
El muérdago es mucho más que un adorno de hojas verdes y bayas que decora hogares en diciembre. Su historia atraviesa milenios y culturas, y su importancia va más allá del folclore: desde la mitología y los rituales antiguos hasta la ciencia botánica contemporánea, el muérdago sigue generando fascinación y estudio, según Popular Science.
Orígenes, mitos y tradiciones
Originario de Europa y América, el muérdago ocupó un lugar destacado en la imaginación colectiva desde la antigüedad. En la Grecia y Roma clásicas, despertaba asombro y reverencia.
Los celtas lo utilizaban en rituales sagrados, mientras que en la mitología nórdica desempeñó un papel trágico: fue el arma que causó la muerte de Baldr, hijo de Odín y Frigg, evento que se asocia al perdón y la reconciliación. Varias culturas lo consideraron un puente entre la vida y la muerte, la tierra y el cielo, e incluso entre lo humano y lo divino, debido a su capacidad de crecer en las alturas, sin contacto con el suelo.
El medio destaca que, la costumbre de colgar muérdago durante las festividades de invierno se popularizó en Occidente, especialmente en Estados Unidos, gracias en parte a figuras como Washington Irving, que lo incluyó en sus relatos del siglo XIX.

Durante esa época y principios del siglo XX, la demanda era tal que los diarios informaban sobre su disponibilidad y a menudo se importaba desde el sur para cubrir la alta demanda estacional. La tradición de besarse bajo el muérdago, vinculada a la buena fortuna y el amor, se consolidó como parte del imaginario navideño.
Características biológicas y expansión
Más allá de su significado simbólico, el muérdago es una planta parásita con características particulares. Existen dos géneros principales: Viscum, presente en Europa, y Phoradendron, común en Estados Unidos. Ambos son arbustos perennes y hemiparásitos, por lo tanto, extraen agua y nutrientes de sus árboles huéspedes, pero también realizan fotosíntesis.
Jim Westwood, biólogo vegetal de Virginia Tech, indicó a Popular Science: “Cuando hablo con la gente sobre plantas parásitas, sé que el muérdago es la que reconocerán de inmediato, aunque no sepan que es un parásito”.
Su presencia es tan evidente que, en palabras de Carolee Bull, fitopatóloga de Penn State, “es uno de los pocos organismos que no necesitamos analizar al microscopio para identificarlo. Es una planta patógena realmente carismática”.

El ciclo de vida del muérdago depende de las aves. Sus bayas, pegajosas y ricas en viscina, son consumidas por pájaros que dispersan las semillas a través de sus excrementos, permitiendo que la planta colonice nuevas ramas y árboles.
De hecho, el término “muérdago” proviene de una expresión que significa “estiércol en una rama”, en referencia a este método de propagación. En Estados Unidos, más de una docena de especies de Phoradendron se encuentran en más de 35 estados, con mayor presencia en el sureste, suroeste y noroeste. También existen especies menos visibles, como el muérdago enano (Arceuthobium), que parasita coníferas.
Usos, riesgos y relevancia científica
El muérdago ocupó un papel relevante en la medicina tradicional. Desde la antigüedad, se creía que tenía propiedades curativas frente a dolencias como la epilepsia, la infertilidad y las úlceras.
Plinio el Viejo describió rituales celtas en los que los druidas recolectaban muérdago con hoces doradas para crear elixires destinados a contrarrestar venenos y favorecer la fertilidad.

En el siglo XIII, Albertus Magnus documentó formalmente el muérdago europeo (Viscum album) como planta parásita y recomendó la poda de ramas infectadas, sentando precedentes en la fitopatología.
Pese a su reputación, el muérdago es una planta tóxica. Contiene toxinas peptídicas, principalmente en hojas y tallos, capaces de provocar problemas cardíacos y gastrointestinales en humanos y animales, además de dermatitis.
Las especies europeas (Viscum) presentan riesgos superiores debido a la viscumin, una toxina semejante a la ricina, ausente en especies americanas (Phoradendron). Aunque la mayoría de los casos de ingestión accidental no tiene consecuencias graves, pueden darse situaciones de gravedad si el consumo es elevado o en preparados concentrados, como infusiones.
Hoy, el muérdago continúa siendo objeto de interés científico. Aproximadamente 4.000 especies de plantas en el mundo viven como parásitas, lo que equivale a cerca del 1% del total conocido. El estudio del muérdago facilitó la comprensión de las relaciones entre plantas y sus huéspedes, así como los mecanismos de parasitismo y dispersión.
Como destaca Westwood en Popular Science: “Es fácil imaginar por qué la gente se obsesiona con el muérdago. Permanece verde todo el invierno en su árbol huésped. Casi parece tener poderes sobrenaturales”.
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