Había ganado tantas batallas que, a pesar de que los pronósticos no eran para nada alentadores, todos tenían la esperanza de que Jorge Lanata venciera a la muerte una vez más. Sin embargo, ese 30 de diciembre de 2024, llegó la noticia que nadie quería escuchar. Después de seis meses y medio internado en el Hospital Italiano, el creador de un estilo único de hacer periodismo falleció. Pero dejó un legado imborrable, ya que varias generaciones aprendieron de Página 12, Día D, Periodismo para todos o Lanata sin filtro, entre otros de los tantos trabajos en los que marcó su impronta.
Para muchos fue un ídolo, un referente, un amigo o un compañero de trabajo. Pero para Lola Lanata fue, y es, su padre. Y por eso, el dolor por su partida física sigue tan presente en su corazón. “A un año de que se fue papá, su voz sigue presente. En sus ideas, en su forma de mirar la realidad y en la pasión con la que ejerció su trabajo. Mi papá fue un hombre profundamente comprometido con decir lo que pensaba, incluso cuando incomodaba. Ese legado sigue vivo en quienes lo leyeron, lo escucharon y lo quisieron. Lo extrañamos todos los días. Extrañamos su manera de ver el mundo, su sentido del humor y las conversaciones interminables que me enseñaron a pensar, a preguntar y a no quedarme nunca con la duda. Recordarlo es también agradecer por lo que fue como periodista, pero sobre todo por lo que fue como papá“, dijo la joven que nació como fruto de la relación del Jorge con Sara Stewart Brown.

Fueron muchos los proyectos en los que Luciana Geuna coincidió con Jorge. Y, por eso, la periodista no puede asimilar su ausencia. “Cuando ponía las Variaciones Goldberg, Lanata siempre nos pedía silencio. Decía: ‘Escuchá. Subí el volumen. Escuchá cómo murmura Glenn Gould mientras toca el piano’. Eran silencios largos llenos de música. Como un trance al que él nos invitaba. Debo haber tenido 26 años cuando me regaló el CD para que lo pusiera en casa y detectara los susurros del pianista. La última vez que Lanata pidió silencio por esta obra de Bach fue en Radio Mitre el año pasado. Yo manejaba al centro y lloré escuchando cómo con su voz ya falta de oxígeno y su cuerpo cansado, dijo al aire: ‘Escuchen’. Respiraba como podía. Después lo internaron. Y acá estamos. A veces me parece que las historias como la de Glenn Gould son las que más hablan de él. Porque con tanta música me enseñó a escuchar, que es probablemente la primera lección del periodismo. Y me enseñó infinito de todo lo demás“, señaló.
Compañero en sus programas de Radio Mitre y ElTrece, Rolando Barbano no dudó en recordar al periodista con unas sentidas palabras. “No descubro nada si digo que Jorge fue el mejor periodista argentino de la historia. Que tanta gente lo ame y tanta gente lo cuestione lo confirma. Pero fue mucho más que eso. Creó un estilo de hacer periodismo, sincero y humano como nunca antes se hizo, cercano a la gente, al espectáculo y a la publicidad. Y lo mejor de todo es que lo enseñó a generaciones y generaciones de periodistas, porque fue un maestro con mayúsculas y con una generosidad que yo nunca vi. Era tan grande que ni siquiera necesitaba esconder los secretos de su genialidad, porque era inigualable. Los enseñaba todos los días. Y era todavía mejor persona que periodista. Trabajar con él fue un honor, un aprendizaje diario y un desafío intenso. No hay día en el que no piense qué diría o qué haría él y no hay día en el que no lo extrañe. Creo que lo más increíble de su personalidad es que la gente que nunca en su vida lo vio lo extraña como si hubiera perdido a un amigo. Pasan los meses y esa ausencia que dejó se hace cada vez más enorme. No habrá otro igual y por eso cada vez es más y más grande", señaló el columnista de policiales.
Por su parte, Marina Calabró señaló: “La de Lanata es una ausencia insalvable. Es la primera persona que se me viene a la cabeza cuando tengo que tomar una decisión laboral, es el consejo que falta, es la seguridad que no estando él te hace sentir desprovisto. Yo me siento una privilegiada por haber compartido nueve años en su programa de radio y atesoro un montón de momentos. Sobre todo, en relación a esa actitud que me enseñaba a confiar en mí, algo que tanta falta me hace. Así que creo que es irremplazable, no habrá ninguno igual. Distinto a todos, desprejuiciado y sin ningún tipo de rollo con respecto a lo que era serio y lo que no. ¿Cuántos periodistas políticos de su talla se hubieran animado a jugar con información del espectáculo como él? Era un fuera de serie. Y se lo extraña cada día".

Cecilia Boufflet fue una de las principales colaboradoras de Lanata, tanto en radio como en televisión. “Muchas veces pienso que en lo que más se lo extraña es con las cosas personales. Jorge abarcaba mucho espacio. La relación no terminaba solo en el trabajo: quería saber de tu vida, opinaba, daba consejos, pedía consejos. Es difícil encontrar gente con la capacidad de escuchar a los demás y valorar lo que dicen, cuando uno piensa que no tiene nada para aportar. Lo extraño cada vez que hay un hecho relevante política o económicamente en Argentina o en el mundo. Me falta prender la radio y escucharlo. Aunque andaba poco en la calle por cuestiones de salud, tenía una gran percepción de la realidad con una agudeza enorme. Sabía lo que pensaba la gente, aunque él no estuviera todos los días en una esquina porteña tomando café. Seguía teniendo como nadie esa sensibilidad de lo que estaba pasando. Pienso qué me diría cuando tengo que tomar una decisión personal o profesional. Fue la persona que mejor pudo explicarle a una sociedad masiva, a una comunidad enorme, lo que pasaba aunque eso que pasara fuera muy complejo. Supo interpretar como pocos el humor social. Y no le tuvo miedo a ir en contra del statu quo. Me quedaron para siempre esas cosas de un tipo que estaba tantos metros arriba nuestro y que siempre hablaba en plural sobre lo que hacíamos todos. Siempre tenía el cuidado y el valor del trabajo, de hablar en nombre de todos, para que quedara claro de que él no estaba solo”, reflexionó la periodista de Infobae en vivo.
Márgara Griffin era productora de Revista XXI y, a pesar del paso del tiempo, siempre mantuvo un lazo afectivo con Jorge. “Nunca pensé que la muerte de Lanata me iba a pegar tan fuerte. Lo sentía como una ‘identidad paternal’ proveedora, porque siempre que recurrí a él me ayudó y todo lo que tengo se lo debo a los trabajos que él me dio. Siempre, hasta que se casó, seguimos en contacto. Y por suerte me pude despedir de él en la legislatura y darle un abrazo a Kiwi. Era una persona de una rapidez mental inusitada y un sentido del humor increíble. Se fijaba en todo, era detallista (y seductor) y notaba hasta si cambiabas el color del labial. Solidario como pocos, generoso. Cuando a mi mamá la internaron en el Hospital de Clínicas lo llamó al director para que la atendieran bien y, cuando murió, me llamó su secretaria para que lo tuviera en cuenta por cualquier cosa que necesitara. Me enseñó a trabajar y a poner todo para conseguir algo. Era muy exigente. Si yo le contestaba que era imposible, por ejemplo armar una producción de moda un día sábado para el domingo, él me contestaba: ‘¿Querés que la arme yo?’. Le encantaba la moda y Martín Caparrós se ponía furioso porque me otorgaba en la revista muchas más páginas que a cualquiera. Para mí fue la persona más excepcional que conocí. Por su inteligencia, solidaridad y su sentido del humor único. Realmente, tardé mucho tiempo en superar su ausencia", recuerda.

La relación de Romina Manguel con Jorge trascendió el ámbito laboral y ambos lograron construir una férrea amistad. “Lanata fue el tipo más libre que conocí en los medios. Además, fue el amigo más duro y la persona más divertida. ¿Andá a remplazar ese combo? Era un crítico tremendo del laburo de sus amigos y, sobre todo, de los que entendía que éramos como sus alumnos. Porque yo vengo de una camada que aprendió a trabajar con él y, con nosotros, era particularmente duro. Y cuando digo duro, digo de llamarme y decirme: ‘¡Qué cagada el programa que estás haciendo!’. Era un mundo Lanata. Y había que saber interpretarlo. Porque siempre lo hacía con mucho amor, pero era un tipo que te decía lo que quería. Y yo le tenía el respeto suficiente como para escucharlo, siempre en términos muy brutales. Es difícil de explicar, pero fue el tipo más cariñoso con una manera muy particular de expresar ese cariño. Y pelearse con él no era para cualquiera... ¡Te podía dejar de cama! La cantidad de guita en terapia que me debe... Tenías que pedir terapia por contrato para poder trabajar con él. Pero también te hacía reír mucho. Le gustaba el puterío como a nadie. Lo suyo era la política, pero los chimentos le divertían y sabía todo. Por momentos no puedo creer que ya no esté, me olvido que se murió“, dice la actual conductora de Opinión Pública, en El Nueve.
Además de trabajar en su programa de Radio Mitre, Gonzalo Sánchez compartió con Jorge las redacciones de Revista XXIII y Diario Crítica. “Recuerdo un consejo de él cuando empezó la guerra de Ucrania. Me habían convocado para ir y le fui a preguntar si estaba bien que fuera. Él me dijo: ‘¿Dónde te gustaría estar en este momento como periodista? ¿En qué lugar están pasando las cosas que todos queremos ver y escuchar?’. No quedaba dudas de que tenía que ir. Tenía una potencia que destrababa cualquier duda. Nos gustaba ir a buscar su voz, su palabra, su consejo. Recuerdo su predisposición al laburo y la capacidad que tenía para detectar el valor específico en cada uno de nosotros. Nos decía: ‘No servimos todos para todo’. Había que darse cuenta, aprender a detectar aquello para lo que servimos. Esa claridad, esa simpleza era inolvidable. Lo extraño mucho. Sigo sintiendo que es una ausencia muy latente. Es difícil pensar la profesión sin Lanata. Siento que está vivo en cada uno de nosotros. Lanata este año hubiera seguido siendo Lanata, haciendo el ejercicio que nos enseñó. ‘¿Cuál es el tema? Este. ¿Dónde nos paramos, en qué lugar crítico de ese tema nos paramos?’. Lo hubiese seguido haciendo todos los días", aseguró.
Finalmente, Maru Duffard, columnista política en su programa de radio y televisión, indicó en diálogo con Infobae: “Vengo pensando mucho en Jorge, por cuestiones personales y por su voz en las noticias. Hay una mirada que no tenemos y un silencio que se nota. Muchas veces me encuentro diciendo: ‘¿Qué hubiera pensado Jorge de esto?’. Lo extraño en términos personales. Las cosas en las que pienso tienen que ver con la vida cotidiana: discutir de la actualidad, pero sobre todo de las cosas de la vida, de los hijos, de los formatos de pareja, de las decisiones a largo plazo, sobre el amor por los hijos, por los padres. Jorge era una persona expansiva. Cuando la dejás entrar a tu vida, no se va más. Lanata veía en los demás una capacidad de hacer, de resolver, de generar contenido que ni uno mismo puede ver. Fue mi director de tesis y en la carta de presentación puso cosas como que yo iba a ser algo que ni siquiera podía imaginar. Lanata era un descubridor. Tenía una audacia, una valentía, un sentido de la oportunidad. Su voz hoy hace falta, por esa mezcla de intelectualidad y sentido común. Tenía la capacidad de decir de manera simple cosas súper complejas".
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