
El 1 de octubre de 2010, La Unión ejecutó un crimen que marcó el inicio de una era violenta en la lucha por el control del narcomenudeo en la Ciudad de México, específicamente en la colonia Santa Isabel Tola, en Gustavo A. Madero.
Las víctimas, María Teresa, de 35 años, y Jessica Crisóstomos Rico, de 27 años, pertenecientes a la familia Fortis Mayén.
Por no adherirse al nuevo orden, fue que la joven María Teresa fue asesinada por sujetos desconocidos, quienes la plagiaron y posteriormente la abandonaron en la vía pública.

“Las familias y bandas que no fueron incluidas en el trato, se someterían al nuevo orden o las eliminarían, así ocurrió, el 1 de octubre del 2010, la Unión se adjudicó su primer asesinato para presionar a la familia Fortis Mayén, dedicada al narcomenudeo desde la década de los 80, a adherirse al nuevo orden, secuestraron y asesinaron a María Teresa Fortis Mayen, de 35 años de edad, y a Jessica Crisóstomos Rico, de 27, sus cuerpos los encontraron al pie de la banqueta de la calle Tepalcatzin, en la colonia Santa Isabel Tola, en la delegación Gustavo A. Madero, estaban tendidas boca abajo, maniatadas y con cinta industrial en los ojos, ambas recibieron el tiro de gracia, un detalle que llamó la atención de los investigadores fue que los secuestradores, según testigos portaban chalecos antibalas con la leyenda Policía Federal”, se lee en el libro ‘Narcos de México’.
Un aspecto perturbador del ataque fue que los perpetradores vestían chalecos que los identificaban ostensiblemente como miembros de la Policía Federal, lo que añadía una capa de complejidad al crimen y sugería una posible confusión o complicidad dentro de las fuerzas del orden.
Las víctimas encontradas presentaban signos de haber sido maniatadas y con los ojos cubiertos con cinta industrial, además de haber recibido el fatal tiro de gracia.

Este acto no solo dejó en luto a la familia Fortis Mayén sino que también envió un mensaje claro a otras organizaciones independientes sobre las consecuencias de no alinearse bajo el mando de La Unión.
La Unión Tepito y el cobro de piso
Al ver las grandes ganancias que tenían los dueños de antros en la Zona Rosa, fue que miembros de la organización criminal capitalina tomaron la iniciativa de cobrarles piso por trabajar, al solicitarle el 20 por ciento.
Para conocer el monto, mandaban a un joven a vigilar la caja registradora, quien analizaba los ingresos y egresos para posteriormente cobrar el ‘impuesto ilegal’.
De no querer pagar, los presuntos delincuentes ya contaban con datos sensibles de los empresarios, por lo que eran extorsionados.
“El muy cabr... con muchos huev... dijo que se iba a quedar en la caja registradora para ver cuánto se vendía por día, cuanto se vendía entre semana y cuántos los fines de semana, para de eso pedirle el 20 por ciento”, se lee en el libro ‘Narcos de México’.
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