
Aquel lunes 14 de diciembre de 2015, hace ya nada menos que diez años, no fue un día más en la vida de Moria Casán. Una semana antes les había dicho a sus abogados, Víctor Stinfale y Matías Morla: “Yo necesito viajar sí o sí para solucionar mi situación legal en Paraguay. No me gusta seguir en esta incertidumbre que no me deja salir del país. Quiero ir con mi nieta y mi hija a Disney y no puedo. Vayamos a Asunción, me la banco... Que digan lo que quieran, soy una mujer fuerte”, les expresó con la firmeza habitual de su lengua karateca. Se refería a aquel conflicto que tenía por una causa en la que permanecía imputada por el hurto de un collar valuado en 80 mil dólares, perteneciente al joyero Armando Benítez, que le prestó la gargantilla para que desfilara en un evento realizado en el edificio de la Conmebol, allá por junio de 2012.
Ambos letrados, quienes además eran de su más absoluta confianza le advirtieron que semejante decisión de su parte seguramente iba a provocar un terremoto judicial en el país vecino, generaría conmoción su presencia, y podía llegar a ocurrir alguna situación inesperada o paso en falso en materia judicial, hecho que finalmente pasó. Y apenas llegó en avión privado fue detenida en el aeropuerto Silvio Pettirossi.
Pero a ella, con el coraje que la caracteriza, ningún riesgo le importó. Quería limpiar su honor a toda costa dejando en claro que no tenía nada que ver con aquel hurto del dudoso y cuestionado collar guaraní.
Sobredosis de tereré
El tema crucial en ese particular momento fue que la jueza que intervino, Dina Marchuk se la complicó. Digamos que había quedado con algún resquemor por unos dichos de la diva en una visita anterior cuando en tono de broma dijo que algunos en Paraguay querían colgarse de sus lolas para hacerse famosos, y entonces lanzó otra de sus frases memorables: “esa gente había ingerido una sobredosis de tereré”, lo que provocó una reacción divertida en el público, pero no tanto en la magistrada, quien decidió y dio la orden de que se la trasladara al penal de mujeres del Buen Pastor, “a causa de que ‘la vedette’ no contaba con arraigo en el país”.

Así las cosas, dicho lunes 14 de diciembre Moria fue detenida por policías del Departamento de Investigación de Delitos. Y trasladada al Hospital de Policía para que fuera revisada y atendida, y luego a la Comisaría de Mujeres, donde pasó la noche a la espera de la audiencia con la jueza Marchuk. En Paraguay, su defensora fue la doctora Miriam Areco Amaral, quien de inmediato pidió la prisión domiciliaria, fundamentando que no existía peligro de obstrucción a la investigación penal y ofreciendo una fianza de 210 mil dólares. Pero la negativa fue tajante. El clima judicial se había enrarecido y los medios locales también jugaban fuerte potenciando el escándalo con títulos como: “La vedette que hasta el lunes disfrutaba del glamour de un departamento chururú alquilado–lujoso, selecto–, ahora vive entre reas”.
Al otro día, el martes 15, Moria fue llevada en medio de un operativo algo exagerado a la cárcel de mujeres del Buen Pastor, ubicada sobre la calle Choferes de Chaco, en Asunción. La registraron con el número 453 y quedó alojada allí, en una prisión donde a lo largo de su historia los motines son moneda corriente igual que la superpoblación. Más allá de eso, las reclusas la recibieron con una ovación al grito de “¡Te amamos, Moria!”. Tampoco faltó el: “Si querés llorar, llorá”, de las más atrevidas y divertidas.

La diva estaba convencida de que todo era una pérdida de tiempo porque ella había llegado con Armando Benítez, el joyero, a un acuerdo homologado ante la Justicia, pero con tal de solucionar el problema y poder viajar con su hija y su nieta a Disney soportaría lo que viniera en pos de arreglar todo y poder partir de una vez por todas. El informe de rutina del doctor Miguel Ángel Cuéllar Hoppe, psiquiatra forense de la Corte decía: “que se hallaba ‘vigil, orientada en tiempo y espacio, coherente, colaboradora con la entrevista”.
El origen del conflicto y el reclamo
La historia cuenta que el viernes 27 de julio de 2012, Moria se presentó en el Centro de Convenciones de la Conmebol, en Luque, en lo que se dio en llamar el “Moria Fashion Show”. Ella misma, incluso, lo anunció por su cuenta de Twitter: “Desfiles, shows en vivo, performances, stand up, mis monólogos y el gran Aqua Dance”. Nunca imaginó que ese evento le provocaría semejante dolor de cabeza. Juan Armando Benítez, un joyero, le facilitó con clara intención publicitaria un juego de alhajas para lucir en el festival: según él, una gargantilla y aros de brillantes, valuados en 80.000 dólares. “Me comprometí a pagarle mil dólares por llevarlas puestas”, dijo Benítez, pero la diva negó que fuera así.

El desencadenante se produjo al final de la presentación cuando el joyero fue al camarín y reclamó las alhajas para llevárselas y no las encontró. Aldo “Galo” Soto, el asistente de Casán, contó que él mismo se las quitó del cuello porque a la vedette le daban picazón. Y que luego las colocó en una caja roja y se desentendió del tema. “Benítez la saludó en el camarín, se sacaron fotos y tuvieron una charla amena; él preguntó por las joyas y Moria le contestó que estaban en la caja, pero el joyero no encontró nada. Entonces ella le pidió que llamara a la policía, pero Benítez se despidió diciéndole: ‘Chau, reina; chau, diosa’”, detalló Galo. La denuncia fue presentada a las 16.30 horas del día siguiente (sábado 28) por el propio Benítez.
Por lo tanto, la fiscal de la causa, Celeste Campos Ross, ordenó la detención de Moria, quien ya había hecho los trámites de Migraciones en el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi de Asunción para regresar a Buenos Aires. Ya arriba del avión se le comunicó que debía prestar declaración porque estaba acusada de apropiarse de dichas joyas. La vedette tuvo que bajarse y dirigirse a la Comisaría Metropolitana de Mujeres donde no quedó incomunicada, pero se vio obligada a pasar la noche en una de las oficinas. La fiscal le tomó declaración indagatoria recién a las 9.30 del domingo, y aclaró: “Por el momento no hay imputación alguna. Se la detuvo para que explicara dónde estaban las joyas”. Consumado el trámite, Moria recuperó la libertad y pudo volver a la Argentina mientras la causa continuó tramitando.
Encarcelada con glam

En la cárcel del Buen Pastor sus compañeras de pabellón estaban fascinadas con la presencia de Moria y le contaban que en julio de ese año pudieron saludar al papa Francisco cuando pasó por allí. La prisión es una típica construcción de principios del siglo XX, muy precaria en sus pabellones y patios. Tiene talleres de tejido y peluquería, entre otros. Hay sectores para que las madres puedan convivir con sus bebés. Está superpoblado con camas cucheta, por la falta de espacio, pero la convivencia es bastante buena. La Casán tras los barrotes enviaba mensajes optimistas: “Amo a la Argentina. Agradezco a todos los que pidieron mi libertad. No me hago la superada; tengo ganas de volver”. Y se siguió comportando como una lady, tanto en los tribunales asunceños como en prisión, siempre con muy buena onda y predisposición para el diálogo y recomponer la situación que le tocaba atravesar.

En prisión desayunó chipá con mate cocido y sus compañeras la ayudaron a pasarla lo mejor posible, atendiéndola en la peluquería donde las chicas se desempeñan como una de las tantas actividades que realizaban: “Me considero una ciudadana común, sin privilegios. Las reclusas son lo más. Me hicieron las manos, los pies, me peinaron... Voy a volver a visitarlas. Estoy muy bien. Dormí de un tirón, tranquila... Me levanté regia. Estoy muy bien atendida. Es toda una experiencia. Me hace acordar a cuando hacía películas”, expresó entre micrófonos y una multitud que la vivaba camino al Juzgado. Y se divirtió con la foto que trascendió a los medios y se viralizó, donde aparecía en la celda sobre su catre, con lentes y bata blanca. “Agradezco a todos los que se sumaron a la marcha pidiendo por mi libertad. No me hago la superada: tengo ganas de volver”. Y enseguida se atrevió a la broma: “Miren qué bijouterie tengo” –con referencia a las esposas que podían verse en sus muñecas–. Helena (su nieta) me dice: ‘Te amo, te extraño... ¿Podrás venir para las Fiestas?’. Yo le contesto que no sé. Esto lo estoy viviendo como un reality. Soy muy desdramatizadora de las situaciones. Siempre estuve fuerte, nunca triste ni con temor a nada. Si me tengo que quedar un mes, sólo les pediré a mi nieta y a mi hija que me vengan a visitar: las extraño mucho”.
Cuestión de estrategia
El abogado Matías Morla explicó a Infobae cuál fue el plan a desarrollar para obtener la libertad: “Apenas nos enteramos del pedido de extradición que llegó desde Paraguay fuimos al Juzgado de Morón y logramos que se declare la no extradición de Moria. Pero más allá de eso, ella demostró su valentía y honestidad y decidió viajar a Paraguay sabiendo a lo que se podía exponer. Nadie hubiese decidido lo que decidió ella, eso la hace única. Ya en Paraguay, junto con el doctor Stinfale y los letrados de allá, armamos una estrategia que tenía como base la parte jurídica porque debíamos intervenir respetando las leyes de otra nación, atendiendo también las urgencias de Moria. Claro que en ese punto su manera de manejarse nos facilitó todo porque esperó sin apresurarse, se sometió al proceso sin pedir privilegios y cumplió con cada uno de los requisitos de la justicia. No solo en el proceso, sino una vez liberada cuando tuvo que volver para cerrar el caso. Estar en una cárcel no es fácil, no todos logran sobrevivir a esa experiencia y salir sin problemas. Pero es mucho peor aún estar en prisión siendo extranjero. Moria soportó eso como es ella, con valentía, pero sobre todo con alegría. Todas las presas la amaban y esa actitud nos permitió a nosotros trabajar tranquilos para poder liberarla. Fue una más de las reclusas y todas la miraban con respeto y devoción. Respecto a nuestro trabajo, no fue fácil porque estábamos contrarreloj. Ella quería pasar las fiestas con su nieta y en Paraguay nos ponían mil trabas para poder liberarla. Pero gracias al trabajo en conjunto con el doctor Stinfale que hizo una estrategia jurídica sólida, rápida y eficaz, logramos la libertad condicional y el 23 de diciembre volvimos a la Argentina con ella. Después quedó la parte técnica con presentaciones, escritos y en febrero de 2018 logramos cerrar esa causa y que Moria quedara con total libertad de poder moverse sin problemas”.

Como el sol cuando amanece, como el mar
Así, el 23 de diciembre, tras nueve días presa en el penal de Buen Pastor, de Asunción, Moria logró la libertad y pudo volver a su país. Fueron semanas agitadas en las que sólo recibió apoyos, evitó a la prensa y decidió manejarse apenas vía Twitter (X) para agradecer la buena onda y anunciar The hole (El agujero), musical producido por Lino Patalano, con funciones a partir del 28 de enero siguiente en el teatro Maipo. Apenas llegó armó las valijas y viajó a Cariló para despejarse y tomar fuerzas para arrancar el año y se alojó en en el Cumeló Resort Cariló, donde fue atendida especialmente por el chef Christina y pasó días reparadores antes de volver a la Capital para reencontrarse con su hija Sofía y sus nietos Helena y Dante, los amores de su vida.
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