Hace 500 millones de años, cuando los antepasados de los seres humanos eran criaturas acuáticas diminutas, las plantas comenzaron a colonizar las tierras rocosas de la Tierra. Estas plantas evolucionaron a partir de algas de agua dulce y se adaptaron a entornos nuevos y más difíciles gracias a una serie de cambios bioquímicos y físicos.
Esta adaptación de las plantas tuvo un impacto global en el ciclo del carbono. Contribuyeron a descomponer las rocas y aumentaron la actividad fotosintética, lo que redujo drásticamente los niveles de CO2 en la atmósfera. Como resultado, se produjo una edad de hielo y los niveles de oxígeno aumentaron a cifras similares a las actuales. Esto, a su vez, facilitó la evolución de animales más complejos en la Tierra.
Los ecosistemas más extremos y especializados son los más susceptibles a los cambios en el clima. Las especies que habitan en estos entornos probablemente enfrentarán las tasas de extinción más altas.

Un ejemplo de la rica historia de la vida vegetal en nuestro planeta es un musgo raro llamado Takakia lepidozioides. Se cree que es el musgo más antiguo del mundo y ha existido durante 400 millones de años. Incluso hace 165 millones de años, una capa de musgo verde cubría el suelo por donde caminaban los dinosaurios. Esta historia nos muestra cómo la vida vegetal ha sido una parte integral de la Tierra durante millones de años y cómo ha influido en la evolución de otros seres vivos, incluyendo a los humanos.
Hace 65 millones de años, cuando la placa tectónica de la India chocó con la euroasiática, comenzaron a surgir la cordillera del Himalaya y la meseta tibetana. Durante este tiempo, un musgo llamado Takakia lepidozioides se aventuró en este nuevo y frío paisaje soleado, aprendiendo a adaptarse a su entorno.
Hoy en día, este musgo crece junto a su pariente, Takakia ceratophylla, en la meseta tibetana, y también se puede encontrar en lugares como la Columbia Británica y Alaska. Un equipo de científicos de la Universidad de Friburgo en Alemania, dirigido por el biotecnólogo de plantas Ralf Reski, pasó una década estudiando este musgo, explorando partes del Himalaya a altitudes de hasta 4.000 metros.
En el mundo de las plantas, las briófitas incluyen hepáticas, musgos y antocerotes. Takakia ha sido difícil de clasificar porque combina características de todos estos grupos. Utilizando un fósil de Takakia de Mongolia, Reski y su equipo analizaron la forma y el genoma de Takakia lepidozioides para entender su evolución.

Descubrieron que es un musgo raro con una gran cantidad de genes que evolucionan rápidamente, lo que le ha permitido sobrevivir durante millones de años, incluso mientras los dinosaurios se extinguían.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Cell revela que Takakia enfrenta desafíos en el mundo moderno. Sus poblaciones en la meseta tibetana han disminuido anualmente en un 1,6%, más rápido que otros musgos locales.
Aunque el cambio climático podría no ser el único factor, la disminución de la población de este musgo se correlaciona con un aumento anual de la temperatura de casi 0,5 grados centígrados entre 2010 y 2021. Otros factores, como la calidad del aire y la humedad, también pueden influir en este proceso.
Reski advierte que, aunque Takakia es un organismo altamente especializado, es más vulnerable que otros a los efectos negativos del cambio climático. La necesidad de proteger a Takakia se ha vuelto más urgente, y los científicos están explorando formas de preservar este antiguo musgo.
En ese sentido, los investigadores están trabajando en cultivar muestras en el laboratorio y luego reintroducirlas en su hábitat natural, en un esfuerzo por conservar una especie que ha sido testigo de la historia geológica y biológica de nuestro planeta.
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