridad y la defensa del país, así como el apoyo social de las familias que participan en la operación militar especial (guerra de Ucrania)”, rezaba la nota publicada por el Ministerio de Finanzas ruso cuando se dio a conocer la subida del 20 al 22 % del IVA para el próximo año.
Además, la alicaída economía está dejando por el camino industrias como la metalúrgica y la energética, donde está especialmente en crisis el sector hullero.Mientras tanto, a pesar del aumento de precios, caída de la inversión y de la demanda, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha decidido seguir por el momento con la campaña militar y aplazar las negociaciones de paz hasta lograr sus objetivos.
De hecho, al reunir el jueves al Consejo de Estado, aseguró que los rusos entenderán y apoyarán el aumento de los impuestos, siempre que el Estado cumpla con sus obligaciones sociales y garantice la seguridad del país.Crisis de los pesos pesadosLos sectores del petróleo, el gas, el carbón y la metalurgia están en crisis y también lo están grandes corporaciones estatales como la nuclear Rosatom, la hidroeléctrica RusHydro y la de ferrocarriles RZhD.
A causa de las últimas sanciones estadounidenses contra las dos mayores petroleras rusas -Rosneft y Lukoil-, volvieron a caer un 35 % en noviembre los ingresos por las exportaciones de crudo y gas y se espera que desciendan otro 50 % para diciembre.
Sin embargo, las autoridades tampoco pueden permitirse un rescate a través de inyecciones de capital debido a la alta inflación y los denodados esfuerzos para bajarla, cuando ya han sacrificado casi por completo el clima de inversión en el país.
De este modo, “Rusia entrará en 2026 con sectores clave estancados, pero mantendrá su objetivo principal de bajar los altos índices de inflación”. “La dinámica de la economía ahora mismo es de casi cero. Es un coche en punto muerto con el motor encendido, como es el caso de la industria militar, que funciona a plena potencia”, comentó la economista de Carnegie, Alexandra Prokopenko.
Esta misma semana, el vice primer ministro ruso, Alexandr Nóvak, admitió que Rusia no saldría de su actual estancamiento económico hasta 2027, después de que el Ministerio de Economía pronosticara un crecimiento del 1 % del PIB para este año tras crecer un 4,1 % en 2024.
El Kremlin saca de donde puede
Las autoridades rusas ven caer los ingresos en las arcas públicas, pero no rebajan los gastos, sino que aumentan la carga impositiva sobre los ciudadanos, ya que ven a la población como un recurso más.
Además del IVA, subirán otros impuestos como aquellos sobre la renta de personas físicas y de sociedades, se eliminarán los beneficios fiscales para los autónomos y la mayoría de pymes, y aumentarán las tasas a los coches, a pesar de ser otro sector en deterioro.
Las empresas tecnológicas, por ejemplo, verán doblada su tarifa impositiva, del 7,6 % al 15 %.
También continuó este año la recaudación a través de la confiscación de activos privados, cifra que a mediados de año ascendía ya a 50.000 millones de dólares (cerca del 2 % del PIB nacional) tras la nacionalización de más de 100 activos desde 2022.

¿Qué se espera para 2026?
Las nuevas medidas fiscales pueden generar un efecto en cadena que lleve a una mayor caída de la demanda. El IVA aumentará los costes de producción, que junto con la crecida de las tasas impositivas, disparará los precios del producto final.
Según el economista opositor ruso Ígor Lipsits, los mayores afectados serán las pymes y defiende que estas medidas aumentarán la economía sumergida.“Es algo tradicional, cuando el Estado arrastra a Rusia al precipicio, mientras la gente corriente trata de salvarse escurriéndose de su mano”, señala.
Las pymes rusas están preocupadas por la situación, ya que los cambios afectan considerablemente a su negocio, que generalmente opera con márgenes de beneficios pequeños y cada vez lo tienen más difícil para competir con las empresas chinas.Mientras tanto, el fuerte rublo, que se fortaleció un 45 % a lo largo del año -una apreciación jamás vista en los últimos 30 años-, genera en realidad problemas para la economía militar, según Bloomberg.
Si la tendencia alcista continúa, el enfriamiento de la economía rusa podría derivar en estanflación, es decir, un estancamiento económico al mismo tiempo que una cuantiosa subida de precios.
De este modo, los expertos prevén que para el próximo año aumente la disputa entre las autoridades económicas que apoyan la fuerte política monetaria con el objetivo de bajar la inflación, como es el caso del Banco Central ruso, y los partidarios de rebajar el rublo para favorecer el clima de inversión, como la patronal rusa -el jefe de Nornickel, Vladímir Potanin, pidió este viernes un tipo de interés del 6 % frente al 16 % actual- y Sberbank, el mayor banco del país.
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