Los Países Bajos tienen un territorio muy pequeño: apenas 42.000 kilómetros cuadrados. Se trata de una superficie 60 veces más chica que la de Argentina, y cuatro veces menor que la de Uruguay.
Sin embargo, maneja el 60% del comercio mundial de flores, ¿cómo lo logró?
Si un pasajero arriba al aeropuerto de Schiphol (Ámsterdam) por la noche, se sorprenderá en el descenso al ver las luces que provienen de miles y miles de invernaderos privados erigidos entre los canales holandeses.
Esas tierras arenosas, como dunas, resultan el criadero perfecto para tulipanes y narcisos. El frío, la humedad, la oscuridad y la brisa marina generan condiciones ideales para el crecimiento de cientos de distintas especies.
En verdaderos almacenes y laboratorios del Siglo XXI se hacen las cruzas, se forman los bulbos y se espera su crecimiento. Luego, se cortan las flores maduras y se las envía al mercado de Aalsmeer, ubicado a 30 kilómetros de la ciudad capital.
En esta última instancia, carritos con lotes diferenciados por su calidad son subastados de manera inversa. En otras palabras, se empieza con un precio alto y se va bajando el mismo hasta que un oferente aprieta un botón y se consagra como el ganador. Si el crédito del comprador no es el adecuado, la perilla sencillamente no funciona.
Las plantas aportan oxígeno, son salvadoras en la lucha contra la contaminación y el cambio climático. Hacen más feliz y saludable a la gente. Un arreglo tipo bouquet puede marcar la diferencia en un espacio de la casa, oficina o edificio sin tener que cambiar los muebles o pintar las paredes.
A veces, los ejemplares desarrollan un circuito increíble: son cosechadas en Almería, España; viajan en contenedores refrigerados hasta Ámsterdam y regresan luego a Barcelona para ser vendidas al público.
Brasil logró replicar el modelo
El gigante sudamericano, gracias a la inmigración proveniente de los Países Bajos, logró crear un paraíso de la floricultura llamado Holambra (por la fusión de “Holanda” y “Brasil”).
Es un municipio del estado de San Pablo, fundado el 27 de octubre de 1991. Tiene apenas 13.000 habitantes.
Holambra es el mayor polo productor de flores de América, a pesar de que se ubica en una región muy calurosa, con condiciones completamente distintas a las del Mar del Norte.
La clave del éxito brasileño se basa en un sistema de comercialización transparente, donde se mueven a diario nada menos que 70.000 carritos cargados con lotes de lo más variado.
En cada subasta cerca de 3000 especies son negociadas frente a un gran auditorio en los que la demanda muestra gran frenesí. Se asemejan a las operaciones que se concentran en las grandes bolsas de valores y acciones.
La rapidez en la entrega de pedidos de un producto tan perecedero forma parte de un estilo heredado.
¿Podría el resto de América imitar este modelo?
Jorge Romczyk es un biólogo y botánico argentino que trabaja desde hace más de 30 años en este sector de la economía y visitó varias veces el mercado de Aalsmeer.
Consultado por Carbono News reveló: “En los años 90, dentro del ámbito de la Cooperativa Argentina de Floricultores, se presentó un proyecto para replicar el modelo de comercialización holandés. Ellos tienen una logística increíble, muy aceitada. Incluso se contó con el asesoramiento del entonces ‘planólogo’ del mercado de Alsmeer, el señor Henk de Groot. Pero nuestra idiosincrasia y temor al cambio impidieron que dicho proyecto prosperara”.
En esta actividad la comercialización y logística son claves, para optimizar la duración de las flores. Actualmente, se puede deshidratar la mercadería y conservarla hasta un mes, lo que permite despachar las flores en contenedores con frío. Al arribar a destino, se las rehidrata, y así recuperan todas sus condiciones.
“Desde el punto de vista de la genética, los holandeses también hacen un trabajo fabuloso en el mejoramiento de variedades. Por ejemplo, está el caso de nuestro Amancay que crece silvestre en la Patagonia y se vende en todo el continente. A partir de este género, y luego de mucho mejoramiento genético, en los Países Bajos lograron variedades hermosas, con excelentes cualidades. Si tuviéramos un mayor desarrollo tecnológico, quizá podríamos aprovechar mejor nuestros valiosos recursos genéticos”, explicó Romczyk.
¿Por qué es tan difícil acercarse al modelo holandés?
Fundamentalmente porque el país lleva casi cinco siglos cultivando y mejorando sus tulipanes.
En Sudamérica, quienes más han avanzado son los colombianos. Ellos han hecho muy bien su tarea y ya son los segundos exportadores mundiales gracias a productos relacionados con las regiones frescas de las montañas, como las astromelias (el lino de los Incas).
Estadounidenses, japoneses e ingleses aman estas flores y el resto del mundo las está incorporando. Los “cafeteros” ya superan los 1500 millones de dólares anuales con sus ventas al exterior.
SEGUIR LEYENDO: