Consumir LSD y andar en bicicleta, así son las experiencias de quienes han seguido los pasos de Albert Hofmann

El 19 de abril se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta en honor al químico que descubrió los efectos de LSD

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Pedalear bajo los efectos del LSD puede tener diversas reacciones (Foto: Cortesía Angélica Villa)
Pedalear bajo los efectos del LSD puede tener diversas reacciones (Foto: Cortesía Angélica Villa)

Reconfortante y vibrante; sentir que la bicicleta es una extensión del cuerpo y que puedes volar. Quienes han estado bajo los efectos del LSD a bordo de una bicicleta como hizo el 19 de abril de 1943, Albert Hofmann -cuando comprobó los efectos psicotrópicos de esta sustancia pedaleando-, lo describen como algo casi mágico, pero para otros puede ser una auténtica pesadilla si exceden su dosis de consumo o atraviesan por un mal momento anímico.

Hace 76 años, el químico suizo se propuso comprobar los efectos de carácter psicotrópico de la Dietilamida del Acido Lisérgico (LSD) luego de que días antes la consumió por error y notó su reacción. Ingirió 0,02 miligramos y al cabo de unos minutos comenzaron las alucinaciones, mientras viajaba en bicicleta, debido a que la guerra había originado la prohibición del uso de vehículos motorizados.

Fue a raíz de ese suceso que a partir de los años 80, el profesor Thomas B. Roberts de la Universidad del Norte de Illinois decidió rendir un homenaje al descubrimiento de Hoffman proclamando el Día Mundial de la Bicicleta en esta fecha, aunque oficialmente la ONU lo celebra desde el año pasado el 3 de junio. Desde entonces, diversos ciclistas han decidido experimentar los efectos del LSD tal cual lo hizo el científico.

"Lo he hecho varias veces, la primera vez estaba en una fiesta, había comido ácidos pero también estaba borracha. Regresé a mi casa en bici pero hubo un momento en que me tuve que bajar porque además de que andaba mareada, sentía como si bailara la llanta, como si no fuera derecha. Pero otra vez estaba en Nicaragua viajando, rentamos unas bicis y nos comimos esa 'madre' (LSD), estábamos en una isla y dando el rol; sentí como si volara, como si las llantas no estuvieran y yo anduviera como flotando, sentía muchísima adrenalina y estaba muy feliz", cuenta Angélica Villa, una estudiante de antropología en la Universidad de Veracruz en Xalapa.

"La he probado varias veces y la verdad es que es más ligera la bici, todo es más vibrante –por el LSD, claro-. Pero yendo en la bici después de probar LSD es el viaje más chido que he tenido. Vas más ligero, sientes cómo cada parte de tu cuerpo está conectada a la bici, es muy divertido y reconfortante. Noto que soy menos agresiva cuando voy en LSD, es distinto a ir sobria, que voy pensando en '¡ay, los carros, las personas!'; lo que pasa con las drogas es que te relajas un poco, vas a en tu paseo infinito", coincide Itzia Vera, también estudiante de antropología en la capital veracruzana.

Solo había probado el LSD una vez y decidió repetirlo pero a bordo de su bici, rumbo a la zona arqueológica de Teotihuacán (Foto: Cortesía Luis Alejandro Carranza)
Solo había probado el LSD una vez y decidió repetirlo pero a bordo de su bici, rumbo a la zona arqueológica de Teotihuacán (Foto: Cortesía Luis Alejandro Carranza)

Un 'malviaje' en Teotihuacán

Pero no siempre las experiencias con el LSD son gratificantes, pues depende de diversos factores que algunos consumidores puedan rozar altos niveles de felicidad o lo contrario, con episodios nada gratos al estar bajo los efectos de esta sustancia, pues estos dependen de la cantidad que se administre, la personalidad, el estado de ánimo, expectativas o predisposición, así como el entorno en que se use, o hasta interacciones con medicamentos y alimentos, como los antidepresivos y el ajo.

"Van a tener una experiencia casi mágica, tu cerebro se abre en otros aspectos, otras dimensiones que con la rutina diaria nunca se logran, a través del LSD todo se vuelve más bonito, mucho más que con la marihuana que es más letargo; con el LSD en verdad es como ir volando bajito en la bici. Pero yo recomendaría estar con alguien con quien se sientan seguros, porque luego dan 'malviajes' y hay personas que les pega más fuerte o depende el cuadro cuántas micras tengas, se necesita una mente muy tranquila y saber que va a cambiar tu percepción hasta las alucinaciones", explica Vera Vargas de 31 años.

Así le pasó a Luis Alejandro Carranza, un mensajero de 34 años que decidió pedalear junto con un grupo de ciclistas hasta Teotihuacán, una zona arqueológica en el Estado de México a unos 45 kilómetros de la capital mexicana, bajo los efectos de esta sustancia.

"Fue una experiencia desagradable porque no medí bien la cantidad. No estaba muy bien informado acerca de los gramos que tenía que tomar para evitar caer en un 'malviaje', entonces mi experiencia fue que lo tomé y empecé un viaje de la Ciudad a Teotihuacán. La mayoría del viaje fue súper cansadísimo, muy largo, empecé a perder la percepción de la vista, todo se hacía más lejano, me sentí muy cansado, pesadísimo el pedaleo, creí jamás iba a llegar, al final hice dos horas a un ritmo medio, pero el transcurso estuvo horrible", comenta Carranza, quien lleva 10 años usando la bicicleta como su medio de transporte y había consumido apenas por segunda vez el LSD en esa ocasión.

"La sensación me obligaba a pedalear más atento de lo normal, sentía que todo se movía, todo era como una visión como si no fuera el piso sólido y hubiera olas en el piso. Lo intenté una segunda ocasión y fue menor cantidad de sustancia y solo tuve la sensación de euforia, como de energía, ya tenía experiencia y no me metí más, solo fue un cuarto de cuadrito y tuve para llegar más relajado, el trayecto fue más corto, de mi casa al centro y de regreso, me sentía con mucha euforia", añade.

Utilizan la bicicleta como su medio de transporte (Foto: Cortesía Itzia Vera)
Utilizan la bicicleta como su medio de transporte (Foto: Cortesía Itzia Vera)

Efectos impredecibles 

La Dietilamida del Acido Lisérgico, una sustancia alucinógena o psicodélica perteneciente a la familia de las triptaminas; se extrae químicamente del cornezuelo del centeno, un hongo parásito que crece sobre el grano, o se sintetiza químicamente a partir de la ergolina. Sus efectos son impredecibles, ya que su mecanismo reside en la alteración de la serotonina sobre el sistema nervioso, según explica a Infobae México el QFI Juan Carlos Galicia Marrufo, egresado de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN.

"La serotonina es una sustancia que se encuentra de manera natural en el organismo y se encarga de controlar el estado de ánimo principalmente, así como la función vascular y la motilidad gastrointestinal. Es por eso que tiene mucho que ver –además de la dosis- el estado de ánimo, porque no es lo mismo si andas 'bajoneado', el efecto que te da. El LSD altera la realidad, tiene una parte de alteración del tiempo y eso puede hacer que algunos les vaya bien y a otros no", asegura el QFI.

Quienes han consumido LSD describen los efectos como si se tratase de un viaje, debido a que se experimenta una sensación de traslación a otro lugar-espacio-tiempo. De acuerdo con el experto, cuando se consume se experimentan cuatro etapas: Fase de subida, de meseta, Pico máximo y Fase de caída o bajada. En el proceso se pueden sufrir ataques de paranoia, alucinosis, esquizofrenia, ansiedad extrema y ataques de pánico.

"Esta cosa (LSD) lo que te hace es que te cambia el movimiento, si estoy en mi casa me pongo a escuchar música, a platicar y como estoy sentada no siento el efecto sino en la vista o al comer un dulce o tomar una chela. Pero cuando he estado en movimiento con ácidos es como si todos los sentidos hubieran explotado, entonces claro que tienes la vista con más colores pero la sensación del viento, todo el cuerpo está muy sensible, la piel, la sensación de la ubicación geográfica, a veces siento que cuando voy caminando, que voy flotando; en la bici pedaleas pero no sientes las piernas, es como si volara", comparte Angélica Villa, de 27 años, quien probó por primera vez esta sustancia a sus 19.

"La primera vez que lo probé fue en la playa, en la noche. Al principio yo no entendía porque nunca lo había probado y nos tocó la luna roja, estábamos en el camping y salí y vi todo rojo, dije '¡no mames, los aliens, ya hubo una pinche abducción!', me metí a la casita y no me sacaban. Fui con un chavo que salí y se fue, lo encontramos como cuatro horas después, pero hasta las bolsas de basura parecían sapos, estuvo ya muy divertido después del 'malviaje'", indica Itzia.

Para Galicia Marrufo, qué efectos se tendrán de esta droga sintética se deberán a la forma de purificarla al principio del proceso, pues si hay algún compuesto tóxico que no fue debidamente retirado, puede generar daño tras la ingesta. "Es ver cómo lo sintetizaron y los contaminantes que pueda tener, de eso depende; generalmente son solventes, algo como solueno, gasolina blanca o cosas así, entonces si no está bien purificada tiene un efecto tóxico". Mientras que quienes lo consumen argumentan que culturalmente, la poca información sobre esta sustancia es lo que más comúnmente ocasiona efectos negativos.

"Vivimos en una sociedad que ha cancelado el placer de los sentidos. Ha decidido no experimentar los sentidos tal cual son, lo que pasa con el ácido es que te sensibiliza todo, los sentidos, el gusto, el tacto, pero lo geográfico, el ambiente y con otras personas sentir cómo te conectas, son sentidos que no tenemos acceso a conocerlos en la sobriedad y con este tipo de sustancias conoces otros que no sabías que tenías la capacidad de sentir. Si lo haces con personas muy cercanas a ti puedes experimentar conexiones muy fuertes, o en ácidos una vez sentí que hablé con mi hermano telepáticamente", sentencia Villa.