Sabores globales y control técnico: el trabajo del comercio exterior en la industria gourmet

Melissa Fernández, analista de comercio exterior en una empresa del sector gourmet, explica los procesos, controles y desafíos que atraviesan las importaciones de alimentos especiales

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Melissa Fernández es analista de
Melissa Fernández es analista de comercio exterior en una empresa del sector gourmet (Foto: Movant Connection)

Al referirse al vínculo entre importaciones y la identidad de la industria, Melisa comenta que “el comercio exterior es clave para llevar sabores nuevos a la mesa del consumidor”. En esta entrevista, analiza los principales desafíos operativos, la documentación crítica, las particularidades del transporte y las habilidades profesionales necesarias para gestionar alimentos importados.

¿Qué implica ser analista de comercio exterior en la industria gourmet?

Implica tener en cuenta muchos factores técnicos antes de traer un alimento al país: rótulos, origen, listado de ingredientes, procesos de análisis y requisitos que exige la normativa local.

Hoy hay más flexibilidad para ingresar productos de Europa y Brasil, pero aun así es fundamental revisar los octógonos, los parámetros de cada categoría y las exigencias del Instituto Nacional de Alimentos. Es un trabajo que requiere atención constante y mucha paciencia.

¿Con qué tipo de productos trabajás con mayor frecuencia?

Traigo una variedad muy amplia: sales, salsas, galletitas de Dinamarca, leches de coco, pimentones de España, aceites de oliva y productos con trufa, que hoy están muy de moda. El consumidor gourmet es muy específico y cada producto tiene exigencias distintas, tanto en documentación como en análisis de alimentos.

¿Cuánto tiempo de tránsito hay?

Lo ideal es contemplar entre dos y tres meses. Un mes para la producción, otro para el tránsito marítimo y otro para los imponderables.

Hoy hay mucha congestión global, no solo en Argentina. Eso hace que algunos embarques se demoren más de lo previsto porque los proveedores también están saturados.

¿Hay productos especialmente complejos de ingresar al país?

Sí. Un ejemplo claro son las hojas de parra de Armenia, que requieren un registro específico ante el Instituto Nacional de Alimentos.

Los análisis del proveedor suelen diferir de los nuestros, y eso hace el proceso mucho más largo. Fue un trabajo conjunto entre la empresa, el proveedor y el organismo para poder traerlas. Es un producto muy particular, pero con una comunidad que lo demanda.

¿Cómo ves la actualidad del sector gourmet?

En el último año, las importaciones del rubro aumentaron un 200%. Hay más flexibilidad para traer productos y eso beneficia al sector, aunque también genera más competencia entre importadores.

Otro desafío es que Europa utiliza un parámetro distinto para detectar gluten: allá son 20 ppm (partes por millón), acá 10 ppm. Esa diferencia genera discusiones técnicas que debemos resolver con los equipos de alimentos para definir qué se considera “sin gluten” en el mercado argentino.

¿El comercio exterior es clave para diferenciar a la industria de la oferta tradicional?

Sí. Es lo que permite que en Argentina se puedan probar sabores nuevos: galletas de Dinamarca, cervezas de Armenia, aceites de España o pimentones europeos. El comercio exterior conecta al consumidor con productos que acá no existen o son difíciles de conseguir. Esa diversidad es parte del valor del sector.

Para Melissa, ser analista de
Para Melissa, ser analista de comercio exterior en la industria gourmet "implica tener en cuenta muchos factores técnicos antes de traer un alimento al país: rótulos, origen, listado de ingredientes, procesos de análisis y requisitos que exige la normativa local" (Foto: Shutterstock)

¿Cuál es la parte más crítica de cada operación?

El control documental y la confianza con el proveedor. Muchas veces importamos productos sin verlos físicamente y la documentación debe garantizar que lo que llega es lo que corresponde.

Etiquetas, packaging, composición, registros: nada puede fallar. Un error ahí genera demoras y, en alimentos, el tiempo es clave.

¿Cómo llegan los productos al país? ¿Se transportan siempre del mismo modo?

En mi caso, trabajo casi todo vía marítima. Permite traer más cantidad y es más económico. Tarda más, sí, pero es la opción más eficiente. El transporte aéreo existe, pero es mucho más costoso y eso impacta directamente en el precio final al consumidor. Por eso algunos productos gourmet cuestan tanto más que otros.

¿Qué cuidados requieren los alimentos durante estos meses de tránsito?

Es fundamental que el proveedor fabrique lo más fresco posible para que el vencimiento llegue en condiciones. Los supermercados exigen fechas mínimas, y si el vencimiento es corto hay que trabajar muy rápido. Eso exige previsión, análisis de stock y mucha organización para que todo llegue a tiempo.

¿Qué habilidades profesionales son clave para este sector?

Mucha paciencia, rigurosidad en los detalles y precisión documental. El idioma a veces complica, sobre todo con mercados como Armenia, donde el inglés es un segundo idioma para ambos lados. También es importante asumir que todo puede pasar y que cada problema tiene una solución posible si se trabaja con método.

Creo que van a seguir aumentando las importaciones y eso me pone contenta. El desafío es mantenerse competitivo y poder estar a la altura de las primeras marcas. Ojalá el contexto socioeconómico acompañe este crecimiento, porque el sector tiene mucho potencial.