En Eurovisión, el certamen camp por excelencia, la realidad en Ucrania eclipsa la fantasía musical

Los representantes ucranianos, favoritos a alzarse con la victoria, recibieron un permiso especial del gobierno de Zelensky para participar de la competencia y abandonar temporalmente sus obligaciones militares. Las organizadores cancelaron la participación de Rusia debido a la invasión

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El sexteto ucranianio Kalush Orchestra es el gran favorito para triunfar en este edición de Eurovisión (REUTERS/Yara Nardi REFILE)
El sexteto ucranianio Kalush Orchestra es el gran favorito para triunfar en este edición de Eurovisión (REUTERS/Yara Nardi REFILE)

Esta noche, millones de personas alrededor del mundo se juntarán alrededor de sus televisores y computadoras para ver la final de Eurovision, el festival europeo de la canción que es seguido, sobre todo, por la comunidad LGBT+. De los 26 países que buscarán llevarse la corona, hay uno que, por obvias razones, parte como favorito desde el minuto cero: Ucrania.

Y es que por más que el festival insista en presentarse una y otra vez como apolítico, lo cierto es que la coyuntura política europea ha permeado siempre en la competencia. Se trata, después de todo, de una batalla entre estados europeos (mayoritariamente), y una plataforma inmejorable para que los países ejerzan su soft power ante una audiencia multitudinaria que es solo superada por las finales de fútbol.

La banda ucraniana Kalush Orchestra, de seis miembros, recibió un permiso especial del gobierno de Volodimir Zelensky para poder viajar hasta Turín y representar a su país en esta gran vidriera de la cultura pop. Cabe recordar que desde que Rusia invadió su territorio el 24 de febrero pasado, las autoridades permiten la salida de niños y mujeres pero no de hombres, que deben quedarse combatiendo como ejército de reserva. “Después de Eurovisión vamos a volver a Ucrania para hacer nuestra contribución”, le dijo el líder de la banda Oleh Psiuk a la agencia Ansa, al tiempo que aclaraba que un integrante de su equipo se quedó en su país, cumpliendo sus obligaciones militares.

El 25 de febrero, un día después del inicio de la agresión bélica ordenada por Putin, los directivos, representados por las cadenas de televisiones públicas de los países miembro, decidieron vetar a Rusia del certamen de este año. Con Rusia afuera y Ucrania en el centro, es bastante probable que esta noche se consagren con el premio mayor. “Hay algunas personas diciendo que podríamos llegar a ganar por la guerra, pero nuestra canción estuvo entre las cinco favoritas antes del inicio del conflicto, lo que quiere decir que a la gente le gusta más allá de eso”, se atajó el frontman ucraniano.

Stefania, tal el nombre de la canción de Kalush Orchestra, nació como un homenaje a la madre de Psiuk y en las últimas semanas se transformó en una suerte de himno a la resiliencia del pueblo ucraniano. Así lo dijo la cantante Olena Topolia, que representó a su país en la edición 2010 de Eurovision bajo el nombre artístico de Alyosha. En una columna de opinión publicada en las últimas horas en The Guardian, la artista pide explícitamente el apoyo a su país en este concurso como una forma de galvanizar la ayuda que ve como insuficiente y menguante. Desde New Jersey, donde se encuentra exiliada junto a sus hijos mientras su marido está en el frente de combate, escribió: “Cuando Kalush Orchestra se suba al escenario, espero que el mundo escuche nuestro grito de guerra”.

La canción "Stefania", de Kalush Orchestra, se ha convertido en un himno patriótico tras la invasión rusa.

El martes de la semana pasada, cuando los integrantes de Kalosh se presentaron por primera vez en Turín, la reacción del público fue unánime. Las luces LED del escenario formaron los colores de la bandera de Ucrania y, entre gritos y aplausos, el líder de la banda les agradeció a los presentes por apoyar a su país. Mientras, las cámaras enfocaban a dos hombres envueltos en una bandera azul y amarilla y dándose un beso.

Visibilidad y alegría queer

La pareja gay ucraniana no fue ni será el único elemento queer de esta celebración. Como no podía ser de otra manera para el festival que consagró ni más ni menos que a ABBA en 1974 y que tuvo a Madonna como estrella invitada en 2019, el certamen se va a seguir por los televisores, los teléfonos, las tablets y… las discotecas. En Argentina, la fiesta será en Puticlú (Marcelo T 980, CABA), en Tel Aviv en Lima Lima (Lilenblum 42), en Londres en Heaven (Under The Arches, Villiers Street) y la lista podría seguir.

En esta edición, además, hay algunos performers de la comunidad LGBT+ que utilizan la plataforma (la ceremonia es transmitida en vivo por las cadenas de televisoras públicas de los países participantes y se estima que la audiencia total es de 200 millones) para dar un mensaje fuerte de visibilidad.

Michael Ben David fue el representante de Israel este año. Aunque no llegó a la final, su presentación abiertamente camp y en homenaje a la cultura disco le granjeó un lugar en el mainstream gay israelí. De hecho, su canción va a ser el himno oficial del Pride 2022, programado para el 10 de junio, y esta semana, antes de competir, se dio el gusto de proponerle casamiento a su novio, Roee Ram. “En el momento más excitante de mi vida cuando represento a mi país en el escenario más grande de Europa, cumplí otro sueño al pedirle al amor de mi vida que se case conmigo”, celebró.

Systur es un trío compuesto por tres hermanas islandesas: Sigga, Beta, y Elín. Además de haberse presentado en varios Pride de su país, están comprometidas con la comunidad queer desde lo personal. Elín es lesbiana y Sigga tiene un hijo trans, por lo que los derechos de las infancias trans es una de las causas que más las convocan. “Nuestra meta es decirle a la gente, sobre todo a los padres y madres de todo el mundo, que deberían amar a sus hijos de manera incondicional”, le dijo Sigga a la web oficial del festival.

“No importa quiénes sean, deben ser amados y protegidos; eso es lo que va a haber de este mundo un lugar mejor. Si los niños y las niñas tienen el espacio que necesitan, van a ser del mundo un lugar más amoroso y cálido. Nuestra parte del trabajo es cantar para allanarles el camino. Los vemos, los queremos y hay esperanza. Si quieren, siempre nos pueden contactar porque estamos aquí para ustedes y los escuchamos”. Esta noche tendrán la oportunidad de expresar este mensaje desde el escenario.

Maneskin, los ganadores de Eurovision del año pasado (REUTERS/Mario Anzuoni)
Maneskin, los ganadores de Eurovision del año pasado (REUTERS/Mario Anzuoni)

Sheldon Riley, de 23 años, es el representante de Australia y también estará esta noche en la final. Casado con su marido Zachery Tomlinson, se presenta con una canción que habla del valor de la diferencia y de la importancia, o la belleza, que puede encontrarse en pertenecer a minorías. En el caso de Sheldon, sufrió bullying en la escuela primaria al punto de que tuvo que cambiarse 14 veces de colegio; sus compañeros se burlaban de él por su Asperger y por su identidad gay. “A los seis años me dijeron que me evitarían si me corazón es frío”, arranca la letra, “se me hizo difícil hablar y explicar lo que me pasaba, a ellos nunca les gustaría las cosas que a mí me gustaban”.

Cuando Sheldon terminó de cantar en la semifinal del jueves, las cámaras encontraron a su marido aplaudiéndolo de pie.

“En la medida de lo posible, quiero llevar a Australia tan lejos como pueda”, le dijo Riley a DNA. “Todos podemos ver quién necesita más que el resto este triunfo”, remarcó en clara referencia a Ucrania, “pero en términos de la competencia creo que Suecia está bien arriba”.

Hace cuatro años, cuando ganó un reality de talentos en su país natal, Sheldon le dijo a un medio local: “Quiero que los jóvenes de la comunidad LGBT+ sepan que está bien ser ellos mismos. Todo el mundo piensa que ser gay es algo aceptado ahora, pero todavía recibo mensajes de jóvenes pidiéndome consejos”.

¿Quién se llevará la corona?

Chanel, la polémica representante española, otra de las favoritas (REUTERS/Yara Nardi)
Chanel, la polémica representante española, otra de las favoritas (REUTERS/Yara Nardi)

Esta noche se presentarán en el escenario 26 artistas: los diez que ganaron en la semifinal del martes, los diez que ganaron en la semifinal del jueves y los seis que tienen reservado un lugar permanente, como una especie de Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: Francia, Alemania, Italia, España y Reino Unido, más el anfitrión, Italia.

El ganador o ganadora se elegirá por el voto combinado del jurado (un comité por país, de los 26 que llegaron a la final) y del público. Si bien casi todo el mundo da por sentado que Ucrania va a dar el batacazo, Suecia, Islandia, Italia o Australia podrían dar una sorpresa.

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