Yo creo que el fútbol en realidad no es que provoque o genere pasiones encontradas, sino que lo que hace el fútbol es reflejarlas. No es el que lo provoca, sino que es un ámbito, por su popularidad, por su extensión, que hace que estas pasiones, estas emociones que están en el ámbito de la sociedad, se reflejen justificadas por el hecho deportivo, por la emocionalidad.
Esa misma violencia que muchos ejercen y demuestran a través del fútbol está también en otros ámbitos de la vida donde estas mismas personas muchas veces las disimulan de otra manera o las reprimen de otra manera, pero, en el fútbol, con la justificación de los trapos, la camiseta, la historia familiar, "mi papá me llegaba de chiquito a la cancha", etcétera, aparecen justificadas.
Y a esto se agregan algunos relatos que los argentinos tenemos de nosotros mismos, como que somos pasionales, que somos emocionales, y yo creo que en realidad, más que emocionales y pasionales, vivimos en una especie de adolescencia perpetua, de inmadurez continua que nos impide integrar diversidades, entender que la realidad está hecha de múltiples aspectos —que en el caso del fútbol quiere decir, otros equipos, hinchas de otros equipos, cuya existencia permite la existencia de mi equipo también. Esto no lo entendemos en el fútbol ni en la vida: que si todos fuéramos hinchas de un solo equipo y si solo existiera un equipo, no habría contra quién jugar, no habría con quién competir, no habría con quién disfrutar este juego.
No lo entendemos, vivimos en términos de "ellos y nosotros", en términos de guerra. Y la verdad es que el fútbol, que es casi el único motivo por el que solemos destacarnos, para bien o para mal, en el mundo, nos muestra muchas veces en nuestra desnudez, carentes de nuestra capacidad de razonar, librados a la emoción y retrocediendo permanentemente hacia un estado en el que convivimos violentamente como si en diferentes ámbitos de la vida de todos los días perteneciéramos siempre a tribus distintas. Cuando no pensamos igual, y el hecho de no pensar igual es tomado por cada uno como un derecho para la agresión o para la eliminación del otro. Digo todo esto además como futbolero que soy y con muchos años de tribuna y de cancha jugando también, y lo digo, por ese mismo motivo, con mucho dolor.
El autor es periodista, ensayista y narrador.