
Neil Gaiman, uno de los escritores más reconocidos de la literatura contemporánea, fue señalado en los últimos años por múltiples denuncias de abuso sexual, coerción y dinámicas de poder desequilibradas.
Por estas horas, a raíz de una investigación periodística, New York Magazine da a conocer historias, reveladas por varias mujeres que interactuaron con él durante décadas, que muestran un patrón alarmante de conductas abusivas bajo el disfraz de relaciones consensuadas o prácticas bondage, disciplina y dominación, entre otras.
Cabe aclarar, que horas después de la publicación de la demoledora nota de tapa de New York -firmada por Lila Shapiro- el propio Gaiman salió a desmentir las acusaciones en su contra. “Nunca he mantenido relaciones sexuales no consentidas”, expresó.
Mientras su legado como autor de obras como The Sandman o American Gods se mantiene, las sombras de su vida personal han comenzado a opacar su figura pública.
Scarlett Pavlovich y Amanda Palmer, una conexión peligrosa
La relación entre Scarlett Pavlovich, una estudiante de teatro de 22 años, y Amanda Palmer, pareja de Gainman, además de escritora y música, comenzó como un encuentro fortuito en una tarde lluviosa de junio de 2020 en Auckland, Nueva Zelanda.
Palmer, conocida por su carisma y su capacidad para conectar con sus seguidores, ofreció a Pavlovich una puerta hacia un mundo que prometía pertenencia y oportunidades.
“Desde el momento en que entrelazaste tu destino con el mío, me alegré de conocerte”, le escribió Palmer en un mensaje de texto meses después.
Sin embargo, esta relación pronto se tornó tóxica. En febrero de 2022, Palmer ofreció a Pavlovich un empleo como niñera para su hijo, quien vivía temporalmente bajo el cuidado compartido de Palmer y Neil Gaiman.
Pavlovich aceptó, buscando estabilidad, pero pronto se convirtió en víctima de una serie de abusos sexuales por parte de Gaiman.

Los relatos de Pavlovich: un patrón de abuso
Pavlovich describió múltiples episodios de abuso en la casa de Gaiman en Waiheke. En uno de los primeros incidentes, Gaiman la convenció de tomar un baño en una bañera al aire libre, una escena que rápidamente se tornó perturbadora.
“Cuando escuché sus pasos en la oscuridad, me sentí paralizada. Intenté cubrirme con los brazos, pero él ya estaba desnudo frente a mí”, relató.
Según Pavlovich, Gaiman se sumergió en la bañera, comenzó a tocarla sin su consentimiento y, tras ignorar sus negativas, cometió actos sexuales que culminaron con la orden de que lo llamara “amo”.
La dinámica se volvió aún más perturbadora cuando Gaiman involucró a su hijo en el entorno de abuso.
“Una vez, mientras estaba en la cocina, me pidió sexo oral mientras el niño estaba despierto en la casa. Nunca cerraba una puerta”, recordó Pavlovich.
En otro incidente, el niño comenzó a llamarla “esclava” y le ordenaba que lo llamara “amo”, repitiendo comportamientos observados en su padre.
Voces que emergen del pasado
Pavlovich no es la única mujer que ha denunciado conductas abusivas de Gaiman. Un podcast británico en 2023 reveló los relatos de cinco mujeres, además de otros testimonios de víctimas que enfrentaron situaciones similares en diferentes etapas de su vida.
Las historias, que abarcan desde la década de 1980 hasta años recientes, muestran un patrón de comportamiento alarmante:
- Brenda (seudónimo), años 90: Brenda conoció a Gaiman en una firma de libros y más tarde tuvo una relación sexual con él. “Parecía tener un guion. Desde el principio, exigió que lo llamara ‘maestro’ y que le prometiera mi alma”, recordó. “Era como si hubiera entrado en un ritual que no tenía nada que ver conmigo”.
- Rachel, años 2000: Rachel, una admiradora de 20 años, fue presentada a Gaiman por Amanda Palmer. La relación comenzó con correos electrónicos coquetos y rápidamente escaló. “Nunca hubo una ruptura flagrante del consentimiento, pero siempre me presionaba para hacer cosas que me asustaban y dolían”, explicó Rachel. “Mirando hacia atrás, siento que Palmer me entregó como un juguete”.
- Kendra Stout, 2003: Stout, de 18 años, asistió a una lectura de Gaiman y posteriormente comenzó a recibir correos electrónicos suyos. Años después, durante un encuentro sexual, Gaiman la presionó para participar en dinámicas de BDSM sin explicarle ni respetar los límites. “Cuando me dolía demasiado, me decía que no era lo suficientemente sumisa”, dijo Stout. “Nunca se habló de palabras de seguridad, límites o cuidados posteriores”.
El impacto en su imagen pública

Las denuncias han tenido un impacto desigual en la carrera de Gaiman. Mientras algunas adaptaciones de sus obras, como Anansi Boys, fueron canceladas, otras producciones, como la segunda temporada de The Sandman en Netflix, continúan en marcha.
La controversia también dividió a sus seguidores, muchos de los cuales lo consideraban un defensor del feminismo debido a los temas en sus obras.
“Siempre lo vi como alguien que defendía a las mujeres, pero ahora me pregunto cuánto de eso era una máscara”, comentó una excolaboradora que pidió no ser identificada.
Sin embargo, otros aún lo apoyan, destacando su legado creativo y cuestionando las acusaciones en su contra.
Una infancia marcada por el abuso
Gaiman ha señalado en entrevistas que su novela El océano al final del camino es su obra más personal, reflejando eventos de su niñez.
Criado en un hogar vinculado a la Cienciología, el autor vivió episodios de abuso físico y psicológico que, según amigos y colegas, influyeron en su visión del mundo y en su obra literaria.
Amanda Palmer, una figura ambigua
Palmer, quien ha sido defensora de los derechos de las mujeres, enfrentó críticas por su papel en las dinámicas de abuso.
Aunque afirma haber advertido a Gaiman sobre el daño que podría causar a Pavlovich, también reconoció haber subestimado el peligro. “Le dije que no le tocara las manos, que podría lastimarla y romperla”, confesó a una amiga cercana.

Sin embargo, su aparente conocimiento previo del comportamiento de Gaiman y la decisión de introducir a Pavlovich en su entorno plantean serias preguntas.
“¿No lo viste venir a una milla de distancia?”, le escribió una amiga de Pavlovich en un mensaje.
La lucha por la justicia
Las víctimas, incluyendo a Pavlovich, comenzaron a romper acuerdos de confidencialidad y a compartir sus historias públicamente.
“Ha sido como conocer a sobrevivientes de la misma secta”, afirmó Kendra Stout. “Es imposible entenderlo a menos que hayas estado allí”.
Aunque la policía de Nueva Zelanda archivó el caso de Pavlovich por falta de pruebas suficientes, su historia y las de otras mujeres han abierto un debate sobre el poder, el consentimiento y la responsabilidad en las relaciones asimétricas.
“Él hacía oscilar su carisma como un faro”, describió una de las denunciantes. “Y nos atraía hacia la oscuridad”.
Las denuncias contra Neil Gaiman subrayan la necesidad de cuestionar cómo figuras públicas pueden usar su estatus para perpetuar comportamientos abusivos.
Mientras las víctimas luchan por justicia, la industria creativa enfrenta una revisión profunda sobre las dinámicas de poder y el consentimiento. La caída del ídolo es un recordatorio de que detrás de los grandes nombres puede haber historias que necesitan ser escuchadas.
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