Emiliano Kargieman: "A la Argentina la veo muy perdida"

En su paso por el país, Emiliano Kargieman, el argentino que crea nanosatélites, conversó con Infobae sobre los desafíos que enfrentará el país en la próxima década, la importancia de la educación y la necesidad de contar con un plan estratégico que prepare a las futuras generaciones para el mundo que viene.

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Emiliano es uno de los emprendedores tecnológicos más destacados del país. En los comienzos de su carrera creó Core Security Technologies, que tuvo clientes de la talla de Apple, Cisco y NASA. Es miembro de Endeavor y co-fundador de Aconcagua Ventures, una reconocida sociedad de capital de riesgo para startups de tecnología. En 2010 fundó Satellogic, la empresa aeroespacial especializada en satélites en la que actualmente se desempeña como director ejecutivo. El objetivo con Satellogic es crear una red de sensores alrededor del mundo que brinde datos en tiempo real para ayudar a los gobiernos, organismos, empresas e individuos a tomar las decisiones más informadas y más adecuadas sobre cómo lograr una optimización de los recursos a escala global.

-Fundaste Satellogic con una idea muy ambiciosa: ayudar a resolver los grandes problemas de la Humanidad. ¿Cómo llegaste a establecer semejante meta?

Creo que quienes hemos tenido la suerte de tener una educación, tenemos esa responsabilidad. Yo soy producto de la educación pública argentina. Hice la primaria, la secundaria y la universidad en instituciones públicas y siento que quienes tuvimos el privilegio de haber nacido en una familia que nos sostuvo, que nos educó, que nos inculcó el interés por el conocimiento; pero además, haber contado con un Estado que nos financió, tenemos la responsabilidad de transformar ese conocimiento en la mayor cantidad posible de riqueza para el país y para el mundo. Quienes tenemos la capacidad de entender la tecnología y de saber utilizarla para hacer cosas, tenemos la responsabilidad moral de tratar de agregar valor gracias a esos conocimiento. Yo me lo planteo como un deber de tratar de resolver los problemas más grandes que pueda. Gracias a un poco a la suerte y otro poco a esta acumulación de privilegios, terminé en este lugar que me permite entender cómo atacar algunos de estos grandes problemas y no me sentiría bien si no intentara hacerlo.

-Justo viniste al país en una semana bastante convulsionada ¿Qué reflexiones te despertaron el paro docente, los cortes de calles y demás reclamos?

Creo que la Argentina tiene un problema de acumulación de herencias muy pesadas y un problema coyuntural muy complicado, con un montón de gente excluida que se quedó afuera del sistema productivo y sin perspectivas de integrarse porque no está educada para poder hacer cosas que agreguen valor. Y creo que la única salida posible pasa por la educación. Tenemos que empezar a concentrarnos en los niños que están por entrar al jardín de infantes y pensar un proyecto a 15 años. Porque esos van a ser los chicos que van a tener que construir una Argentina que pueda integrarse al mundo de otra manera. Yo miro mucho lo que pasa en tecnología y estoy muy al tanto de lo que se viene. Desde mi lado, es difícil ser optimista sobre las perspectivas de futuro de un país que no se toma en serio las grandes disrupciones tecnológicas que vienen en los próximos 5 – 10 años.

-¿Cómo imaginas el mundo dentro de 10 a 15 años?

Entiendo que se va a transformar en algo mucho más plano de lo que es hoy. Para la gente, agregar y capturar valor va a ser muy complejo sin un Estado que brinde las posibilidades de educación y de redistribución de las riquezas. Hoy no veo eso en Argentina, pero tampoco en un montón de otros países. En EEUU también hay reacciones a eventos que pasaban hace 25 años y que demuestran una miopía respecto a lo que viene – que creo que va a terminar siendo muy positivo para el mundo al final, pero que primero va a ser muy traumático. –
Lamentablemente, el mundo dentro de 10 años va a seguir siendo muy desigual. Muchos de los trabajos que hacemos hoy los humanos serán hechos por máquinas y vamos a quedarnos con generaciones enteras de gente que fueron entrenadas para puestos que ya no existen.
Por ejemplo, en Buenos Aires sé que hay una discusión porque viene Uber, entonces hay una dispuesta entre el gremio de taxistas y Uber, que es un debate muy real acerca de las condiciones de trabajo, etc.. Ahora, si nadie está viendo que dentro de 5 años a los autos no los vamos a manejar las personas y que, dentro de 10 años, es muy probable que a lo que nosotros conocemos como un taxi, ya realmente no tenga demasiado sentido que exista, entonces tenemos un problema. Porque es como si estuviéramos en la época en donde comenzaba el petróleo, discutiendo sobre qué va a pasar con el gremio de balleneros. Lo que va a pasar es que no va a haber más balleneros, entonces tenemos que empezar a pensar en cómo sostenemos y cómo reconvertimos a partes muy grandes de la sociedad para que puedan agregar valor en el mundo que se viene. Soy muy optimista sobre el rol que puede tener la tecnología para mejorar la calidad de vida de la gente. Al mismo tiempo trato de ser realistas y entiendo que el impacto, a corto plazo, de la incorporación de tecnología para mejorar la productividad y la eficiencia, puede llegar a ser muy traumático. Entonces tenemos que construir los mecanismos que permitan sostener a la sociedad a través de estos procesos traumáticos que sin dudas vamos a vivir.

-¿Cómo ves a la Argentina en ese mapa?

Yo, a la Argentina la veo muy perdida. La veo perdida en cómo se va a integrar al mundo, perdida en cuál es la dirección estratégica que tiene que tener, perdida por no entender demasiado bien cuáles son los desafíos que van a plantear los grandes cambios tecnológicos que vienen en los próximos 20 años, no los que ya pasaron en los últimos 25.
Nosotros tuvimos la suerte de ser testigos de una época en la que se dieron dos grandes olas que se están llevando todo puesto: una es la globalización y la otra es el software "comiéndose" al mundo. Ambas están muy relacionadas. Desde mediados del siglo XIX hasta ahora, se dieron cambios gigantescos en la manera en la que se redistribuyó el trabajo, por ejemplo. Efectos enormes que culminaron con la Segunda Guerra Mundial. Es decir, repercutieron en consecuencias sociales bastantes terribles. La segunda ola de globalización empezó poco antes de 1990 con las tecnologías de la información que permiten deslocalizar procesos. Esto es: tengo una compañía en la que diseño cosas, pues bien, puedo fabricar partes en China, otras en Tailandia, integrar en Vietnam y vender en EE.UU. Esta "deslocalización de procesos" también tuvo efectos gigantes en la redistribución del PBI del mundo, que dejó de estar tan dominado por los países del G7 para dar paso a una serie países que se industrializaron rápidamente y que tomaron un rol mucho más relevante. El coletazo de esa ola de globalización es lo que estamos viviendo hoy con el fenómeno de Trump, en EEUU y con el Brexit en Inglaterra.

-¿Cuál es el "coletazo" que se viene ahora?

Creo que el anterior no terminó pero, mientras está pasando, la tecnología nos está preparando para la tercera ola de globalización. Es la que va a venir de la mano de la Inteligencia Artificial, por un lado, y del Teletrabajo por otro. De la telepresencia y de la posibilidad de que la persona que está manejando el tractor en el campo sea un tipo con unos anteojos de Realidad Virtual que esté en algún lugar en Bangladesh. Estas dos cosas: la Inteligencia Artificial – tomando trabajos que hoy hacen las personas – y la Telepresencia – redistribuyendo trabajos de manera global – van a tener un impacto tanto o más terrible que lo que pasó en la primera ola y en la segunda ola de globalización. Esto va a pasar en los próximos 10 a 15 años. La Argentina no lo está viendo. Yo no veo a nadie en este país preocupado por entender qué significa esto. Qué significa cuando vos estás pensando en un país donde ya no vas a tener 5 millones de personas fuera del sistema de trabajo, vas a tener a 20 millones. Entonces ¿Cómo construís una sociedad con generaciones de gente que se encuentran en una situación en la que no puede agregar valor de manera competitiva en el mundo? ¿Cómo construís un país en esas condiciones? Esto, evidentemente. está pasando en todo el mundo, no solamente en Argentina, pero creo que acá tenemos la responsabilidad de empezar a pensar en cómo nos preparamos para esto que viene. Cuando miro al país, veo que estamos muy metidos en problemas de ayer, muy metidos en problemas coyunturales (que no digo que sean problemas que no haya que resolver) pero creo que esas cosas nos están impidiendo ver la gran ola que se viene y que nos va a tapar a todos por igual.
A esto lo veo claro, veo que está viniendo, me parece que hay cosas que se pueden hacer para empezar a avanzar en esa dirección, pero son cosas que tenemos que empezar a hacer ahora y con un horizonte de tiempo de 15 años, pensando en los chicos que hoy van a Jardín de Infantes.

-Algo que nos costó mucho siempre en Argentina: tener políticas de Estado

Sí. Creo que es algo muy difícil en todo el mundo. Además en Argentina, lo ha sido históricamente, creo que nunca lo hemos hecho demasiado bien