
En una noticia que tiene impacto mundial por la gravedad de la enfermedad y por el uso cotidiano que hacemos de un producto higiénico, la Organización Mundial de la Salud) clasificó al talco como “probablemente cancerígeno” para los humanos.
Lo hizo a través de un informe del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, dependiente de ese organismo internacional, (CIRC/IARC) que fue publicado hoy en la revista The Lancet Oncology.
En un comunicado, la IARC informó que, después de revisar exhaustivamente la literatura científica disponible, el grupo de trabajo de expertos clasificó el talco como probablemente cancerígeno para los seres humanos (Grupo 2A), “basándose en una combinación de evidencia limitada de cáncer en seres humanos (para el cáncer de ovario), evidencia suficiente de cáncer en animales de experimentación y una fuerte evidencia mecanicista de que el talco exhibe características clave de carcinógenos en células primarias humanas y sistemas experimentales”.

De esta manera, el talco, un mineral natural trae aparejada una exposición que se da principalmente en entornos laborales durante su extracción, molienda o procesamiento, así como en la fabricación de productos que lo contienen.
También implica un riesgo para la población en general, con el uso de cosméticos y polvos corporales que contienen talco. Sin embargo, no se puede descartar la posible contaminación del talco con amianto —un producto calificado como cancerígeno— en varios estudios humanos. Por este motivo, los expertos no descartan ciertos sesgos en los estudios que han mostrado un aumento en la incidencia de cáncer.
También en el mismo trabajo científico publicado, la agencia sanitaria clasificó el acrilonitrilo, una sustancia química utilizada en la fabricación de fibras para textiles, caucho sintético y plásticos, como “carcinógeno para los seres humanos” (Grupo 1).
“Se analizaron dos sustancias: una es el acrilonitrilo y la otra es el talco. En cuanto al talco, está clasificado como grupo dos porque falta evidencia en humanos. En animales está demostrado y en estudios preclínicos también. Hay suficiente base científica para considerarlo un posible carcinógeno”, explicó a Infobae el médico oncólogo Santiago Bella, ex presidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC) y actual director académico de la entidad.

“En humanos todavía no hay evidencia suficiente, por lo tanto, se cataloga como un carcinógeno de grupo dos. Es una advertencia importante porque la evidencia y el razonamiento científico indican que probablemente en el futuro se deba considerar como un carcinógeno de primer nivel. Es una advertencia para la industria que lo utiliza y, sobre todo, para la exposición laboral, con el fin de promover cambios que fomenten su eliminación o reducción”, sostuvo y experto.
Y agregó: “El acrilonitrilo está clasificado en el grupo uno de agentes carcinógenos, y lo importante es que está vinculado al tabaco, el cual es un carcinógeno absolutamente demostrado. Suma un carcinógeno más al grupo uno, con una alta evidencia ya en humanos de que es carcinógeno de pulmón. Esto es muy importante, ya que es un carcinógeno más de primer nivel contenido en el tabaco. Y esto lo digo porque es un problema para el mundo. El tabaquismo, a pesar de haber disminuido, sigue estando presente”.
Para finalizar, se preguntó: “¿Son advertencias, no es cierto? Aún no se puede considerar al talco como en el caso del tabaco, donde ya hay una demostración clara y se debe actuar con más contundencia”.

En tanto, el doctor Alejandro Pérez Fidalgo, médico adjunto del Servicio de Oncología del Hospital Clínico de Valencia, en España, sostuvo: “La agencia IARC, que forma parte de la OMS, ha clasificado el talco como un agente probablemente cancerígeno, lo que significa que la exposición al mismo podría causar cáncer. Esta clasificación del talco se basa en estudios existentes que sugieren, aunque no con suficiente solidez, que el talco podría aumentar el riesgo de cáncer, en particular el cáncer de ovario”.
Y aclaró: “Esto no significa que alguien que haya usado talco una vez o incluso regularmente esté claramente en riesgo, ya que el riesgo de desarrollar cáncer depende de la dosis de exposición, la duración y la forma de contacto con el producto. Los estudios que respaldan esta clasificación tienen muchos sesgos, es decir, ciertos factores de confusión que nos impiden comprender o predecir completamente la relación entre el uso o la exposición al talco y el cáncer”.
Pérez Fidalgo remarcó que en animales se ha observado que el talco tiene propiedades que producen tumores malignos, pero esta exposición a los animales es experimental y no siempre replica lo que ocurre en humanos. Sin embargo, demuestra la capacidad del talco para inducir tumores en entornos de laboratorio.

“En los estudios realizados en humanos, existe un factor de confusión importante: el amianto, una sustancia nociva que induce tumores, ha sido un contaminante del talco. Por ello, los estudios clásicos sobre talco solían incluir talco contaminado con amianto. Así, para esta clasificación se han utilizado estudios realizados con talco (sin influencia del amianto). Centrándonos en estos estudios, uno de los problemas es que en los estudios de extracción profesional de talco, la mayoría de los participantes eran hombres, y la presencia de mujeres era muy baja, por lo que no se puede correlacionar en este caso con el riesgo de cáncer de ovario”, dijo Pérez Fidalgo.
Los dos estudios que respaldan la recomendación incluyeron mujeres que usaron talco en polvo aplicado en la zona genital. La aplicación de talco en esta zona mostró un ligero aumento del cáncer de ovario, pero no significativo. En un primer estudio que incluyó a más de 250.000 personas en los Estados Unidos.
Un segundo análisis de 8 estudios de casos y controles, que incluyeron a más de 18.000 personas (divididas en casos, las que alguna vez usaron talco frente a controles, las que nunca usaron talco), mostró que las mujeres que habían usado talco en los genitales tenían un riesgo ligeramente mayor de tumores ováricos infiltrantes serosos, tumores de células claras y tumores serosos limítrofes de manera estadísticamente significativa. En las que usaron talco en otras localizaciones (es decir, no en la zona genital), no se observó un aumento del riesgo de cáncer.

“En resumen, y en base a esta nueva clasificación (aunque no con gran robustez), sería recomendable evitar, en la medida de lo posible, el uso de talco genital, particularmente en mujeres. Sin embargo, esto no significa que el uso previo de talco vaya a producir cáncer ni que la exposición previa a este agente vaya a ser claramente responsable de la aparición de un tumor”, señaló el especialista.
El profesor Kevin McConway, profesor emérito de Estadística Aplicada de la Open University, afirmó a Science Media Center: “Esta no es la primera vez que el IARC, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de la OMS, realiza una evaluación de la carcinogenicidad del talco. Su última publicación al respecto fue en 2010, y concluyó que el uso de talco en el área genital era, para usar su terminología, posiblemente carcinógeno (causante de cáncer) para los humanos”.
Y agregó: “Como hacen con bastante frecuencia después de que haya pasado algún tiempo, han considerado nuevamente el talco y han revisado su conclusión para decir ahora que el talco es probablemente carcinógeno para los humanos. La evidencia de los humanos que consideraron está relacionada con el cáncer de ovario, y se relaciona principalmente con la exposición al talco al aplicarlo en la región genital”.

“Es muy importante entender qué significan realmente estas clasificaciones del IARC, porque la interpretación más obvia es en realidad engañosa. Cuando el IARC clasifica una sustancia en esta serie de publicaciones, no dice nada específico sobre si la exposición a la sustancia aumenta el riesgo de cáncer, en humanos, en una cantidad particular de exposición o en circunstancias particulares. En cambio, pretenden responder a la pregunta de si la sustancia tiene el potencial de causar cáncer, en algunas condiciones que el IARC no especifica”, destacó el experto.
“A primera vista, esto puede parecer una forma extraña de abordar las cosas; seguramente lo que queremos saber es si la sustancia realmente aumenta el riesgo de cáncer y, de ser así, en qué cantidades y bajo qué circunstancias. Pero no es raro que, al considerar sustancias o actividades potencialmente dañinas, se comience por analizar el peligro, es decir, la posibilidad de que la sustancia pueda aumentar el riesgo de que ocurra algo malo, y no el riesgo real para las personas expuestas de determinadas maneras”, concluyó.
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