
En la serie “El mejor infarto de mi vida”, el periodista y escritor Hernán Casciari, retrata a través del actor Alan Sabbagh, su propia historia: cómo en un momento muy crítico de su vida, en el que estaba recién separado, con sobrepeso, malos hábitos y estresado por el trabajo, tiene un infarto que de alguna forma le permite volver a empezar, o resetearse.
Eso pasó en la vida real, pero las estadísticas advierten que lo de Casciari fue casi un milagro porque 1 de cada 5 infartos termina en muerte súbita, y los otros 4 pacientes infartados que, si llegan al hospital, si no lo hacen rápido (como fue el caso de la serie) tienen consecuencias severas en su salud.
De acuerdo con las estadísticas de salud pública y fundamentalmente sobre la base de los certificados de defunción, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en la Argentina, siendo casi el 35% de todas las muertes que ocurren en el país. De esas muertes, el mayor porcentaje es por infarto agudo de miocardio. Hay 35.000 infartos por año, porque la mayoría de los pacientes llega tarde al hospital. Cuando uno se pregunta qué es llegar tarde, es llegar pasados los 90 minutos de comenzado el infarto. Solo tenemos una hora, denominada la hora de oro, para destapar las arterias tapadas y que el paciente no tenga secuelas físicas en caso de supervivencia.
Dado que no es tan común tener locatarios de AIRBNB o vecinos que rescaten personas infartadas y las lleven rapidísimo al hospital, es que los cardiólogos insistimos en la prevención para salvar vidas y reducir la posibilidad de tener eventos mayores como el infarto o la muerte súbita. Para prevenir es fundamental comunicar, explicarle a la gente que existen algunos factores como la presión alta (que la tiene la mitad de la población mayor a los 40 años en la Argentina, y no lo sabe) el colesterol, diabetes, tabaquismo, sedentarismo y obesidad, que aumentan el riesgo de tener estos eventos mayores. Además, parte de la prevención es que la población esté capacitada para hacer maniobras de RCP; y que se cumpla con la ley, que rige desde 2017, que exige desfibriladores (DEAs) en los lugares públicos.
En Argentina la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte, y gran parte de la raíz del problema es la falta de prevención. Siempre los infartos son malos, no hay mejores ni peores. Hay algunos que dejan muchas secuelas y otros que dejan pocas. Pero ninguno es bueno. Lo bueno es no tenerlo.
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