La OMS criticó la respuesta de Brasil al avance del COVID-19: “Si no lo hace en serio, continuará afectando a la región y más allá”

El director general de la organización sanitaria, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que la situación del país sudamericano, que esta semana registró nuevos récords de muertes por la enfermedad, es “muy, muy preocupante”

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El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. EFE/ Salvatore Di Nolfi/Archivo
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus. EFE/ Salvatore Di Nolfi/Archivo

El director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, criticó este viernes la respuesta del gobierno brasileño a la pandemia de COVID-19, considerando que durante las últimas semanas la situación en el país sudamericano se ha deteriorado al punto de registrar nuevos récords de muertes esta semana.

En una conferencia de prensa desde Ginebra, el titular de la organización describió al escenario como “muy, muy preocupante”, y advirtió sobre la posibilidad de que trascienda sus fronteras. “Si Brasil no es serio, continuará a afectando a todo el barrio (la región) y más”, expresó.

En la misma línea, aunque extrapolando la advertencia al resto del mundo, se expresó el director ejecutivo del programa de emergencias, Mike Ryan. “No es el momento para que Brasil o nadie se relaje”, dijo, en referencia al hecho que esta semana la tendencia descendente de casos a nivel global -a la baja durante seis semanas- se revirtió.

“La llegada de las vacunas es un momento de gran esperanza pero también uno donde potencialmente perdamos la concentración”,agregó.

Brasil se enfrenta actualmente a una brutal y prolongada segunda oleada del coronavirus, que el miércoles alcanzó un récord diario de 1.910 muertes. El país sudamericano superó recientemente los 260.000 decesos, la segunda cifra más alta a nivel global solo por detrás de los Estados Unidos. También tiene la tercera mayor cantidad de casos positivo reportados, con casi 10,8 millones el viernes, según el recuento de la universidad Johns Hopkins.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Foto: REUTERS/Ueslei Marcelino
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Foto: REUTERS/Ueslei Marcelino

La situación en el país se ha convertido en un foco de preocupación global sobre todo desde la aparición allí de una nueva y más contagiosa cepa de COVID-19, que se cree tuvo su origen en la ciudad de Manaos y representa buena parte de la causa de contagios y muertes.

La cepa, conocida como P1, parece ser capaz de volver a contagiar a personas que han sido inoculadas con la vacuna desarrollada por el laboratorio chino Sinovac.

La información, tomada a partir de una pequeña muestra, sugiere que la variante podría tener una carga viral hasta 10 veces más alta que la original. Los investigadores consideraron que, para prevenir la transmisión de la nueva cepa, pueda ser necesario aplicar una dosis de refuerzo de esa vacuna, actualizada para esta u otras variantes que se presenten.

No obstante, los datos son preliminares y deberán ser confirmados por una investigación más amplia. En contraste, datos preliminares de un estudio realizado por la Universidad de Oxford indican que la vacuna para el COVID-19 desarrollada por AstraZeneca sí es eficaz.

La inacción del gobierno de Brasil para abordar la pandemia -el presidente Jair Bolsonaro ha minimizado la enfermedad desde su concepción y se opone firmemente a cualquier medida sanitaria- ha generado otras críticas a nivel mundial por el riesgo que puede conllevar fuera de las fronteras.

En diálogo con The Guardian, Miguel Nicolelis, indicó que no evitar la proliferación del virus podría generar la creación de variantes aún más letales que atenten contra la efectividad de las vacunas y la habilidad global de combatir la pandemia.

También avanza con lentitud la campaña de vacunación. Según explicó en The New York Times Vanessa Barbara, pese a la robusta infraestructura sanitaria del país, a distribución de vacunas ha sido dolorosamente lenta e inconstante y afectada por la escasez.

Una persona recibe una dosis de la vacuna contra el COVID-19 en el estado de Amazonas. REUTERS/Ueslei Marcelino
Una persona recibe una dosis de la vacuna contra el COVID-19 en el estado de Amazonas. REUTERS/Ueslei Marcelino

“El programa a nivel nacional comenzó el 18 de enero, más tarde que en otros más de cincuenta países, y a su ritmo actual tardará más de cuatro años en finalizarse. Algunas de las ciudades más importantes —como Río de Janeiro y Salvador— ya han tenido que suspender sus campañas por problemas de suministro”, explicó.

Y agregó: “Por si fuera poco, Bolsonaro no solo empleó los fondos de emergencia para comprar y distribuir fármacos no aprobados contra la COVID-19 incluso después de que se había demostrado que eran ineficaces, sino que también rechazó muchas ofertas de dosis de vacunas. En agosto, Pfizer ofreció a Brasil 70 millones de dosis, con una entrega que habría comenzado en diciembre, pero el gobierno no mostró interés. La compañía hizo otras dos propuestas sin obtener resultados”.

El pasado jueves, Bolsonaro cuestionó las restricciones impuestas en numerosos estados para mitigar el avance de la enfermedad, instó a “trabajar” y preguntó: “¿Hasta cuándo vamos a llorar?”.

“Apelo a gobernadores y alcaldes a que repiensen esas políticas de cerrar todo. El pueblo quiere trabajar”, declaró el mandatario, para luego agregar: “Vamos a combatir al virus, pero no de esa forma ignorante, burra, suicida”.

Sin citar en ningún momento el aumento de las cifras de decesos y contagios, que en ese último caso ya superan los 10,7 millones en un país de 210 millones de habitantes, Bolsonaro reiteró que lamenta “cualquier muerte”, pero al igual que lo ha hecho a lo largo de la pandemia insistió en que eso “es parte de la vida”.

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