
Alguna vez fue un video. El de la nominación de Alberto Fernández para encabezar la fórmula presidencial. Ahora una carta. CFK es única y multifacética a la hora de patear el tablero político en el país. Le saca al resto diez cuerpos de ventaja.
Hace exactamente un año lograba arrebatarle el poder a Mauricio Macri. Hoy interpela a toda la clase dirigente argentina haciendo un llamado al diálogo, al consenso, al acuerdo. Palabras que parecían impronunciables en su boca terminaron siendo ayer el centro de su manifiesto político sorprendiendo, una vez más, a propios y extraños.
La pelota ahora está en manos de la oposición, de los factores de poder —empresariales y mediáticos— y, desde ya, del Gobierno, al que ella pertenece pero que reconoce no dominar.
Detenerse en el anuncio de su ausencia a la ceremonia por los diez años de la muerte de Néstor Kirchner o en su crítica sin tapujos a parte del Gabinete que “no funciona”, es dejarse tapar por el árbol y no ver el bosque.
Lo más impactante de la carta de CFK es, sin lugar a dudas, el reconocimiento de que de esta crisis el oficialismo no puede salir solo. Leamos textual: “El problema de la Economía Bimonetaria, que es, sin dudas, el más grave que tiene nuestro país, es de imposible solución sin un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos y sociales. Nos guste o no nos guste esa es la realidad y con ella se puede hacer cualquier cosa menos ignorarla…”.
La jugada no fue sólo literaria. Desde el Instituto Patria salieron en las últimas horas discretísimos mensajes buscando tender puentes. Y llegaron, según dicen, hasta la Quinta Los Abrojos donde pernocta los fines de semana Mauricio Macri.
¿La misma Cristina que se negó a pasarle la banda a su sucesor hoy habla de convocar a todos? Si, la misma. O la misma con un recorrido de mayor madurez o acorralada por las circunstancias. Lo cierto es que se le pueden criticar mil cosas, pero CFK no suele decir cosas de las que no está convencida o no piensa. El cinismo no está entre sus cientos de defectos.
Hasta ayer la sensación de que estábamos ante las puertas de una posible hecatombe económica y social, parecía una lectura sólo de la oposición. La carta de CFK revela que la dirigente con más peso político del oficialismo, coincide con el diagnóstico y adelanta lo que a todas luces es el inicio de una posible solución histórica.
¿Quién podría oponerse a un acuerdo nacional para encontrar la salida de la recesión económica y la degradación social en el que está sumida la Argentina desde 2018 por contabilizar solo el inicio de la última crisis?
Obvio que con solo la enunciación del deseo no alcanza. Ahora es Alberto Fernández quien tiene que recoger el guante. “Flaco te puse la diez, ahora jugá…”, fue la traducción en tono futbolístico que hizo de la carta uno de los integrantes de la alianza oficialista.
Hoy se sabrá si el Presidente asume el desafío o lo deja pasar. Por lo pronto, con sus dichos, CFK destierra ciertos prejuicios sobre su mirada de la coyuntura.
Este llamado sería antagónico con la cantidad de ríos de tinta que se gastaron relatando que la vicepresidenta ponía el grito en el cielo cada vez que veía a Alberto acercarse a un empresario. Teoría que termina aplastada por la explicación que ella misma da del porqué terminó siendo candidato Alberto y no ella: porque para el conjunto del peronismo sus formas eran inaceptables, porque “no escucha, no dialoga, es confrontativa, no habla con los periodistas…”.
CFK sabe exactamente cuales son sus límites. También sabe que se puede estar gestando un tsunami. Necesita sacudir la modorra de un Gobierno que gestó pero que no siente propio.
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