
El Decreto 682/2025 fijó en 0% las retenciones a los principales complejos agroindustriales —soja, maíz, trigo, girasol, cebada y sorgo, junto con derivados como aceites, harinas y biodiesel—, y posteriormente se amplió a productos cárnicos. La novedad generó una reacción inmediata en el mercado: en apenas dos jornadas se negociaron 2,4 millones de toneladas, con 1,7 millones concentradas en un solo día, lo que marcó un récord histórico de operaciones.
Este movimiento comercial, que tiene como objetivo aprovechar la ventana de incentivos, se traduce en un aumento de la demanda de capacidad logística: desde camiones y trenes para transportar granos hasta mayor presión sobre plantas de molienda y terminales portuarias.
Más de 28 millones de toneladas por exportar
La magnitud del desafío logístico se observa en los números de la campaña 2024/25. Se proyecta despachar al exterior 91,6 millones de toneladas de granos y derivados. De ese total, ya se comercializaron 63 millones hasta el 22 de septiembre, lo que deja un saldo de 28,6 millones todavía por colocar en el mercado externo.
Si se valúa esa mercadería al precio FOB vigente, las ventas pendientes ascienden a 9.770 millones de dólares, aunque el beneficio de retenciones cero solo se aplicará hasta alcanzar el tope de 7.000 millones. Esto significa que buena parte de las exportaciones deberá adelantarse en cuestión de semanas, incrementando la necesidad de transporte interno y disponibilidad portuaria.
Soja, el gran protagonista
El complejo sojero será el principal motor de este flujo. Se calcula que aportará 7.460 millones de dólares en ventas externas, equivalentes al 75% del total beneficiado por la medida. El maíz representará el 24% (2.196 millones de dólares), mientras que el trigo apenas un 1% (114 millones).
La concentración en soja supone mayor demanda de crushing industrial y traslados hacia las plantas procesadoras del Gran Rosario, además de la posterior salida por los puertos del Paraná. El corredor logístico del centro del país vuelve a colocarse en el centro de la escena, con implicancias en infraestructura vial, ferroviaria y fluvial.
Abastecimiento interno y comercialización
De una producción total de 119,6 millones de toneladas de trigo, maíz y soja, se estima que 12 millones se destinan al consumo interno, principalmente forraje y semilla. El resto —unos 107,7 millones de toneladas— entra en los circuitos de exportación e industria.
Al 17 de septiembre, 77,5 millones ya habían sido comercializadas, con 68,7 millones de toneladas con precio en firme. Sin embargo, todavía quedan 39,1 millones de toneladas sin precio fijado o no vendidas. Ese stock equivale a más de 10.600 millones de dólares al valor de referencia de la Cámara Arbitral de Rosario.
En términos logísticos, estos granos en espera representan una masa crítica que, según cómo se active el mercado en las próximas semanas, puede transformar la dinámica de transporte interno y la programación de embarques.

Desafío de coordinación
El nuevo escenario plantea un reto para toda la cadena logística: productores, acopiadores, transportistas y exportadores deben coordinar tiempos y volúmenes en un marco de incentivos temporales y plazos ajustados.
En el caso del maíz, por ejemplo, la exportación tiene pendiente la compra de 8,4 millones de toneladas, mientras que la industria aún debe adquirir 6,1 millones para abastecer su demanda. En soja, restan 3 millones de toneladas a despachar al exterior, además de un importante volumen destinado a molienda local que aún no tiene precio firme.
Cada uno de estos movimientos implica acopio, traslado a plantas industriales o terminales y posterior embarque, en un período en el que la ventana de retenciones cero es limitada.
Impacto en puertos y transporte
La concentración de operaciones en pocas semanas puede generar cuellos de botella en la infraestructura portuaria del país, especialmente en las terminales del Gran Rosario, que concentran la salida de granos y derivados. También habrá presión sobre la disponibilidad de camiones y trenes para movilizar la cosecha desde las zonas productivas hacia los puntos de embarque.
En paralelo, la obligación establecida en el decreto de liquidar el 90% de las divisas en el Mercado Libre de Cambios dentro de los tres días de presentada la Declaración Jurada de Venta al Exterior (DJVE) agrega un factor de velocidad que también incide en la planificación logística: los tiempos de comercialización, traslado y embarque se vuelven más ajustados.
Un escenario de alta exigencia
La eliminación temporal de retenciones se traduce en un incentivo comercial, pero también en una exigencia operativa para el sistema logístico argentino. Con volúmenes récord en juego, una ventana limitada de tiempo y concentración en el complejo sojero, el país enfrenta semanas de intensa actividad en transporte, acopio y puertos.
Más allá del beneficio económico inmediato, la medida pone a prueba la capacidad logística nacional para absorber y canalizar un flujo exportador de magnitudes históricas en apenas un mes.
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