
La exhibición de perros y gatos en vitrinas, jaulas u otros espacios que limiten su movimiento o comportamiento natural quedó oficialmente prohibida en la Ciudad de México, luego de que el Congreso capitalino aprobara una reforma orientada a fortalecer el bienestar animal y erradicar prácticas de venta que generan sufrimiento físico y psicológico a los animales de compañía.
La iniciativa fue impulsada por el diputado Manuel Talayero Pariente, junto con legisladoras y legisladores del grupo parlamentario del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y contó con el respaldo de distintas fuerzas políticas. Con esta medida, se busca poner fin a la exposición permanente de animales en espacios reducidos que les provocan estrés, ansiedad y alteraciones conductuales.
A partir de la entrada en vigor de la reforma, la venta y adopción sólo podrá realizarse mediante cita previa, además, durante todo el proceso deberá estar presente un Médico Veterinario Zootecnista, responsable del manejo y cuidado del ejemplar. Al finalizar la cita, el mamífero deberá regresar a su área de estancia habitual, quedando estrictamente prohibido que pernocte en áreas de “atención al público”.
Controles y sanciones para proteger a los animales de compañía

Al fundamentar el dictamen aprobado por la Comisión de Bienestar Animal, Talayero Pariente, presidente de dicho órgano colegiado, afirmó que la reforma responde a criterios técnicos y legales sólidos.
“No estamos improvisando ni actuando movidos sólo por sentimientos; estamos atendiendo principios constitucionales, criterios internacionales y evidencia científica contundente”, señaló el legislador.
El dictamen también incorpora una reserva al párrafo quinto del artículo 27 bis, presentada por el diputado Miguel Ángel Macedo Escartín, disposición que establece que, en caso de devolución del animal dentro de las primeras 72 horas posteriores a la compra, el establecimiento deberá verificar que el ser sintiente se encuentre en condiciones acordes con su bienestar.
El objetivo de esto último es evitar que los comercios acepten animales lastimados, descuidados o víctimas de maltrato, según la información proporcionada por el Congreso de la Ciudad de México.
Asimismo, se establecen obligaciones para los establecimientos dedicados a la reproducción, crianza o venta de animales de compañía. Estos deberán contar con alimento adecuado, agua limpia, atención médico-veterinaria constante y personal capacitado para el cuidado de los animales.
Además, sólo podrán comercializar perros y gatos que estén esterilizados, desparasitados, clínicamente sanos e identificados mediante microchip, información que deberá asentarse en el certificado de compra para garantizar su salud y trazabilidad.
La reforma también busca cerrar el paso a la clandestinidad, el tráfico ilegal y la reproducción irresponsable. De acuerdo con Talayero Pariente, estas prácticas suelen estar ligadas a criaderos irregulares que priorizan la ganancia económica sobre el bienestar animal.
En caso de incumplimiento, la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) podrá imponer sanciones que van de 150 a 3,000 veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA), lo que equivale aproximadamente a multas de entre 16,900 y 339,000 pesos.
¿Cuál es el impacto del confinamiento en el bienestar animal?

La organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) advierte que mantener a los animales enjaulados durante largos periodos afecta gravemente su bienestar físico y psicológico. Entre las consecuencias más comunes se encuentran agresión, retraimiento, hiperactividad, depresión, trastornos alimentarios y lamido obsesivo. El confinamiento prolongado también provoca ansiedad por separación, incapacidad para vincularse con humanos y atrofia muscular.
Los ejemplares que nacen y se crían en tiendas de mascotas o criaderos de cachorros suelen ser particularmente vulnerables. Al estar confinados en jaulas desde temprana edad, pueden desarrollar ansiedad, comportamientos temerosos o destructivos, y lesiones por intentar escapar de su encierro. Además, este tipo de crianza dificulta su socialización y aprendizaje en un entorno humano, afectando su capacidad de adaptación y afecto hacia las personas.
El dictamen del Congreso capitalino responde a esta problemática, estableciendo estándares de cuidado y atención, garantizando que los seres sintientes no sean expuestos a situaciones que comprometan su desarrollo, protegiendo tanto a perros y gatos como a las familias que los adoptan, y fomentando prácticas responsables en la venta y cuidado de animales de compañía.
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