
Este 6 de noviembre, Roberto Baratta irá a juicio por el caso de los cuadernos de las coimas junto a otros 74 imputados. Sin embargo, para la Justicia federal, fue el protagonista indiscutido de esta historia, aún más que su jefe, el superministro Julio De Vido, el ex presidente Néstor Kirchner, o la ex presidenta y vice, su viuda, CFK.
Ex subsecretario de Coordinación y Gestión del Ministerio de Planificación, un funcionario él mismo, Baratta fue, supuestamente, el mejor courier bancario de la política argentina. Era el encargado de llevar y traer la plata sucia de sobornos de algunos de los máximos empresarios del país, para luego redistribuirla hacia arriba, asistido por su propio secretario, Nelson Lazarte. Mientras, su chofer, Oscar Centeno, anotaba y anotaba en esos cuadernos, cuando regresaba a casa tras conducir su Toyota Corolla.
En 2019, el juez Claudio Bonadío lo envió a juicio en el expediente, acusado de 105 casos de cohecho pasivo, recepción de coimas, así como un caso de admisión de dádivas, y de ser un organizador de la asociación ilícita que supuestamente encabezaron CFK y su ex jefe De Vido. El principal pedido de elevación a juicio del caso del caso firmado por el fiscal Carlos Stornelli menciona a Baratta unas 1294 veces.
Para el Corolla tripulado por Centeno, el día, según los diarios del chofer mismo, solía terminar en la Quinta de Olivos, o en el departamento de los Kirchner en Juncal y Uruguay, para entregar el bolso del día. Los esperaba Daniel Muñoz, el fallecido secretario de Néstor Kirchner. En aquel departamento, declaró Centeno, entraban “por la puertita que da por Juncal”. A veces, “hacían entrega con más asiduidad, casi todos los días, en épocas de campaña”, aseveró Centeno.
Sin embargo, según los testimonios en su contra, Baratta hacía mucho más que llevar y traer. También, supuestamente, había un poco de exprimir.

Juan Carlos de Goycoechea, presidente loca del grupo energético internacional Isolux, otro de los empresarios acusados, aseguró en su declaración como arrepentido:
“Existía un gran temor en enemistarse con el gobierno, y que suspendieran los pagos o rescindieran el contrato de la obra; pues era conocido en el ambiente el trato extorsivo por parte del gobierno de Kirchner hacia las empresas. Baratta siempre daba a entender, de manera más o menos directa, que si no se hacía el aporte se bloqueaban los pagos de los certificados de obra. Y obviamente el bloqueo de pagos de certificados de obra causaba un terrible perjuicio a la empresa, que tenía gastos mensuales de 30 millones de pesos aproximadamente, y entre otras cosas, debía pagar sueldos a unos 3.000 empleados, entre directos e indirectos”.
“En definitiva, lo que quiero dejar en claro es que los pagos que se le hicieron a Baratta fueron irregulares y una imposición del Gobierno relacionada exclusivamente con el hecho de que Isolux tenía a su cargo la obra de la Central Térmica de Río Turbio”, finalizó.

Enrique Menotti Pescarmona declaró: “Baratta nos chantajeaba diciendo que si no les pagábamos no íbamos a cobrar en Venezuela”.
En otro pasaje de su relato como arrepentido, aseguró: “Allí le entregué a Baratta 200 mil dólares. Estoy muy arrepentido de habérselos pagado, de tener que ceder a este chantaje, que es lo mismo que tuve que hacer cuando me secuestraron". La mecánica parece idéntica a la relatada por De Goycochea: “Fue una extorsión impresionante y más porque ellos paraban los pagos”.
Para Pescarmona, no solo se trataba de Baratta. En su testimonio en Comodoro Py, el poderoso industrial aseguró haber sido exprimido por De Vido mismo en un incómodo almuerzo.

Ángelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri, presidente al momento de la explosión del caso de las coimas, fue otro de los poderosos empresarios que afirmó haber cedido ante la presión:
“En una ocasión,el licenciado Roberto Baratta me llamó por teléfono y me insinuó que tenía que empezar a aportar dinero para las campañas electorales. Después comenzó a presionarme para eso y fue así que terminamos poniendo plata en momentos de campaña electoral, porque la presión de Baratta era mucha”, aseveró.
Sin embargo, la victimización de estos grandes hombres de negocios, que enfrentarán al Tribunal Federal N°7 este 6 de noviembre, no conmovió a Stornelli o a Bonadio, o a los camaristas que trataron la causa. Pagar los supuestos dividendos al poder les garantizaba una posición de privilegio. Los elevaron a juicio de todas formas. Baratta, por su parte, no fue acusado del delito de extorsión, una figura penal ausente en la causa.

Irónicamente, Baratta mismo le temía al apriete, dijo Centeno: “En una época, por temor a ser extorsionado o filmado por algún empresario, puso a un chico, Nelson Lazarte para hacer las recaudaciones”.
Para aquel entonces, el ex subsecretario de Coordinación había estado preso por otro expediente, la causa Gas Licuado, por la que fue condenado a tres años y seis meses el mes pasado, septiembre de 2025. El caso de los cuadernos lo enviaría de vuelta al penal de Ezeiza. Precisamente, en la causa Gas Licuado, Hilda Horovitz, la ex mujer de Centeno, se presentó a declarar en Comodoro Py. Allí, seis meses antes de la explosión pública del caso, reveló la existencia de los cuadernos.
Baratta, según Centeno, le recomendó a su chofer que denuncie a su ex por extorsión.
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