Cuál es la palabra para decir “olor a lluvia” y otras rarezas del español

La palabra para describir el olor a lluvia o tierra mojada proviene de investigaciones científicas

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El olor a lluvia sí existe y se da por sustancias químicas (foto:NuestroClima)
El olor a lluvia sí existe y se da por sustancias químicas (foto:NuestroClima)

La lengua española es uno de los idiomas con más vasto vocabulario en el mundo y por esta razón es casi imposible descifrar o saber cuántas palabras tiene. Sin embargo, la práctica cotidiana del español ha limitado de forma general el uso de todos sus significados por lo que sorprende saber que existan términos precisos para describir las cosas, personas o incluso hasta situaciones específicas de la realidad.

Una de las interrogantes que constantemente se hacen los amantes de las palabras y las personas en general es si existe el término preciso para hacer alusión al indiferenciable aroma que deja la lluvia. Sorprende saber que el significado proviene de la traducción, inexacta, del adjetivo en inglés «petrichor» y que en español se pronuncia preticor. Este significado fue creado y validado por el Oxford English Dictionary en 1964, según la Real Academia Española (RAE).

Ante la insistencia de las personas por saber cómo decir este olor tan peculiar la RAE publicó en su cuenta de Twitter el origen de la palabra en español y sorprende saber que es una interpretación de un adjetivo en inglés designado por una investigación científica.

El término Petrichor es originario de los estudios geológicos de los científicos australianos Isabel Joy Bear y R. G. Thomas. Apareció por primera vez en una famosa revista de investigación llamada Nature, edición 201, en 1964, donde se explicaba cómo es que se daba el olor a lluvia o más precisamente el olor de la tierra mojada.

La palabra preticor aparece en una de las revistas más importantes de divulgación científica (foto:Portada Nature/Wikipedia)
La palabra preticor aparece en una de las revistas más importantes de divulgación científica (foto:Portada Nature/Wikipedia)

En esta investigación se describe que este peculiar aroma se da gracias a aceites emanados de ciertas plantas durante periodos de sequía. El aceite es absorbido por la superficie de las rocas, especialmente las sedimentarias como por ejemplo las arcillosas, y al entrar en contacto con la lluvia se crea una reacción química junto a otra sustancia denominada geosmina, molécula producida por bacterias de distintos hongos. La mezcla de estas sustancias son esparcidas en el aire provocando el inigualable olor a lluvia.

Para los geólogos australianos estos aceites aromáticos ayudan a retrasar la germinación de las semillas y el crecimiento de las plantas con el fin de protegerlas y así evitar su desarrollo en temporada de sequía. Una función natural que permite la diversidad y la conservación de la flora. Esto indica que después de periodos grandes de sequía en zonas desérticas, el olor a tierra mojada o lluvia sea mayormente perceptible y penetrante. Sin embargo, otros ambientes no están exentos de este aroma particular por lo que es perceptible casi siempre que llueve.

Si bien la palabra petricor no tiene una base etimológica precisa, es posible relacionarla con el término procedente del griego petra «petra» ‘piedra’ y «īchōr» “liquido”. Esta última palabra usualmente se utilizaba para hacer referencia, en la mitología, como la sustancia que fluía por las venas de los dioses griegos. De ahí provienen palabras como licor.

La palabra petricor se suma al vocabulario de la lengua española desde su traducción en inglés y aunque no tenga un origen propio o exacto del latín, como la gran mayoría de las palabras en español, es necesario recordar que los idiomas son una mezcla de términos provenientes de otras lenguas que enriquecen el repertorio de significados y hacen posible describir de una mejor manera las cosas y la realidad de la cotidianidad como lo es el aroma a lluvia.

La Real Academia de la lengua Española es la encargada de “verificar” que las palabras en español sean validas en su uso cotidiano y aunque algunas no estén en su diccionario, el idioma esta en constante evolución y los adjetivos siguen sumandose a la larga lista de significados. Por ejemplo, en los dos últimos años la RAE agregó estas “extraños” términos a su repertorio:

Agiotismo: especulación abusiva.

Aniridia: falta congénita del iris del ojo.

Atarván: persona maleducada o de modales groseros.

Berceuse: composición musical al estilo de las canciones de cuna.

Brequear: moderar o parar con el freno.

Fascistoide: que tiende al fascismo o al autoritarismo.

Galdosista: perteneciente o relativo a Benito Pérez Galdós, escritor español.

Parafascista: que tiene semejanza con el fascismo o con lo fascista.

Ponqué (del inglés, pound cake): bizcocho, generalmente grande y de forma redonda, que puede estar relleno de frutas, crema, etc.

Sánduche: sándwich.

Veragua: moho que se forma en la ropa húmeda que no se tiende o no se ventila.

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