Eduardo Palomo a 16 años de su muerte: la tragedia que acabó con el inolvidable “Juan del Diablo”

El 6 de noviembre de 2003, a las 23:30 horas, el actor mexicano murió en Los Ángeles

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Eduardo Palomo en una escena de "Corazón Salvaje"
Eduardo Palomo en una escena de "Corazón Salvaje"

“¿Por qué no nos decimos ‘te quiero’ más frecuentemente?. Tenemos que esperar a la tragedia para entonces llorar a nuestros muertos, en lugar de abrazarnos cuando todavía la piel está caliente”, así hablaba el actor Eduardo Palomo en una entrevista poco antes de morir, víctima de un infarto, el 6 de noviembre de 2003.

El actor, figura de las telenovelas en México, llevaba algún tiempo alejado de la televisión en el país y había decidido mudarse a Estados Unidos junto a su esposa, Carina Ricco, y sus hijos, Fiona y Luca.

Y fue precisamente en un restaurante de ese país en donde la tragedia ocurrió.

Palomo estaba cenando con un grupo de amigos cuando su corazón, simplemente, se detuvo. Tenía apenas 41 años y una amplia trayectoria en el mundo de la televisión.

El actor, nacido el 13 de mayo de 1962 en la Ciudad de México, comenzó su carrera a inicios de los años 80 en Televisa.

(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Aunque había iniciado la carrera de diseño gráfico en la UNAM, a Palomo le atrajo más el mundo del canto, el baile y la actuación, que ya había experimentado en el teatro cuando era adolescente.

“Lo que el cielo no perdona”, “Mañana es primavera” y “Eclipse” fueron algunas de sus primeras telenovelas, pero su primer gran título fue el de “Juana Iris”.

La década de los 90 sin duda fue la más importante en su carrera. Fue en esos años cuando participó en “Alcanzar una estrella II”, “La Pícara Soñadora” y, “Corazón Salvaje”, la telenovela que lo consagró gracias al papel de “Juan del Diablo”.

En esa telenovela compartió créditos con Ana Colchero y Edith González, quien falleció el pasado junio.

Eduardo Palomo y Edith González protagonizaron "Corazón Salvaje" en 1993
Eduardo Palomo y Edith González protagonizaron "Corazón Salvaje" en 1993

Palomo participó en tres producciones más antes de decidirse a probar suerte en Hollywood.

Y en 2003 había ya conseguido el papel de “Capt. Lazareno” en la serie “Kingpin”.

Parecía que las cosas iban bien para el actor hasta que la noche del 6 de noviembre de 2003 se encontró con Sergio Arau, director de "Un día sin mexicanos", con Yareli Arizmendi y con Edward James Olmos.

Después de ver una película argentina en el Festival de Cine Latinoamericano acudieron a un restaurante de la avenida Melrose, en West Hollywood para cenar.

Eduardo Palomo y Mariana Levy en "La Pícara Soñadora" (Foto: Especial)
Eduardo Palomo y Mariana Levy en "La Pícara Soñadora" (Foto: Especial)

Y ahí se desató la tragedia. En medio de la cena una persona contó un chiste y Palomo comenzó a reírse, pero parecía que se había quedado dormido a media carcajada. En realidad sufrió un infarto fulminante.

El actor fue recostado en el suelo al notar que no reaccionaba y los paramédicos fueron llamados. Según reveló Arizmendi, Palomo reaccionó unos segundos y parecía que estaba buscando aire.

Palomo fue trasladado al Hospital Cedars-Sinaí y después de 45 minutos de luchar por su vida, fue declarado muerto a las 23:32 horas. La causa oficial del deceso fue un infarto masivo de miocardio.

Palomo también protagonizó "La Pícara Soñadora"
Palomo también protagonizó "La Pícara Soñadora"

No había explicación para lo ocurrido. Palomo era un hombre de 41 años que no fumaba ni consumía drogas. Terminó así la historia de “Juan del Diablo”, pero no su presencia entre quienes recuerdan sus inolvidables actuaciones.

En la misma entrevista en la que habló de la importancia de decir “te quiero”, el actor hizo un llamado a la gente para reencontrarse a sí misma en medio de un mundo deteriorado.

“Tratemos todos de hacer un trabajo individual, de recuperar nuestros sueños, lo mejor de nosotros mismos y no dejarnos deteriorar por un mundo que considero que con tantas tentaciones y tantas distracciones lo único que está haciendo es materializar al ser humano, volvernos cuerpos, volvernos coches, volvernos billetes. Se está olvidando lo mejor que es quién soy, a dónde voy, de dónde vengo y qué relación tengo con quienes me rodean”

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