
Desde el siglo pasado, los humanos hemos quemando grandes cantidades combustibles fósiles y agregando dióxido de carbono adicional a la atmósfera. Los océanos han hecho un gran trabajo al absorber parte de este gas, reduciendo el aumento de la temperatura que se produce. Sin embargo, ahora los científicos han descubierto que en el futuro podría disminuir esa capacidad, lo que conduciría a un proceso de calentamiento aún más severo.
Estos hallazgos provienen de un estudio dirigido por un equipo de especialistas pertenecientes a la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, en el que analizaron una simulación climática configurada para el peor escenario de emisiones y encontraron que la capacidad de los océanos para absorber dióxido de carbono (CO2) alcanzaría su punto máximo en 2100, convirtiéndose en sólo la mitad de eficiente en la absorción de gases de efecto invernadero para el año 2300.

El documento fue publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters. Según advierte, la disminución ocurre debido a la aparición de una capa superficial de agua de baja alcalinidad que dificulta la capacidad de los océanos para absorber CO2, siendo que la alcalinidad es una propiedad química que afecta cuánto se puede disolver en el agua de mar.
Aunque el escenario de emisiones utilizado en el estudio es poco probable debido a los esfuerzos globales para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, “los hallazgos revelan un punto de inflexión previamente desconocido que, si se activa, liberaría un importante freno al calentamiento global”, señalaron los autores.
Megumi Chikamoto, quien dirigió la investigación como investigadora en el Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas, acotó: “Necesitamos pensar en estos escenarios que grafican el peor de los casos para comprender cómo nuestras emisiones de CO2 podrían afectar los océanos no solo este siglo, sino el próximo y también en el siguiente”.

El equilibrio que viene del océano
Hoy, los océanos absorben alrededor de un tercio de las emisiones de CO2 generadas por los humanos. Las simulaciones climáticas habían demostrado previamente que su labor se reduce con el tiempo, pero ninguna había considerado la alcalinidad como una explicación posible. Para llegar a su conclusión, los investigadores recalcularon partes de una simulación de 450 años hasta que dieron con la alcalinidad como una causa clave de la desaceleración.
Según los hallazgos, el efecto comienza con un cambio climático extremo, que aumenta las precipitaciones y ralentiza las corrientes oceánicas. Esto deja la superficie de los océanos cubierta por una capa cálida de agua dulce que no se mezcla fácilmente con las aguas más frías y alcalinas que se encuentran debajo. A medida que esta capa superficial se satura más con CO2, su alcalinidad cae y, con ella, su capacidad para absorber CO2.
El resultado final es una capa superficial que actúa como una barrera para la absorción de CO2. Eso significa que menos gases de efecto invernadero van al océano y más de ellos quedan en la atmósfera. Esto, a su vez, produce un calentamiento más rápido, lo que sostiene y fortalece la capa superficial de baja alcalinidad. Un círculo inevitablemente vicioso.

Pedro DiNezio, uno de los coautores de la investigación y científico afiliado del Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas y profesor asociado de la Universidad de Colorado, sostuvo que el descubrimiento implica “un poderoso recordatorio de que el mundo necesita reducir sus emisiones de CO2 para evitar cruzar esta y otras barreras. Ya sea esto o el colapso de las capas de hielo, existe potencialmente una serie de crisis conectadas que acechan en nuestro futuro y que debemos evitar a toda costa. El siguiente paso es averiguar si el mecanismo de alcalinidad se activa en escenarios de emisiones más moderados”.
La coautora Nikki Lovenduski, profesora de la Universidad de Colorado que contribuyó al informe climático del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático 2021, informó que “los hallazgos del estudio ayudarán a los científicos a hacer mejores proyecciones sobre el cambio climático futuro. Este documento demuestra que el problema del cambio climático puede verse exacerbado por cosas que aún se desconocen. Pero el mecanismo de retroalimentación del clima oceánico que reveló este estudio en particular abrirá nuevas vías de investigación que nos ayudarán a comprender mejor el ciclo del carbono, el cambio climático pasado y quizás encontrar soluciones para problemas futuros”, concluyó.
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