Dolli Irigoyen revela sus secretos: las hamburguesas de Ricky Martin, las milanesas para Nicki Nicole y cómo puso a Joaquín Sabina a cortar hongos

A solas con Teleshow, la reconocida Chef, analiza el éxito de los programas de cocina en televisión, habla de la competencia entre colegas y recuerda algunas de las anécdotas más divertidas que vivió con celebridades de todo el mundo

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Dolli Irigoyen, en exclusiva con Teleshow, analiza el boom de los programas de cocina

“Cuando lográs abrir a una persona a través de la comida, lográs muchas cosas: enamorar a una pareja, arreglar o cerrar un negocio”, dice Dolli Irigoyen, con conocimiento de causa. La cocinera ícono de la televisión argentina no descansa: paladares de reconocidísimas figuras internacionales y locales degustaron sus platos. Irigoyen puede jactarse de haberle dado de comer a Antonio Banderas, Joaquín Sabina y Ricky Martin, entre muchos otros. Su mano para la cocina la llevó a recorrer el mundo y hoy, en pleno auge de los formatos audiovisuales sobre el universo culinario, es una de las estrellas indiscutibles.

En esta entrevista con Teleshow, la chef revela sus anécdotas de una vida entre hornallas de lujo y presenta el nuevo proyecto del que forma parte: Maridaje, la serie de ocho capítulos que puede verse por Flow. “Son ocho cocineros, ocho bodegas y ocho sommeliers”, explica, y promete un recorrido gourmet por todo el país. Dolli forma parte del primer episodio junto al sommelier Matías Precioso.

—Encabezás Maridaje con el primer capítulo del reality. ¿Lo disfrutaste?

—Fue muy lindo que me convocaran para hacer este capítulo. La bodega está en Chapadmalal, de Trapiche. Son los primeros que se atrevieron a hacer una bodega a la orilla del mar, con el aire marino y la salinidad que le da al suelo. Lograron tener unos vinos riquísimos. Me puse en la búsqueda del producto de la región y la estrella en el momento en que lo hice fue el pez limón. Algo extraordinario que aparece en una corta temporada en Mar del Plata. Ya había ido para cuando se hizo Masticar en Mar del Plata. Estuve en la chacrita en donde se hacen unos quesos de cabra maravillosos y donde dos chicas con la mamá hacen un esfuerzo increíble para tener la producción de la leche de cabra y una huerta orgánica maravillosa. Así que junté esos dos productos para cocinar. Me entusiasmó mucho el proyecto con el despliegue, con la técnica, con la seriedad que se hizo, como si fuese cine.

—El universo culinario televisado en muchos y diversos formatos es de lo que más funciona hoy en día. Siendo una de las protagonistas históricas del ambiente, ¿cómo lo vivís? ¿Cómo fue tu paso por MasterChef?

—Lo positivo es que, en un momento de pandemia y angustia, de no tener un futuro claro, de no poder hacer demasiados proyectos porque el virus te cambia el juego todo el tiempo, es un programa familiar a un horario donde todo el mundo lo puede ver. Lo que más me llama la atención es que los niños se hayan enganchado. Se escriben entre ellos, hacen apuestas de quién gana, tienen sus favoritos. El programa ha llevado a muchos chicos a entrar a la cocina, a jóvenes, a hombres.

—¿Cómo la pasás cuando te toca hacer de jurado?

—La paso bien. Cuando me ha tocado MasterChef, tenés plena libertad de desarrollar tu personalidad. Soy bastante estricta cuando me toca juzgar y cuando fui invitada marqué que era muy observadora. Cada uno tiene su personaje y me parece que me salió bien (risas). No la mala, como dicen algunos; sí la directora de escuela.

—¿En Bake Off también se viene este perfil de directora?

—Todavía no hay nada cerrado. Vamos a ver qué pasa, estamos en charlas.

—¿Cómo se llevan entre los cocineros profesionales? ¿Hay competencia? ¿Se critican unos a otros?

—No. Compartimos mucho, nos queremos. Competimos sanamente: claramente que competimos. Siempre hay esa cosa de celo profesional. Yo ya estoy más allá de todo eso, pero los más grandes somos buenos amigos. Masticar y nuestra Asociación de Cocineros Acelga nos unió, nos bajó los egos, fundamentalmente. Es en vano luchar por ser el mejor: cada uno tiene que encontrar su camino. La relación es muy buena, no como hace 30 años atrás, que no te daban una receta. Lo más importante es bajar los egos, que es lo que arruina las relaciones.

"Cuando son tan grandes, son tanto más simples y sencillos", afirma Dolli Irigoyen, que le cocinó a Ricky Martín, Joaquín Sabina, Mercedes Sosa y muchísimas figuras más

—Tenés una trayectoria envidiable, te ha tocado cocinarle a celebridades internacionales como Joaquín Sabina, por nombrar a uno de muchos.

—Tres veces. Sí, un genio, un tipo espectacular, cariñoso. Le cociné una vez que se juntó con Kany García y con otros tantos artistas. Esa vez cocinó: agarró un cuchillo, picó los hongos, hicieron un risotto. Fui a Miami a hacer eso especialmente, era parte del entretenimiento. Llegaban a un lugar, se tomaban un trago, venían a cocinar conmigo. La segunda vez, no cocinó tanto, pero dio la orden: “¡Dolli manda!”. Estaba terminando la gira mundial en Miami, venía muy cansado, había tenido algunos problemas, y el agasajo de Sony fue invitarlo a esta gran comida. Después, no terminó con la comida: terminó a las cuatro, cinco de la mañana tocando, cantando. Es el placer más grande y la fortuna que tengo de hacer esos eventos donde comparto con todos ellos.

—Me acuerdo de haberte visto con Ricky Martin, también.

—Ricky, un divino: me grabó un video para mis nietas. Fue Fito Páez. Cociné para los Grammy; creo que este año se vuelven a hacer y voy a volver a ir. Afo Verde, de Sony, tuvo la idea de contratar uno de los mejores hoteles de Las Vegas donde, si bien cocinaba en la cocina principal, a último momento subía todo a la suite. Tenía mi cocina ahí y una habitación para armar todos los platos. 20 personas todos los mediodías, todas las noches, durante cinco días, compartían. Él decía: “No quiero que solo se queden con el recuerdo de que vienen a competir sino que compartan la música, el estar juntos”. De acá fueron (Lali) Espósito, (Nicki) Nicole, Fito, todos ganaron sus premios. Los Montaner... A todos les he cocinado.

—¿Quién de estas celebridades hizo el pedido más disparatado?

—Nicki Nicole, que quiso comer milanesas.

—¡Milanesas teniendo a Dolli Irigoyen!

—Se las hice con todo placer. Es chiquita, no le gusta comer comidas raras. Después publicó: “Son las mejores milanesas del mundo”. Su madre la quería matar.

—Lo choluleaste a Ricky Martin pidiéndole el videíto para tus nietas.

—Sí. Estábamos charlando y le dije. Ellos se prestan. Cuando son tan grandes las personas, son tanto más simples y sencillos, más cercanos de lo que uno se imagina.

—¿En ese mismo evento fue que le cocinaste a Ricky?

—En ese mismo evento. Sobre el final, eran las dos de la mañana y todavía se seguían quedando y cantando, y se armaban círculos y tomaban vino. Yo había preparado unas hamburguesitas con un huevito con trufa y se estaba yendo. La salida de la suite principal daba con el pasillo al que daba la cocina y justo tenía la puerta abierta. Cuando se está yendo, me ve en la cocina y se mete con todo su equipo, y le digo: “Ricky, ¿te vas antes de las hamburguesas?”. “¡¿Cómo?! ¡¿Hay hamburguesas?!”. Entonces se quedó. Le armé una a cada uno y se fueron comiendo. Amoroso.

—Y en Argentina le cocinaste a todos los que vinieron.

—A Antonio Banderas, a Serrat.

—A Joan Manuel Serrat le cerraron el espacio.

—Siempre se cierra, sí. Estuve unos 15 minutos charlando, sacándonos fotos. Fue tan agradable. Igual que Antonio Banderas. Con Banderas habían reservado como tres lugares a ver dónde quería ir. Vino, entró, agarró una copa de vino, se relajó y a la tarde hacían alfombra roja de El gato con botas, junto a Salma Hayek.

—¿Te pidió algo en especial?

—No. Sabía que le gustaba el té blanco y di vuelta el mundo hasta que conseguí. Se quedó pasmado cuando le di té blanco sobre el final de la comida.

—Lo habías estudiado.

—Por supuesto. Teníamos programado hacer empanadas así que les di una mini clase. Se re prendió. Se las comieron, estaba encantado. Nos advirtieron: “No hay que sacarle fotos, no hay que acercarse, no hay que preguntarle nada”. Se puso a charlar conmigo, con mi cocinero, metió las empanadas en el horno de barro. Antes de irse agarró a la señora que limpia, a las mozas, se abrazó con cada uno, se sacó una foto con cada una de todas las personas que trabajan conmigo. Cuando son estrellas de verdad, se relajan. Se quedaron hasta las cuatro y media de la tarde. Se tenían que ir a duchar y a cambiarse para ir a la alfombra. Súper relajados, tomando vino. Salma decía: “No me va a entrar el vestido; bueno, no importa”. Se iba a ir antes y se quedó hasta el final. Cuando creas un ambiente favorable, amistoso, con una energía positiva, conquistás a la gente.

—¿A qué presidentes te tocó cocinarles?

—En la Academia Argentina de Gastronomía en el Four Seasons, que en ese momento era el Hyatt, pero no es lo más agradable que me ha tocado hacer. Me tocó cocinarle a (Carlos) Menem. Tenía que ser un súper menú, con siete pasos, con hierbas frescas. Tenían que probar la comida y dicen: “No, el señor viene con un menú porque está con una dieta. Tiene un problema cardíaco, así que va a comer huevos revueltos con tomate y omelete de jamón y queso”. Entonces, agarré al chef del hotel y le dije: “Encargate de la comida del presidente”. Yo sé lo que le pasó a Menem: no sabía manejar los cubiertos. Entonces, le pedían cosas que solo tuviese que manejar el tenedor porque estaba ante los académicos. Huevo de entrada y huevo de plato principal es para reventarle el hígado y el corazón. Después, estaba armando el Howard Johnson de Pilar y llegó a inaugurarlo en helicóptero. Simpatiquísimo Menem. Entró a la cocina, nos abrazó a todos y dijo: “Me quiero sacar una foto”. En ese sentido era súper conquistador. Es al único; no me tocaron más presidentes.

—¿Alguna otra figura que te haya encantado?

—Haber estado con Susana (Giménez) en su programa me ha parecido lo más divertido del mundo. Le he cocinado a Mercedes Sosa; grandiosa. Me miraba en televisión, me llamaba y me elogiaba. Sabía lo que había hecho y si la tentaba, me lo pedía. Mercedes era algo increíble. Para sus cumpleaños le pedía a Osvaldo Gross o a veces me pedía a mí. Me invitaba a tomar el té para que le llevara bombitas. Una cosa increíble. Cuando firmó el último contrato con Sony lo hizo en Espacio Dolli y me pidió langostinos.

—Igualmente, los preferidos son los nietos, ¿no?

—Todos. Los más grandes ahora están en Inglaterra por un tiempo más. Con ellos de chiquitos hice exactamente lo mismo que estoy haciendo con los melli ahora. Con esto de la pandemia vienen bastante a Espacio Dolli porque viven a dos, tres cuadras. Si no en Las Heras, mi pueblo, pasamos los fines de semana. Son adorables y tienen un paladar... Entran, huelen y saben, y me van a buscar las hierbas al jardín. Además, te elogian o te defenestran la comida.

—Ahí no aparece la directora de colegio que aparece en MasterChef.

—También los educo. Cómo se tienen que sentar en la mesa. Como los tengo tanto tiempo, porque la mamá trabaja conmigo y entonces vienen, están en el Espacio. Las reglas de comportamiento, de no correr, de no gritar, de un montón de cosas. Y también acato las órdenes de los padres. Hay que respetarlos.

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