El régimen de Nicaragua anunció este miércoles que el jefe de seguridad de Daniel Ortega había sido destituido de su cargo y acusado de insubordinación, entre otros cargos, en un caso del que han trascendido pocos detalles.
En un breve comunicado difundido por la Policía Nacional se indicó que “el comisionado general Marcos Alberto Acuña Avilés desobedeció flagrantemente órdenes superiores, poniendo en riesgo la seguridad ciudadana” y, en consecuencia, “se le impuso la baja deshonrosa y será juzgado por el delito de incumplimiento de deberes, desobediencia e insubordinación”.
El escrito no brinda mayores detalles, como si Acuña Avilés se encuentra en libertad o recluido, aunque según el medio opositor El Confidencial, la víspera por la noche, al anunciarse su destitución, debió ser internado en el Hospital Carlos Roberto Huembres “para que lo estabilizaran porque se le había subido la presión” y permanece allí custodiado por oficiales de la Policía.
El medio también sumó que la orden de su distanciamiento se habría dado tras un cruce que el Comisionado General tuvo con Rosario Murillo, número dos del régimen. “La caída de Acuña Avilés, ordenada por Murillo, se produjo después de que tuviera una discusión con la vicepresidente el 24 de julio”, indicó el periódico.
Inclusive, El Confidencial sumó que fuentes vinculadas a la Policía Nacional dijeron que en los últimos meses las “relaciones de tensión” entre ambos eran cada vez más visibles.
Acuña Avilés es el uniformado en servicio activo más prominente. Su carrera en la Policía, junto a Ortega, data desde la década de 1990, mientras su trabajo como jefe de la escolta del sandinista inició en enero de 2007, cuando éste volvió al poder. Posteriormente, en 2014, fue ascendido a comisionado general, el grado más alto en el escalafón policial que, en otros países, equivale al cargo de general.
Sin embargo, su caída en desgracia alertó nuevamente de la política de “mano dura” que el binomio mantiene sobre cualquier persona que se atreva a desafiar sus órdenes o sus acciones.
El ex embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos, el exiliado Arturo McFields, sostuvo en sus redes sociales que la baja de Acuña Avilés “debería abrir los ojos a miles de agentes policiales” en el país. “Ortega los abraza, los promociona, les pide que maten en su nombre, hasta que llega el día en que ya no le son útiles y los tira a la basura. Los dictadores no tienen amigos. Acuña lo entendió demasiado tarde”, agregó.
Por su parte, un miembro del Grupo de Reflexión de Excarcelados Políticos nicaragüenses en Costa Rica apuntó que “si este es un hecho que fue conocido públicamente, ¿Cuántos más no son de reconocimiento público?”.
Uno de los casos que más trascendencia tuvo en el último tiempo fue el de el general retirado Humberto Ortega, hermano de Daniel, luego de brindar una entrevista a Infobae en la que aseguró que “el país va al desastre” y que el binomio mantiene un “poder dictatorial”. Poco después, el régimen lo acusó de “traición a la patria” y lo dejó bajo “vigilancia médica” en su propia casa, lo que fue considerado como un arresto domiciliario por parte de la oposición.
A esto se sumó que, en las últimas semanas, se había informado extraoficialmente la destitución de varios sandinistas en el interior del país, así como del arresto domiciliario de Carlos Fonseca Terán.
(Con información de AFP y AP)