Coronavirus en México: quién pagará el inevitable costo político-electoral de la pandemia

Dependiendo de cómo manejen los gobernantes la emergencia ocasionada por el Covid-19, habrá un costo político en las elecciones intermedias de 2021

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FOTO: GALO CAÑAS /CUARTOSCURO
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A las múltiples consecuencias del Covid-19 en México como la pérdida de vidas humanas, la crisis en la que está sumergiendo al sistema sanitario y el golpe a la economía, la crisis del coronavirus también tendrá un impacto político y electoral inevitable.

De acuerdo con el periodista Salvador García Soto en su columna de El Universal, dependiendo de cómo manejen la pandemia los gobernantes de todos los partidos y de lo acertado o errático de sus decisiones, habrá un costo político en forma de votos de castigo o bien, un reconocimiento a sus gobernantes.

Recordó que estamos en el año previo a una elección estratégica, sobre todo para el proyecto político de Andrés Manuel López Obrador que se juega en los comicios del 2021 la mayoría de la Cámara de Diputados y 32 elecciones locales, en 15 de las cuales se definirá un nuevo gobernador.

Y hoy más que nunca, en medio de una crisis que pone en jaque a los gobiernos de todo el mundo con una recesión económica comparable sólo a la de 1929 y que exhibirá la efectividad y la capacidad -o la ineficiencia e incapacidad- de los líderes y gobernantes para proteger y rescatar a sus ciudadanos de los efectos de esta pandemia, los escenarios políticos también cambiarán cuando pase esta emergencia.

(Foto: Reuters)
(Foto: Reuters)

Al igual que el resto del mundo, México no estará exento de esos fenómenos sociales y políticos que causará el coronavirus. Se formará en nuestro país un caldo de cultivo electoral, a partir del cruce funesto entre crisis económica con crisis sanitaria, alertó el periodista.

El resultado de oleadas de desempleados por el cierre de empresas, sistemas de salud pública en crisis, pérdidas de seres queridos y la evaluación inevitable de cómo cada autoridad enfrentó la crisis y ayudó o no a sus ciudadanos, conformarán ese caldo de cultivo y de cómo se exprese políticamente al momento de votar en las urnas, lo que definirá el rumbo y el futuro político del país.

Por ahora, aún en medio de la contingencia, los políticos no dejan de hacer cálculos electorales.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, al definir la forma en que su gobierno responderá ante esta emergencia y los apoyos que otorgará con los recursos públicos, decidió apostar clara y decididamente a su base social y electoral más leal: los beneficiarios de sus programas sociales y asistenciales, señaló Salvador García Soto.

Adultos mayores, jóvenes sin empleo, madres solteras, campesinos y familias en pobreza, son los únicos a los que el presidente va a apoyar en esta emergencia, junto con los propietarios de changarros y negocios familiares, la mayor parte de ellos en la informalidad.

Foto: AP/Rebecca Blackwell
Foto: AP/Rebecca Blackwell

Por eso la clase media y los pequeños y medianos empresarios no entraron en los apoyos del gobierno, porque no son vistos como votantes seguros y más bien se les considera “opositores” y críticos del proyecto de la 4T, a pesar de que en el 2018, el voto clasemediero fue decisivo para el triunfo presidencial de López Obrador, recordó García Soto.

En Palacio Nacional señalan que hay 22 millones de beneficiarios de programas sociales, a los cuales le apuestan para ganar las elecciones en 2021. Esa estructura la piensan movilizar electoralmente a partir de 266 zonas regionales (divididas a partir de de los 300 distritos electorales) y 10,000 comités de base.

El periodista destacó que fuentes internas del gobierno aseguran que el presidente les había puesto una meta de 30 millones de beneficiarios para 2021, pero por problemas de operación e incluso algunos casos de corrupción que se detectaron en el manejo de los apoyos sociales, impidieron llegar a la meta e incluso -según las mismas fuentes- hasta le costaron el control de esa estructura al coordinador de Programas Federales, Gabriel García Hernández.

El único problema que tienen los cálculos felices que hacen en Palacio Nacional, es que para bajar esos votos y aterrizarlos en las urnas de 2021, necesitarán un partido nacional fuerte que hoy no tiene el presidente con Morena. Le ayuda mucho en estos momentos a López Obrador que hoy no se ve una oposición fuerte ni figuras o líderes opositores que estén surgiendo como un contrapeso.

FOTO: GALO CAÑAS /CUARTOSCURO
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Pero los opositores también hacen sus cálculos políticos a partir de lo que dejará el Covid-19. Ya antes de la emergencia sanitaria se estaba fraguando y negociando para el 2021, un polo opositor, una “mega-alianza” electoral entre el PAN, PRI, Movimiento Ciudadano y PRD, para enfrentar a Morena en los comicios intermedios; pero ahora, sin duda, el escenario que dejará la pandemia va a facilitar y a mejorar las perspectivas para esa coalición electoral que sí puede representar un riesgo real para López Obrador y su proyecto en los comicios intermedios, consideró García Soto.

El periodista señaló que aunque los dirigentes de los partidos opositores son los que comenzaron impulsando e intentando negociar el frente opositor, pero ahora también los gobernadores de oposición entrarán en escena y entonces el tema cobra otra dimensión.

Y es que, recordó, cuando Enrique Peña Nieto conformó su fuerza y su mediática candidatura presidencial a partir del apoyo de los gobernadores del PRI que hicieron un frente común para apoyar al mexiquense y derrotar al PAN en 2012.

El cálculo de la mega-alianza opositora es simple y su estrategia va por partes: primero, quitarle a Morena la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados en 2021, y a partir de ahí, en el 2024 “sacar a AMLO y a Morena de Palacio Nacional”.

Hace apenas unos meses, los mismos líderes opositores veían esos objetivos como “muy complicados”, pero hoy que la popularidad del presidente ha bajado y que sus decisiones y su actuación en esta pandemia ha sido tan errática, ya no lo ven tan complicado, destacó.

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