Zijin, la minera del régimen chino que busca quedarse con el oro en Colombia y el litio en Argentina

Tiene un historial turbio en materia de protección medioambiental y de derechos laborales. En Antioquia está enfrentado al Clan del Golfo. En Catamarca grupos locales denuncian contaminación del agua

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El proyecto de Zijin Mining en zona rural del municipio de Buriticá, en el departamento de Antioquia, Colombia, en junio de 2019 (Reuters)
El proyecto de Zijin Mining en zona rural del municipio de Buriticá, en el departamento de Antioquia, Colombia, en junio de 2019 (Reuters)

La historia de Zijin Continental Gold es rica en infortunios. Es la minera que explota los yacimientos de oro más grandes de Colombia -en Buriticá, Antioquia- y que ya tiene un pie en la Argentina -en Tres Quebradas, Catamarca- para quedarse con parte del litio, el nuevo oro blanco de la industria tecnológica.

Zijin es un monstruo minero estatal perteneciente al régimen chino. Es el brazo ejecutor de la ambiciosa estrategia de Beijing para conseguir recursos naturales en todo el globo —a costo bajísimo—, sobre todo en aquellos países con leyes permeables. Logró tener presencia en 15 países, la mayoría de América Latina, Asia Central y África.

Sus lazos con el Partido Comunista son fluidos y permanentes. A tal punto que cuando el presidente de la empresa, Chen Jinghe, tuvo la idea de trasladar la sede de provincia, la autoridad partidaria local lo amenazó: “Si quiere mudarse, tendrá que llevarse también la montaña Zijin a Xiamen”, le advirtió. Se refería a la mina local que transformó a la empresa en la primera productora de oro y segunda de cobre del país. Chen prefirió no innovar: dejó su empresa —y la montaña— en Shanghang, la sede central.

En su sitio, Zijin afirma que sigue al pie de la letra toda normativa del régimen, como cualquier empresa pública. Incluso continúa con ese mandato en el exterior. También describe las tareas que realizan los cinco miembros del Comité Supervisor, el ente interno que se encarga de auditar e informar a sus superiores cada paso de la empresa estatal. El omnipresente Partido Comunista Chino (PCC) está detrás de todas las decisiones, de todo detalle.

Pero ese riguroso comité parece ignorar algunos puntos básicos: las denuncias por contaminación y explotación laboral que suma a lo largo de sus décadas de existencia Zijin Continental Gold en todo el mundo. La minera que explota y sustrae oro en Buriticá —donde mantiene un extraño enfrentamiento con mineros locales y hasta con el Clan del Golfo— y comienza sus actividades con el litio en Tres Quebradas, suma un historial de escándalos internacionales que trata de dejar en el olvido.

Una crónica de 2013 de Reuters ya mostraba el verdadero espíritu de Zijin y el poco interés de Beijing por controlar transparentemente sus operaciones tanto locales como internacionales: “El problema es que siguen persiguiendo las ganancias. Proteger el medio ambiente es como medicarse, y no quieren eso”, fue lo que le dijo una fuente a esa agencia de noticias británica. Ya pasaron diez años de aquella historia y nada cambió.

En 2010 la reputación de la compañía paraestatal tocó su piso. Fue luego de que en Shanghang 9.100 metros cúbicos de lodo tóxico procedente de la montaña Zijin penetraran en el río Ting. El resultado fue devastador en términos ambientales: 4 millones de peces murieron y nadie se hizo cargo. La empresa tardó nueve días en admitir que se había producido un problema. El Comité Supervisor falló. O prefirió fallar.

El jefe de ese consejo partidario era Lin Shuiqing, antiguo jefe del gobierno local de Shanghang. Lin continuó en el cargo. Como si nada hubiera ocurrido. Otros altos ejecutivos de la empresa paraestatal también tuvieron roles oficiales: fueron tanto burócratas como legisladores locales. Curiosidades de una China con amplitud mental que en ocasiones premia a quienes incumplen oportunamente sus deberes más básicos.

Dos meses después de ese trágico incidente, otro siniestro tuvo lugar. Nuevamente la rotura de una represa. Aquella vez en la provincia de Guangdong. Las autoridades locales quisieron mostrarse duras y multaron a Zijin. Pero la contaminación continuó a la par de las operaciones corporativas. Los desbarajustes ambientales de la minera de oro, cobre y litio más grande de China fueron tapados con anuncios de inversiones que ninguna firma independiente pudo constatar. También con obras para las comunidades urbanas para aplacar la furia que habían desatado a su paso.

Desde entonces —la peor crisis de imagen de la compañía en manos del estado—, Zijin ha multiplicado sus esfuerzos y recursos para revertir su imagen. Gastó millones de dólares en lobistas y agentes de prensa para que los desastres naturales que ocasionaron sus proyectos mineros quedaran atrapados en la amnesia de la historia.

Serbia también padeció la mala praxis china. Bor, al norte, es una de las ciudades más contaminadas de la nación. La población local protesta porque el aire es irrespirable y el agua intomable. Ambas tienen grados de toxicidad imposibles de tolerar. Serbia Zijin Copper —como se llama allí la firma— explota el complejo de minería de cobre y amplía sus operaciones sin permisos ni consentimiento oficial. Hace pocos meses, el presidente serbio Aleksandar Vučić se reunió con Chen. Ambos sonrieron. Business as usual.

Vučić colocó los negocios por sobre todo. Incluso por encima de los habitantes locales de Bor que debieron aceptar un valor mucho más bajo por sus propiedades del precio de mercado para que Zijin pudiera operar. Resignados ante la voluntad del propio gobierno y del régimen chino de instalarse allí como sea, tuvieron que malvender todo y marcharse. “A mi familia le ofrecieron inicialmente un precio inaceptablemente bajo por la compra de nuestra casa y nuestras tierras. Cuando rechazamos la oferta, nos despojaron inmediatamente de nuestros cultivos, y las tierras fueron entregadas a Zijin Mining”, declaró Miodrag Živkovic al sitio Fian International, una ONG de derechos humanos para el acceso a la tierra y los alimentos radicada en Suiza.

Pero los conflictos alrededor de Zijin no terminaron allí. Tiene denuncias por explotación laboral en decenas de lugares. Serbia también se anota en ese escándalo. El 14 de enero de 2021 la minera debió soportar una protesta breve pero ruidosa. Una docena de trabajadores se congregó en sus puertas luego de que se conociera que en su interior se producían restricciones de movimientos, jornadas laborales de más de doce horas y hasta retención de pasaportes y documentación. “No somos obreros, somos prisioneros”, dijo uno de ellos —bajo la condición de anonimato— en diálogo con BalkanInsight, donde confirmaba los sometimientos de los que eran víctimas.

Los empleados de la mina estaban presos, efectivamente. Eran en su mayoría mano de obra china, echando por tierra la promesa de que se multiplicarían los puestos locales. La ley laboral serbia no estaba vigente para ellos. Zijin había conseguido que las normas locales quedaran sin efecto puertas adentro de su complejo minero. Una especie de zona de exclusión china. Ese modelo es el que intenta imponer en cada lugar que aterriza.

Para mejorar su imagen en aquel país europeo, la compañía paraestatal china quiso identificarse con la población. Es así que comenzó a patrocinar equipos deportivos nacionales de voley por todo el mundo. No resultó. Ningún serbio cambió el agua por un bloqueo en la red.

Sudamérica

El enfrentamiento que mantiene la empresa de Xi Jinping con el Clan del Golfo volvió a colocar a Zijin en los titulares del país. Mineros locales pretenden continuar con la explotación de uno de los yacimientos de oro más importantes de la región pese a la presencia de la compañía china. Y el poderoso grupo criminal se involucró de lleno en el conflicto. Ahora, el régimen chino presiona por todos los canales para que el gobierno de Gustavo Petro le brinde protección extra en una guerra frontal entre ambas partes.

Como suele ocurrir en cada uno de los países donde China ejerce un poder desmedido, su embajador es el principal lobista y mensajero de los intereses de Beijing. Lan Hu es el encargado de esa misión. Tanto él como los máximos ejecutivos de la firma amenazan al gobierno colombiano con retirar a la empresa del país —y otras inversiones— si no actúa de inmediato. Una extorsión disfrazada de trámite. Quiere un ejército que blinde sus operaciones. Hay quien sospecha que Zijin quiere vía libre para contratar a mercenarios extranjeros para que velen por sus intereses. El Grupo Wagner ya opera en Venezuela.

En la Argentina, en tanto, los problemas con sectores ambientalistas y de derechos humanos que ven una amenaza en la presencia de la corporación en Tres Quebradas, Catamarca, crecen. Fiambalá Despierta, una asamblea popular de esa localidad de Tinogasta, denunció la contaminación del agua y “avasallamiento” de los trabajadores y habitantes de la región. Se cree que el agua ya está contaminada. El gobierno catamarqueño reaccionó: en noviembre pasado clausuró temporalmente la planta por irregularidades en el manejo de residuos.

Unos meses antes, en marzo de 2022, una parte importante de la cúpula de la compañía se había presentado en la sede del gobierno argentino. El vicepresidente de Zijin, Shaoyang Shen, el jefe de finanzas Leslie Shen y el gerente general de la operación local, Huang Huaiguo posaron sonrientes para las cámaras. Nada se habló entonces de las denuncias de contaminación y explotación laboral que pesan sobre la corporación del régimen chino. Nadie quería perderse ese momento de gloria.

Twitter: @TotiPI

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