El día que cambió la forma de trabajar para siempre

A 3 años de ChatGPT

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El lanzamiento de ChatGPT en
El lanzamiento de ChatGPT en 2022 marcó un antes y un después en la democratización de la inteligencia artificial

El 30 de noviembre de 2022 se habilitó una página web sencilla con un cuadro de texto en blanco y una invitación: “Escribe algo”. Ese experimento, llamado ChatGPT, se transformó en tres años en el mayor catalizador tecnológico desde la masificación del smartphone. No sólo la manera en que buscamos información o redactamos un mail: reconfiguró dinámicas laborales, creó industrias enteras, obligó a replantear habilidades profesionales y aceleró la automatización a una velocidad inédita.

Hasta ese momento, la inteligencia artificial era —para la mayoría— algo reservado al laboratorio, a las grandes empresas tecnológicas o al ámbito académico. ChatGPT abrió la puerta de golpe. Democratizó el acceso, volvió cotidiano lo que era extraordinario y puso a la inteligencia artificial en la conversación diaria.

Desde estudiantes consultando por trabajos prácticos, hasta CEOs repensando estructuras completas. La IA salió del laboratorio y entró en la agenda.

Cambia, todo cambia

Si nos adentramos específicamente en el mundo del trabajo, ¿qué cosas reales cambiaron?

Antes de 2022, generar un informe llevaba horas, mientras que hoy se redacta un primer borrador en minutos. Antes, un equipo entero debía procesar consultas de clientes, mientras que hoy puede hacerlo un agente autónomo conectado a sistemas reales.

Previo a ChatGPT, crear un prototipo digital requería programadores especializados, algo que actualmente puede hacer un emprendedor sin conocimientos técnicos, con herramientas no code e IA. El cambio, como se ve, no es incremental; es estructural. La IA generativa dejó de ser una herramienta creativa para convertirse en infraestructura productiva.

Un relevamiento de Gartner y McKinsey muestra que más del 70 % de las empresas que incorporaron IA en áreas operativas reportaron reducciones de costos y mejoras de eficiencia. Pero quizá el dato más importante es otro: la velocidad. Lo que antes tomaba semanas, ahora puede resolverse en días. Proyectos que eran inviables por costo o complejidad hoy son accesibles para PyMEs y profesionales independientes.

Esto genera un fenómeno que pocos anticiparon. La brecha ya no será entre quienes tienen y no tienen tecnología, sino entre quienes la integran a su proceso productivo y quienes siguen operando igual que hace diez años.

Agente 2025

Los primeros meses estuvieron marcados por la fascinación. Textos, ideas, resúmenes, creatividad, imágenes, etc. Pero el verdadero salto llegó cuando la IA dejó de generar contenido para tomar acción. Los modelos se conectaron con sistemas internos, bases de datos y APIs externas y así nacieron los agentes autónomos, capaces de lograr algo que tiempo atrás era inimaginable: responder consultas y ejecutar tareas administrativas, procesar documentos, facturas o comprobantes, integrar datos en sistemas de gestión, operar flujos automatizados sin intervención humana, aprender con retroalimentación y mejorar su desempeño.

Un agente bien implementado puede atender clientes, registrar operaciones, crear reportes, asignar turnos, gestionar stock o iniciar un proceso de cobranza. No reemplaza puestos humanos, como se temió desde un principio, pero sí reemplaza tareas repetitivas. Y ese matiz es clave: libera tiempo para pensar, diseñar, vender o crear. Es una revolución silenciosa (o de perfil bajo), pero profunda.

Sin embargo, esta capacidad no elimina la necesidad de supervisión. La IA puede cometer errores, interpretar datos de forma parcial o generar información inexacta si no cuenta con contexto adecuado. Las famosas “alucinaciones”, si bien cada vez menos frecuentes, son una realidad.

Por eso, el uso responsable requiere validación, revisión periódica y métricas de desempeño. El desafío ya no es solo implementar IA, sino asegurarse de que lo que ejecuta sea correcto y medible. Y para eso se requieren procesos estandarizados, donde normalmente los humanos debemos tener intervención.

Es la productividad, estúpido

La adopción de IA en las empresas viene creciendo de 2022 a esta parte. Pero eso no ocurre en forma pareja. En ese sentido, las compañías que integran IA están acelerando su ritmo de producción y toma de decisiones. Las que no, están quedando lentas en comparación.

Históricamente, en cada revolución tecnológica el valor se trasladó hacia quienes se animaron a moverse primero. Ocurrió con internet, con el comercio electrónico y con los smartphones. La IA generativa no será distinta.

Una PyME que automatiza atención al cliente ahorra decenas de horas al mes. Una que procesa documentos con IA puede reducir errores y tiempos de carga. Una que integra agentes en su operación escala sin incrementar personal. El retorno no se mide sólo en dinero, sino en tiempo, velocidad de respuesta y capacidad de ejecutar.

Volviendo al inicio, debemos decir que 3 años no son mucho, el cambio está en ciernes. 2022 fue el año del lanzamiento; 2023 del descubrimiento; 2024 el de la popularización y 2025, el de la integración. Suponemos, siguiendo esa línea, que 2026 será el de la implementación masiva.

La pregunta que define la próxima década, por tanto, no es qué puede hacer la IA, sino qué está haciendo hoy cada organización con ella. Porque tres años después, ChatGPT no es sólo una herramienta: es un punto de inflexión. El salto tecnológico no es opcional, es algo que ya está ocurriendo.

Es por ello que más que estar ante la llegada del futuro, estamos ya atravesándolo.