
La presencia en puertos del Atlántico Sur del buque polar científico multipropósito del Reino Unido, RRS Sir David Attenborough, deja en evidencia la intención británica de seguir ampliando la capacidad científica y la investigación oceanográfica, meteorológica y pesquera en el Atlántico Sudoccidental y Austral que ya cuenta con el apoyo de un abanico renovado de bases duales, científicas y de aplicaciones militares. Los objetivos geoestratégicos de Londres apuntan a continuar reafirmando el control colonial de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur, zonas marítimas adyacentes y los territorios británicos antárticos, que se superponen con la Antártida Argentina.
Las características instrumentales y de suplemento colateral militar del rompehielos de última generación, altera sustancialmente el balance de medios navales involucrados en la investigación científica del Atlántico Sur. Cuenta además con el apoyo logístico de la base militar de Malvinas, el nuevo puerto de abastecimiento en Georgias del Sur o alternativamente Punta Arenas para el suministro de combustible. El buque pertenece al Natural Environment Research Council (NERC) y es operado por el British Antartic Survey (BAS). Sin embargo, está registrado y abanderado en las Islas Malvinas y repite el desafortunado antecedente de los buques RRS Ernest Shackleton y RRS James Clark Ross, que operaban tanto con la bandera ilegítima de las islas como con la del Reino Unido.
La cuestión merece atención en virtud que al ser el registro náutico malvinense una ficción normativa, sus efectos y consecuencias son ilegales. La ciudad de asiento del RRS Sir David Attenborough figura como Stanley y utiliza alternativamente la bandera ilegítima de la colonia. También plantea inconsistencias de derecho internacional al poner en jaque el artículo 92 de la Convención de Derecho del Mar de 1982. Al mismo tiempo, el buque se encuentra sujeto a las prohibiciones acordadas por el Mercosur y países asociados que impide el ingreso a puertos a los buques con bandera de Malvinas, por considerarla ilegal.
La decisión del gobierno británico de haber registrado al rompehielos en Malvinas no ha sido un acto inocente ni un descuido administrativo. La decisión fue intencional y se adoptó estando el buque en el astillero en Liverpool. Es lamentable que Londres haya sumado adrede incomodidades diplomáticas en un tema sensible como es el abanderamiento y que, por tratarse de un buque de investigación, contradice el espíritu de cooperación científica que consagra el Tratado Antártico.
Es decepcionante que el Reino Unido, con la presencia inamistosa del rompehielos RRS Sir David Attenborough en puertos del Atlántico Sur, intente mantener en materia de investigación científica oceánica una posición que parecería reeditar la Operación Tabarin de 1943, que reafirmó la presencia británica en la Antártida. Los antecedentes históricos señalan que en una réplica del Foreign Office a Winston Churchill, la Operación no fue lanzada a causa de que Estados Unidos no hubiera reconocido las reclamaciones territoriales británicas en la Antártida, sino para desmerecer las de Argentina y Chile.
Es hora que el Reino Unido de vuelta la página y propicie un clima más cooperativo, modificando comportamientos provocativos. Es necesario encontrar nuevas fórmulas de aproximaciones diplomáticas constructivas. El campo de la investigación científica oceanográfica y pesquera podrían ser disciplinas para encarar con mayor inteligencia geopolítica temas de creciente importancia en las relaciones internacionales como es la Antártida y el Atlántico Sur. En el siglo XXI ya no hay lugar para nuevas versiones del código naval Tabarin.
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