Cuando el narcotráfico asesinó a un árbitro y dejó sin campeón al fútbol profesional colombiano

En 1989, la Dimayor tuvo que detener la edición número 42 del torneo de primera división colombiano cuando la guerra entre carteles del narcotráfico permeó el fútbol profesional.

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No hubo un club campeón del torneo de primera división de Colombia en 1989 a raíz del asesinato del árbitro cartagenero Álvaro Ortega / (Archivo EL TIEMPO).
No hubo un club campeón del torneo de primera división de Colombia en 1989 a raíz del asesinato del árbitro cartagenero Álvaro Ortega / (Archivo EL TIEMPO).

El año 1989 quedó marcado en la historia del fútbol profesional en Colombia, no solo porque, por primera vez, un club colombiano, Atlético Nacional, se consagró campeón de la Copa Libertadores de América, sino también porque el torneo doméstico de primera división fue el único en la historia que terminó sin campeón.

Para inicios de la década de los 80, el narcotráfico ya permeaba notablemente el deporte en Colombia. La magnitud de los hechos comenzó a vislumbrarse en 1983, con las denuncias del entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, acerca de la intervención e infiltración de narcos en los principales clubes profesionales: Atlético Nacional, Deportivo Independiente Medellín, Millonarios, Independiente Santa Fe y América de Cali. Las denuncias de Lara Bonilla contra la mafia fueron apagadas en 1984, cuando fue asesinado en Bogotá por sicarios del cartel de Medellín.

Rivalidad entre carteles

Así como existió conflicto por los territorios y por el dominio del negocio de producción y exportación de cocaína entre el cartel de Cali y el cartel de Medellín, los jefes de estas organizaciones criminales también comenzaron una rivalidad por apoderarse de los equipos de fútbol, una fachada propicia para el lavado de activos producto del narcotráfico.

Si bien las denuncias por el ingreso de dineros ilícitos en el fútbol ya estaban presentes desde inicios de los 80, cuando se enfrentaba un club de Antioquia contra un club del Valle del Cauca la tensión aumentaba entre los capos de la mafia colombiana. Ya en ese momento era de público conocimiento que Miguel Rodríguez Orejuela tenía intereses en el América de Cali y el Independiente Santa Fe, del mismo modo sucedía con Pablo Escobar con clubes como Atlético Nacional y el Deportivo Independiente Medellín, este último, el club del cual era hincha y en el que logró ser dueño y máximo accionista.

Una de las rivalidades que hizo estallar el conflicto regional entre carteles fue justamente el partido entre América de Cali y Deportivo Independiente Medellín, un repechaje para clasificar al cuadrangular final que definiría al campeón de la edición 1989 de la liga colombiana.

Arbitraje en riesgo

Antes de dar comienzo a los cuadrangulares de repesca que enfrentarían a América, Medellín, Nacional y Unión Magdalena, tuvo lugar un hecho insólito para el fútbol mundial. El árbitro colombiano Armando Pérez fue secuestrado durante 24 horas por un grupo de delincuentes representantes, dijeron, de varios clubes que señalaban haberse visto perjudicados por malos arbitrajes durante todo el año. Tras la liberación del árbitro Pérez, este confesó que, como condición para recobrar su libertad, debía dar un mensaje al público, y en especial al gremio del arbitraje: “El que pite mal, lo borramos”.

Amenazas de muerte a árbitros de fútbol en Colombia  / (El Espectador).
Amenazas de muerte a árbitros de fútbol en Colombia / (El Espectador).

Con esa tensión, el 26 de octubre de 1989 se disputó en el estadio Pascual Guerrero de Cali el partido de ida entre América y Medellín por los cuadrangulares de repechaje. El encargado de dirigir como árbitro fue el juez cartagenero Álvaro Ortega, quien, justo antes de dar el pitazo final, invalidó un gol de chilena del DIM por juego peligroso, un tanto que le hubiera permitido empatar el 3-2 final.

Sobre ese episodio, en septiembre de 2009, el exjefe de sicarios del Cartel de Medellín John Jairo Velázquez Vázquez, alias Popeye, comentó en entrevista con Univisión Noticias que había visto ese partido junto a Pablo Escobar, y que él había apostado altas sumas de dinero por Independiente Medellín. El gol anulado por Ortega, recordó Popeye, fue motivo suficiente para que el capo ordenara a sus hombres asesinar al juez central Álvaro Ortega.

El 15 de noviembre de 1989, en el partido de vuelta por los cuadrangulares de repechaje, la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) designó a Álvaro Ortega como árbitro principal para pitar en el estadio Atanasio Girardot de Medellín. Con los antecedentes de secuestro y amenazas a los árbitros colombianos, Ortega solicitó a la Dimayor que fuera seleccionado otro juez para dirigir el partido, por el alto riesgo para su seguridad, sin embargo, la Dimayor le comunicó que no habría inconveniente en arbitrar el compromiso, pues América y Medellín ya no tenían posibilidades matemáticas de clasificar al cuadrangular final y disputaban un partido de trámite.

El encuentro terminó empatado sin goles. Al salir del estadio, Ortega abordó un automóvil de la Policía rumbo al hotel donde se alojaba. En el trayecto, decidió bajarse del vehículo para almorzar, pues no notó algo sospechoso, pero, al momento de llegar al restaurante, un sicario descendió de un taxi con una ametralladora y le propinó 9 disparos que acabaron con su vida, tras apenas un año de haber comenzado su carrera arbitral.

El 22 de noviembre de 1989, y ante la incontestable evidencia, la Dimayor decidió cancelar el campeonato colombiano por motivos de seguridad y, por consiguiente, no otorgar el título de campeón. Pese a que deportivamente fue un año próspero para el fútbol nacional, pues Colombia volvía a clasificar a una copa del mundo (Italia 1990) luego de 28 años, y Atlético Nacional había alzado la Copa Libertadores de América, por ese oscuro episodio ningún club colombiano –salvo Atlético Nacional, por su condición de campeón continental– participó en las competiciones internacionales organizadas por la Conmebol.