
El mayor desafío que está enfrentando la industria IT en la actualidad no es técnico, es, como siempre, humano. Algo está cambiando y todas las personas lo están sintiendo. Después de años en los que aprender a programar parecía ser el camino garantizado al progreso, hoy la tecnología está dando un cachetazo de realidad.
Herramientas de IA que escriben código mejor y más rápido que muchos humanos, plataformas no-code que permiten a alguien sin background técnico construir un producto en semanas, copilotos de diseño, de arquitectura, de documentación, asistentes de pensamiento y generadores de ideas: todo lo que prometían como eficiencia, se está transformando en disrupción.
No es solo que hay menos tareas operativas, sino que existe un riesgo de borrar los escalones de entrada que, tradicionalmente, existían para empezar una carrera en tecnología. Y eso duele. Duele para quien está arrancando y siente que la promesa de crecimiento fácil y rápido se desmorona, y para quienes crecieron en esta industria creyendo que su valor estaba en saber hacer.
También es doloroso para las empresas basadas en tecnología que ven cómo prácticas que fueron su orgullo —metodologías, frameworks, formas de trabajo— empiezan a mostrar señales de ir quedando obsoletas. Pero esto no es una razón para ser pesimista. Por el contrario, es un llamado a abrir los ojos, porque cada disrupción es, también, una puerta abierta.
Lo que viene no es un mundo sin personas, es un mundo que necesita personas distintas, que entiendan que el valor ya no está solo en ejecutar, sino en imaginar; que liderar ya no es solo gestionar, sino conectar saberes, traducir problemas y orquestar soluciones; que el seniority no va a venir solo con años de experiencia, sino con capacidad de adaptación, con curiosidad, con pensamiento crítico y con visión de sistema.
Los perfiles técnicos, sin duda, serán necesarios, pero no solo para escribir código, que va a seguir siendo una necesidad por un largo tiempo más, sino también para diseñar sistemas que integren IA, para cuidar los datos, para garantizar la seguridad de los modelos, para entender qué tiene sentido automatizar y qué no. Se necesitarán perfiles técnicos que sepan aprovechar las nuevas tecnologías: arquitectos TI, que creen puentes entre mundos. Por su parte, los líderes seguirán siendo necesarios, en especial aquellos que inspiren a las personas a encontrar su lugar en un mercado que cambia todos los días.
Estamos frente a un momento histórico en la industria IT que brinda dos opciones: quedarse quieto, esperando que vuelva un mundo que ya no existe, o aceptar el desafío de evolucionar. Estos nuevos tiempos abren la puerta a la curiosidad, al aprendizaje, y al desaprendizaje. Esta nueva realidad invita a entender lo que AI puede hacer, pero, sobre todo, a descubrir lo que las personas todavía pueden hacer mejor que cualquier IA: imaginar, crear, conectar, liderar.
Este es sólo el inicio de una nueva etapa que lleva a preguntarse: ¿Qué lugar queremos tener en lo que viene?
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