
“Yo soy Phil Jackson”, bromeó Guardiola. Messi es Jordan.
Michael Jordan era un león. Un líder salvaje, capaz de caminar por arriba a sus rivales. Insoportable para sus propios compañeros. A veces ellos se sentían perseguidos por tanta exigencia. El 23 era una máquina preparada para ganar. Un competidor talentoso y rudo a la vez. Hasta parecía insensible antes de verlo tirado en el suelo –como un nene gigante– al festejar ser campeón por primera vez sin su padre en la cancha. Podía mirar con sus ojos rojos de odio al dirigente que pretendía quitarles el derecho de perder a quienes habían ganado todo. Es maravilloso el documental del mejor basquetbolista de la historia. El producto Messi que se ve en vidriera es distinto. Si Maradona es el argentino que somos –exagerado, combativo–, Messi es el argentino que pretendemos ser –ubicado, bien recibido en todos lados. Igual hay un lazo igual muy fuerte que une a Leo con Jordan. Es otro animal competitivo. Uno que exige sin gritar. Nadie se mantiene más de 10 años en el podio del fútbol mundial sin ese fuego interior. Guardiola siempre lo supo. Y ahora que lo ve irse del Barcelona –algo que él tampoco nunca imaginó– se quiere llevar a su Jordan al Manchester City.
“Estamos delante del mejor en todos los sentidos. Es capaz de hacer todo lo que debe un futbolista. Leo lo hace todo y cada tres días. No ha habido otro. Lo siento por los que intentan ocupar su trono. Este chico es distinto. Es superior. Ojalá haga disfrutar del mundo del fútbol mucho tiempo. Jordan dominaba de su deporte y Messi domina el suyo. Los jugadores que dominan el deporte con esta suficiencia son pocos en la historia”, aceptó la comparación Guardiola hace algunos años. Ahí se puso en el rol del histórico entrenador de los Bulls. Si Jordan no quería recibir órdenes de otro que no fuera Phil Jackson; Messi no hay un entrenador al que respete tanto como a Pep. Hasta lo convenció de jugar de falso 9, el éxtasis de Sampaoli. Leo siempre le creyó. Cuenta la leyenda que Guardiola lo llamó por teléfono después de la cena y lo citó en la ciudad deportiva. Quería decirle algo importante antes de enfrentar al Real Madrid. A Mascherano en la primera charla lo recibió en su oficina con música clásica a tope. Al 10 lo esperó con algunos videos. Le explicó el movimiento que debía hacer –una vez empezado el clásico– para desorientar a los rivales. Tenía que hacerlo cuando él le diera la señal. Fue un secreto que Xavi e Iniesta supieron un rato antes de entrar a la cancha para que no se filtrara. El Barça goleó 6-2 con dos goles de Messi.

“Para mí, los mejores jugadores deben moverse por adentro. Y yo veía que Messi, era el mejor que teníamos, muchas veces no participaba tanto del juego al estar como extremo. Leo, jugando por el centro del ataque, retrocedía casi hasta la mitad para ir a buscar la pelota. Como ninguno de los centrales lo seguía, yo conseguía tener superioridad y él podía agarrar la pelota más libre”, explicó Guardiola cuando dio clase en el Gran Rex, en el 2013. Esa noche dijo que “nada es más fascinante que meterle tu idea en la cabeza a un jugador”. Aunque aclaró que “el juego les pertenece a los futbolistas. Cuando el árbitro pita, tú como técnico pintas cuadros”. Tal vez esa combinación haya llevado a seducir a Messi. “Creo saber un poco de táctica. Yo tuve un maestro único en ese sentido como es Guardiola. El te prepara cada partido diferente. Para ganar. Te dice ‘vamos a jugar así, va a pasar esto, nos vamos a mover así’. Después vas a la cancha y pasa eso. Cuando yo llegué con él tenía 18 años y me movía cómo me parecía. Él me ordenó”. Sí, Messi considera un maestro a Guardiola. La confianza es absoluta. Aunque no sea cierto que Leo ahora lo haya llamado para decirle “quiero ganar los próximos dos Balones de Oro y esto sólo lo puedo hacer contigo”. Quiere ganar –tenía su competencia con Cristiano– pero piensa en conjunto.
Mascherano es de los futbolistas que más conocen a Messi en las buenas y en las malas. Jugaron cientos de partidos juntos en Barcelona y en la Selección. Viajaron mil horas juntos. Hace algunos días –antes de que explotara el burofax– le pregunté si había un Jordan argentino. El le apuntó a Messi. “El que juega en Barcelona es lo más parecido. En la manera de competir no me caben dudas. Aunque Leo –por lo que vi en la serie– es más humano. Más natural. Los número 1 son así: animales competitivos. Por eso se mantienen tantos años en la cima. Si no es imposible. Muchas veces hablamos de los jugadores brasileños. Ronaldinho era un fenómeno pero quizá no tuvo esa mentalidad para mantenerse cuatro o cinco años más. Tenía calidad, seguro. Prácticamente cambió la historia del Barcelona, que pasó de ser un equipo derrotado a uno importante. No quiso o no pudo mantener ese nivel. Para ser números 1 como Jordan y Messi se requiere de una personalidad especial. Cada tres días tenés que demostrar que sos el mejor. Toda la gente que te está viendo espera que demuestres que sos el mejor. Hace más de 10 años que Leo es así. Aunque al exigir al resto él es más terrenal. Hay situaciones que son límites. Ahí sí hay una mirada, un grito. Son deportes colectivos. Y aunque seas del mejor necesitás del resto. Sólo no podés hacer nada”.
Messi piensa igual. Por eso quiere un proyecto futbolístico distinto al Barcelona –un equipo que dejó de pensar en ser campeón– para intentar ganar la Champions en el final de su carrera. Ya no tiene a Xavi e Iniesta como socios. Como Jordan tenía a ese monstruo mal pago que era Scottie Pippen. Ahora busca una posible conexión con Agüero, amigo y crack, aun cuando tengan que sacrificarse para tener la intensidad que también le gusta a Guardiola. Allí está la gran ventaja que tiene el City por encima del PSG o el que pretenda ofertar. Está el entrenador que hasta alguna vez explicó por qué era fantástico que Messi caminara la cancha. “Él sabe exactamente qué va a pasar. No está corriendo pero siempre está mirando qué pasa. Mueve la cabeza aquí y allá. Huele los puntos débiles de la defensa. Después de 5 ó 10 minutos tiene el mapa en los ojos y en el cerebro. Es como andar en la jungla y tener que sobrevivir”. De eso se trata para alguien que sólo siente que vive cuando gana... Pep es Phil Jackson. Messi es Jordan. Juntos van por el último baile. The Last Dance.

MÁS SOBRE ESTE TEMA:
Últimas Noticias
Hannah Schmitz, de pasante a jefa: el cerebro de Red Bull para que Max Verstappen luche por su quinto título de Fórmula 1
Está a cargo de las estrategias. Sus decisiones fueron clave para que el neerlandés pueda seguir peleando

El antecedente de la rebeldía de Colapinto: el recuerdo del polémico triunfo de Lole Reutemann en Brasil en 1981
El santafesino también desobedeció a su equipo, pero le valió un triunfo y la punta del campeonato. Le mostraron el recordado cartel Jones-Reut y empezó una guerra interna en Williams que terminó con la pérdida del título

Los detalles desconocidos de la vuelta de Diego Armando Maradona al fútbol argentino en 1993
A 32 años de su arribo a Newell’s, todo lo acontecido: por qué no fue a Boca, el otro equipo que peleó por tenerlo y la injerencia de Julio Humberto Grondona en el asunto

La historia de amor de Leandro Paredes y Camila Galante: por qué ella fue clave para concretar la vuelta a Boca
El volante de la selección argentina le agradeció a su pareja, quien también se emocionó en la Bombonera en una tarde-noche inolvidable

La lapidaria crítica del campeón argentino que desafió a Tyson: “Es un gallina, por eso pelea con un Youtuber”
Walter “El Bombardero de Beccar” Masseroni guarda consigo una impactante historia, y también un sueño que lleva casi cuatro décadas. Los detalles



