El Ejercito fue uno de los pilares de ese gran frente de liberación nacional que Perón construyó en 1945. En 1955 muchos militares desertaron y se pasaron al bando golpista, pero otros permanecieron leales al gobierno del pueblo.
Un caso muy particular se dio con el Regimiento 3 de La Tablada. El 16 de junio de 1955, el “3” hizo frente a los aviadores navales que bombardeaban Plaza de Mayo. El 19 de Septiembre se movilizó hacia Bahía Blanca a sofocar a los marinos sublevados. El 9 de Junio de 1956 parte del “3” adhirió al levantamiento del General Valle. Y, algo muy poco conocido, el 17 de noviembre de 1972 cuando se produjo el retorno de Peron, los tenientes del “3” apoyaron con armas y explosivos al dispositivo de la militancia peronista para proteger a Peron. Esta es su historia.
El Regimiento 3 de Infantería Mecanizada “Manuel Belgrano”
Aunque a las nuevas generaciones les cueste creer y entender, hubo una época anterior al 24 de marzo de 1976, en que, dentro de las Fuerzas Armadas, había muchos militares patriotas vinculados a la causa nacional. Hoy, aunque ya no quedan militares del Proceso en actividad, todavía no se ha podido quebrar esa desconfianza, nacida de los horrores del terrorismo de Estado.
Esta unidad militar fue una de las cuatro creadas por la Primera Junta en 1810, y como tal participó en la guerra de la independencia. Estaba ubicada en Crovara y Camino de Cintura, en el extremo norte de La Matanza considerada “la capital del peronismo”.
Las bombas sobre Plaza de Mayo
El 16 de junio de 1955, oficiales de la Aviación Naval y de la Aeronáutica, apoyados por personalidades civiles y eclesiásticas, cometieron el atentado terrorista más grande de la historia argentina. Con el objetivo de matar a un solo hombre, el presidente Perón, una escuadrilla de 30 aviones de guerra, bombardeó el centro de Buenos Aires, y dejó un trágico saldo de 309 muertos y 800 heridos.
El Capitán Bassi, uno de los líderes del criminal atentado, lo concibió a imagen y semejanza de Pearl Harbor -el ataque sorpresa japonés a la flota norteamericana- con la diferencia de que los “valientes” pilotos navales, no iban a bombardear acorazados de guerra, sino trolebuses e inocentes transeúntes del microcentro porteño.
A las 13 horas, minutos después del primer bombardeo a Plaza de Mayo, tres aviones se dirigieron al Regimiento 3 de La Tablada y descargaron sus bombas en la zona de viviendas militares. El general Robles, el coronel Quinteiro y el teniente coronel Arrechea estaban a cargo de la unidad militar. Recibieron órdenes de General Franklin Lucero de enviar una columna con piezas antiaéreas a defender Casa de Gobierno y otra columna a retomar el Aeropuerto de Ezeiza tomado por los marinos.
En sus memorias Lucero recordará: “A las 13.45hs, se me informó que el grupo antiaéreo, avanzaba por la Avenida Crovara, en dos sub-agrupaciones de cañones antiaéreos de 20 y 40 mm, ambos con la misión de dar protección aérea a la Casa de Gobierno. Mandaron dichas agrupaciones los capitanes de artillería Haurie y Scartascini, respectivamente.”
El diario Noticias Gráficas dirá: “Eran las 16.20hs cuando camiones con tropas del Regimiento 3 situado en La Tablada fueron atacados de improviso por aviones sediciosos provenientes de la Base Naval Punta Indio, mediante el lanzamiento de gran cantidad de bombas. La metralla causó efectos mortíferos en el grupo, matando tres jóvenes soldados e hiriendo a otros seis de gravedad (…).Otra de las bombas cayó en la esquina de San Martín y Crovara, causando la muerte de un anciano cuya identidad se desconoce“.
Finalmente, a las 18.30 el “3” ocupó el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Por otro lado, el grupo antiaéreo llegó a Plaza de Mayo, donde se enfrentó a los aviones que bombardearon la zona a lo largo de toda la tarde.
En La Matanza quedaron los cuerpos sin vida de los soldados Rubén Hugo Criscuolo y Santiago Ricardo Pulenta y el obrero Armando Fernández. En tanto heridos fueron José Díaz, Roberto Ermeta, Ricardo Jaime, Ignacio Orlate, José Retamar, Isidoro Rodríguez, Adelmo Sabeta, Nicolás Spadafora, Eduardo Varela y José Antonio Vico, todos integrantes del Regimiento 3 de Infantería
En septiembre, el “3” vuelve al combate contra los golpistas
Cuando estalla la sublevación lonardista el 16 de septiembre de 1955 el Regimiento 3 de Infantería se mantendrá leal al gobierno dirigiéndose a reprimir a los sublevados de las bases Puerto Belgrano y Comandante Espora en Bahía Blanca.
“Al salir de la localidad de General Lavalle, los vehículos serán atacados en un primer momento por un avión Catalina y luego a partir de las 15 se inició el ataque desde aire contra la columna. Sin solución de continuidad se ejecutó por 20 a 30 aviones de todo tipo y con ensañamiento sobre los hombres y vehículos del Regimiento 3 (…). Recién con la obscuridad, el ataque de aviones tocó a su fin. La falta de defensa antiaérea adecuada, permitió la impunidad de los aviadores rebeldes. Volaban a baja altura y ametrallaban a los hombres (…). La total falta de escrúpulos de esos aviadores colmó su más alta significación, cuando una formación de tres máquinas ametralló dos ambulancias que transportando muertos y heridos se desplazaban a Coronel Pringles en misión de evacuación, conducidos por el doctor Dell’Archiprete” . Recuerda en sus memorias el general Franklin Lucero.
La visión de Rodolfo Walsh
El único avión derribado por las tropas leales, fue un Grumman Duck de Comandante Espora, tripulado por Capitán de Fragata Eduardo A. Estivariz. Estivariz había integrado la tripulación de un avión de observación durante el bombardeo del 16 de junio de 1955 sobre la Plaza de Mayo, y era íntimo amigo del Capitán Carlos Walsh, jefe de la base Comandante Espora.
Rodolfo Walsh, que en ese momento formaba parte de los núcleos intelectuales antiperonistas, era hermano de aviador Carlos Walsh y primo del religioso Septimio Walsh líder de los comandos civiles que actuaron en 1955.
Desde Bahía Blanca, Walsh escribió dos notas en la revista Leoplan en homenaje al Capitán Estivariz. La primera titulada “2-0-12 No vuelve” describe en tono épico la figura de Estivariz: “Quedó al mando de la escuadrilla de combate y atacó temerariamente, volando más bajo que lo que indicaba la prudencia, para golpear con éxito a los tanques enemigos. Y esa valentía le costó la vida a él y a los otros dos tripulantes.”
Un año después, Rodolfo cubre el acto de homenaje a los tres pilotos en la localidad de Saavedra, y escribe una segunda nota titulada: “Aquí cerraron sus ojos - A un año de la gloria y de la muerte”. Allí, además de reivindicar la valentía de los pilotos, agrega que en el acto “estaba también el contraalmirante Rial, hombre clave en la preparación del movimiento de Septiembre y Jefe del Comando Revolucionario del Sur. Aviador naval él mismo, a sus órdenes directas habían combatido los pilotos inmolados.”
Seguramente Rodolfo Walsh desconocía que Rial había sido el autor de la desdichada frase: “Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que en este bendito país el hijo del barrendero muera barrendero”.
El alto el fuego y el regreso al cuartel
El día 19 de septiembre, el Regimiento 3 se hallaba en Coronel Pringles junto con otras unidades al mando del general Molinuevo. Desde ese agrupamiento atacarían el día 20 de septiembre a Puerto Belgrano. Es allí donde reciben la noticia de la renuncia del Gral. Perón. Sus jefes fueron desarmados y detenidos.
Sobre el regreso de las tropas del Regimiento 3 , una militante peronista de La Matanza, María Paulin recuerda: “Cuando terminó la trifulca y la caída de Perón. Los soldados del Regimiento de Tablada volvían en una caravana de micros. Venían por Provincias Unidas y doblaban por Camino de Cintura, venían de pelearse con los marinos en el sur. A los soldaditos les dábamos por las ventanillas comida, dulces... y la cara de los soldaditos era de tristeza.(..) A mí se me caían las lágrimas por Perón y por los soldaditos del “3 “.
9 de Junio de 1956. El “3” en la sublevación de Valle
En una nota periodística del año 1998 el teniente coronel Arrechea relató el intento de sumar el Regimiento 3 a la sublevación del General Valle: “El primer acuerdo entre oficiales del Ejército para derrocar al gobierno militar de la Revolución Libertadora fue concertado en los últimos días de 1955, en el vapor Washington, que había sido transformado en una cárcel flotante para militares que persistían en autodefinirse como peronistas.”
Allí estaban detenidos el general Fatigatti, el teniente general Lucero; el brigadier San Martín, los generales Molina, Fierro, Tanco y Valle, entre otros. Cuenta Arrechea: " Era muy frecuente que a la tardecita aparecieran lanchas grandes que daban vueltas alrededor de nosotros, y sus tripulantes nos gritaban –¡Perros peronistas!!’ Claro –se ríe Arrechea– eran partidarios de la Libertadora que nos venían a insultar como si estuviéramos en una jaula.”
Un día vino hablarme el General Valle: “yo voy a trabajar para organizar un movimiento contra Aramburu y Rojas tenemos que lograr que el general Perón pueda terminar su mandato constitucional. Quiero que usted se encargue del ‘3′ de infantería”.
A principios de febrero todos fueron sacados del barco y sometidos a arrestos domiciliarios, desde donde impulsaron la conspiración.
La trama de la sublevación del Regimiento 3 de Infantería la describe Enrique Arrosagaray en su excelente libro La Resistencia y el general Valle: “Con un trabajo prolijo, Arrechea y su gente fueron ganando hombres de esa unidad militar. Los adeptos en la oficialidad eran escasos y más numerosos en la suboficialidad. La táctica programada allí es un poco difícil de explicar porque es tan sencilla que parece por lo menos ingenua: la idea fue que el cocinero del casino de oficiales pondría en la comida de los oficiales libertadores un compuesto que los haría dormir más de la cuenta. Así, los adeptos a la revuelta, bien despiertos, tomarían el control de la unidad. Pero al parecer alguien escuchó algo y el día el alzamiento los estaban esperando”.
Uno de los héroes de la Resistencia Peronista de La Matanza, Magin del Carmen Guzmán, relató que el movimiento de Valle estaba totalmente infiltrado. Y él junto a 32 compañeros (civiles y militares) de ese movimiento, fueron detenidos un mes antes del alzamiento y alojados en la cárcel de Olmos. Recuerda Magin : “el 10 de junio un comisario inspector de apellido Malaspina de la Regional de San Martin, ordeno el secuestro nuestro de la cárcel de Olmos para ser fusilados. Pero el director del penal se opuso a entregarnos porque estábamos bajo causa judicial del juez Rios Centeno de San Martín. No nos entregan, y por esa razón, nos salvamos de los fusilamientos que habían empezado esa misma noche del 9 de junio”.
Los tenientes del Regimiento “3”
El 17 de noviembre de 1972, Perón pone fin a sus largos 17 años de obligado exilio. Hay muchas dudas respecto a qué puede a suceder a su regreso. Oficiales de Marina hacen trascender que hay aviadores navales dispuestos a derribar su avión, ni bien ingrese al espacio aéreo nacional. En el avión de Alitalia, además de la dirigencia peronista viajan personalidades del deporte, la cultura y el espectáculo, como Leonardo Favio, Chunchuna Villafañe, Marilina Ross, José San Filippo, Martha Lynch y el doctor Miguel Bellizi, entre otros. Era una forma dar cobertura al vuelo. Uno de los pasajeros, el padre Carlos Mugica, le confiesa sus temores a su amigo Federico Lanusse quien lo traslada hasta el aeropuerto.
La segunda posibilidad, menos irreal que voltear un avión con 150 pasajeros, era que la dictadura de Lanusse decidiera encarcelar a Perón, cuando pisara suelo argentino. Algún amague hubo, que por suerte se frustró. Ante esta emergencia de detención de Perón, desde el Comando Tecnológico Peronista que dirigía el Teniente Julián Licastro, en combinación con el general Ballester, se preparó un plan para paralizar las comunicaciones y generar un estado de caos en todo el país con elementos militares y civiles de juventud peronista.
En una nota publicada en 2015 en el blog Nuevos Mundos por Daniel Mazzei, éste dice: “Si bien hoy puede parecer descabellada la idea de que Perón aterrizara en alguna provincia “liberada” y marchara hacia Buenos Aires, testimonios de jóvenes oficiales confirman –al menos en parte– los dichos de Ballester. El teniente Luis Tibiletti, destinado en un regimiento de Corrientes recuerda: ‘Otro dato de época que te doy. Tiene que ver con esta historia… Subtenientes que organizaban, en noviembre del 72 la toma de una brigada. Conectados con la JP para declarar la zona liberada y los muchachos lo llevaban a Perón ahí si lo metían preso’. No se entiende la historia política y militar argentina sin el 17 de noviembre del 72, día en que por primera vez Argentina estuvo al borde de una guerra civil en serio”.
Según el capitán José Luis D´Andrea Mohr, destacado en la Policía Militar 101, dependiente del Primer Cuerpo de Ejército: “Cuando llega Perón se prepara el enorme operativo, y un día de esos previos me llama Fernández Valoni, que era miembro del comando de organización de la venida del general Perón. (...) Me llama y me explica cómo era en detalle lo que querían (que era ir a verlo a Perón); que si entre la gente de ellos había heridos, no hablar de muertos, tenían un plan de generar una gran conmoción”.
Cuando estaba escribiendo esta nota, el ex-militante de JP de La Matanza Herminio Bayon me contó que “para el 17 de Noviembre, Licastro nos conectó con un grupo de tenientes del Regimiento 3 de La Tablada. Recuerdo que hablamos con un tal Carlos, que vaya a saber cómo se llamaría. Nosotros, desde la JP Matanza, donde estaban entre otros, gente de la vieja Resistencia como Magin del Carmen Guzmán y Jorge Rulli, habíamos ensayado un plan de cortes de rutas y avenidas en la emergencia de que quisieran detener a Perón en Ezeiza. Los tenientes del “3” nos pasaron subrepticiamente importantes cantidades de explosivos, granadas y algunas otras cositas… que por suerte no utilizamos. Pero un dato curioso fue que, cuando salimos el 17 hacia Ezeiza, con la columna principal de La Matanza que arrancó con siete mil compañeros, los tanques del “3” que cruzábamos en lugar de reprimir repartían agua y comida entre los compañeros”.
Otra vez había militares patriotas del Regimiento “3” jugando para el lado del pueblo.
[El testimonio de Lucero, Paulin, y otros, pertenecen al libro sobre la Resistencia Peronista en La Matanza titulado “El perfume de los almendros” de Gerardo Alberto Medica]
Aldo Duzdevich es autor de “Salvados por Francisco” y “La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón”
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