
Con experiencia en un sector que depende del flujo constante de insumos y exportaciones, Juliana describe un escenario donde cada decisión se mide en tiempos. “En comercio exterior todo gira alrededor de la cronología y de que todas las áreas estén alineadas”.
Trabajás con saborizantes para comida de mascotas. ¿Cómo se vincula tu sector con el comercio exterior?
En cuanto a mi puesto, la relación con comercio exterior es total. Importamos materia prima, producimos y exportamos. Si no importamos, no podemos producir, y nuestras ventas son mayoritariamente para exportación. Por eso hoy tenemos una gran vinculación con el área de comex, porque es lo que nos permite funcionar.
¿Cómo se manejan los tiempos en el proceso de comercio exterior y qué importancia tiene la planificación?
Lo más importante en el día a día es una comunicación fluida con el resto de las áreas: supply chain, producción y comercial. Hay que tener claras las previsiones de venta para saber cuánto importar, en qué tiempos y con qué stock de seguridad.
La organización es clave. Siempre pienso: ¿cuántos días tarda el proveedor en producir?, ¿cuántos en despachar?, ¿cuántos en llegar al puerto?, ¿cuántos de liberación? Con esos tiempos armamos el cronograma y lo notificamos a supply chain para planificar la producción. Es un circuito completo desde el abastecimiento hasta que el producto llega al cliente final.
¿Cuáles son tus claves de gestión en importación y exportación?
Para importación, lo esencial son los tiempos: enviar la orden de compra en el momento justo, calcular la producción del proveedor y hacer un buen seguimiento del transporte. La materia prima tiene que estar disponible en planta en la fecha indicada.
En exportación, lo clave son las previsiones de venta. Si no tengo la información con tiempo, no puedo garantizar que el producto llegue a destino cuando el cliente lo necesita. En comercio exterior todo gira alrededor de la cronología y de que todas las áreas estén alineadas.
¿Por qué decidiste estudiar también logística?
Porque el comercio exterior va de la mano con la logística. Sin logística no hay comercio exterior. Estudiar logística me da herramientas para optimizar tiempos y espacio: cómo embalar, consolidar cargas, elegir el transporte más conveniente o manejar cargas peligrosas.
Además, me permite tener una mirada más general de la cadena de abastecimiento. No me quedo solo en traer o exportar mercadería, sino en entender el todo: desde que sale del proveedor hasta que llega al cliente final. Comercio exterior es solo una parte, y si no vamos de la mano con la logística, no funciona.
A fin de cuentas, el comercio exterior no funciona solo. Necesita de supply chain, de lo comercial, de la logística y de cada parte de la cadena. Hay que mirarlo como un todo, no como piezas sueltas. Solo así se puede lograr una operación completa y eficiente.
¿Cómo cambió tu mirada del sector durante tu recorrido laboral y formacional?
Cuando empecé pensaba que era todo más simple, pero el día a día es muy distinto de lo que aprendés en la facultad. El comercio exterior es dinámico, con muchos problemas que resolver constantemente. No es solo pedir la mercadería y que llegue: hay un proceso largo, con posibles inconvenientes, y cada operación es distinta.

¿Qué valor le das a los vínculos con proveedores?
La relación con los proveedores es fundamental. Ellos son los que me van a proveer la materia prima o el producto terminado. Una buena dinámica permite negociar mejor: adelantar un pedido, resolver una urgencia o asegurar calidad y tiempos de entrega.
También impacta en cuestiones sensibles como los pagos o la confianza en el cumplimiento. Para mí, una buena relación con los proveedores le suma valor a toda la cadena.
¿Qué ventajas y desventajas ves en Argentina y en Buenos Aires como hub logístico?
Argentina tiene buenos puertos y un aeropuerto importante, lo que facilita las operaciones. El comercio exterior es un área muy trabajada acá y tenemos gente con experiencia.
La desventaja principal es la ubicación geográfica y los costos logísticos, que no son competitivos frente a otros hubs estratégicos. Aun así, creo que los argentinos tenemos la capacidad de adaptarnos y encontrar soluciones para seguir adelante.
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