Pésaj en tiempos de coronavirus

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Pésaj, la pascua judía, representa un momento mágico en el que, en medio de la vorágine cotidiana, aflora nuestro optimismo al reconocer la capacidad renovada -que emana de las entrañas mismas de nuestra narrativa- de emerger y renacer como pueblo: de salir de la oscuridad hacia la luz, de transmitir nuestras memorias, de evocar nuestras historias, de celebrar una y otra vez la libertad de ser.

Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que es la festividad predilecta del pueblo judío. Fue la primera que fuimos ordenados a celebrar y ella conmemora la liberación de los hijos de Israel de la esclavitud egipcia (aprox. 1290 AEC.)

A partir de este acontecimiento, esa pequeña familia que había bajado de la Tierra de Canaán a Egipto (Mitzrayim) para paliar allí las consecuencias de la sequía, y posteriormente fue esclavizada, comienza a transitar el arduo camino hasta llegar a convertirse en una nación fortalecida y libre.

La festividad abarca la semana que va desde el día del Éxodo, 15 del mes hebreo de Nisan, hasta la travesía del Mar Rojo, donde el Faraón y los carros egipcios que persiguen al pueblo, encuentran su destino final.

La observancia de esta celebración tiene en el ritual de la cena del Seder un momento especialmente conmovedor. Revivimos un acontecimiento único y especial: nuestra salida de la esclavitud a la libertad, nuestro nacimiento como pueblo. Narramos y transmitimos a las jóvenes generaciones. Nos regocijamos por la libertad que logramos conseguir.

Habitualmente abuelos, padres, hijos, nietos y amigos se reúnen en torno de la mesa para celebrar y recordar, para relatar y recrear. Todos y cada uno de los elementos dispuestos tienen como objetivo despertar el interés y provocar la pregunta, porque comunicarse, poder preguntar, recibir respuestas, compartir las preguntas e intentar encontrarse también en las respuestas es el desafío que todos tenemos como hombres y mujeres libres.

En este año que recordaremos como el Pésaj del COVID-19, más conocido como coronavirus, la noche del Seder será muy diferente. Estaremos distanciados físicamente de todos los que en años anteriores nos acompañaban y rodeaban nuestras mesas, cantando y relatando junto a nosotros. Estaremos unidos, simbólica y metafóricamente, por profundos lazos y sentimientos con todos nuestros hermanos judíos alrededor del planeta, recreando lo que llamamos Pésaj Mitzrayim, la Pascua de Egipto, aquella noche, previa al Éxodo, en la que en la tierra de Egipto, cada uno en su hogar con su familia nuclear, elevó un sacrificio y pintó los marcos de su morada; con fe y esperanza de que la décima plaga la saltee.

Nunca antes habíamos experimentado una réplica similar a la noche original de Pésaj que relata el libro de Éxodo, (Pésaj Mitzrayim). Ojalá nunca más la tengamos que experimentar.

En la intimidad de cada hogar, la noche del miércoles 8 de abril estaremos conectados con temblor y temor, ansiedad y esperanza, compartiendo con la humanidad toda, la expectativa de “buenas noticias” que detengan el avance del COVID-19.

Efectivamente, este año inaugurará una nueva era en las relaciones entre los seres humanos y el planeta en el que vivimos, por lo que no hay duda que nuestras experiencias del Seder serán diferentes y a la vez enriquecedoras.

Tomo la célebre cita del filósofo español José Ortega y Gasset -“Yo soy yo y mi circunstancia; si no la salvo a ella, no me salvo yo”- y pienso en la circunstancia de la pandemia, la cuarentena y el aislamiento obligatorio, y me quedo con la segunda parte de la cita: “Si no la salvo a ella, no me salvo yo”.

Las circunstancias nos desafían a salvar los escollos, a poner en juego la creatividad y “reunirnos” con todos nuestros afectos para celebrar de otra manera. Esto es ser libres. Sobreponernos a las limitaciones externas y encontrar dentro nuestro la fuerza interior que nos insta a cuidar y cuidarnos con la sensación y la certeza de estar sostenidos y acompañados por nuestros seres más queridos.

Estoy convencida de que, definitivamente, puede funcionar y la tecnología será este año nuestra gran aliada.

Un Seder Virtual tendrá seguramente algunos componentes de nuestros Sedarim habituales. Habrá risas, vino derramado sobre el mantel, interrupciones, algunas chanzas, buena comida, rábano picante y amargo, matzá, símbolos de renacimiento, charlas acerca de la libertad, canciones en y fuera de tono y recuerdos de seres queridos.

La intensidad de la libertad que celebraremos hará que la salida de aquel Mitzrayim cobre un nuevo significado en las salidas de los Mitzrayim de hoy, porque no seremos esa noche los espectadores de una trama, seremos sus actores.

Como leemos en el Libro de Eclesiastés, “para todo hay un tiempo”, y mientras cantemos este año con nuestras familias a través de las pantallas, preparemos con brío y energía el que será uno de los momentos más poderosos de nuestro Seder.

Al finalizar, cuando alcemos la copa para brindar por la vida, por la libertad y por toda la humanidad, incluyamos en nuestros ruegos una plegaria personal para que los esfuerzos sin pausa hacia una vacuna, por parte de los científicos de todos el mundo, den fruto, y llegue pronto el día en que esta tragedia global, en cámara lenta, termine y bailemos y alabemos cuando hayamos por fin llegado todos juntos sanos y salvos al otro lado del mar.

La autora encabeza la agrupación SOMOS AMIA y es la primera mujer en la historia en ser candidata a presidenta de la AMIA