El día que “Batman” se infiltró en el Palacio de Buckingham y puso en crisis a la seguridad de la reina Isabel

Hace veinte años Jason Hatch, integrante de Fathers 4 Justice, una organización de padres separados, se disfrazó de superhéroe para pedir que lo dejaran ver a sus hijos. Burló todas las medidas de seguridad del palacio real, trepó hasta el balcón principal y permaneció más de cinco horas sobre una cornisa exhibiendo un cartel y poniendo en ridículo a la policía de Londres

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"Batman" desoyó la advertencia de las autoridades, siguió adelante, alcanzó el techo y desde allí la cornisa, por la que se arrastró hasta pocos metros del balcón real (Grosby)
"Batman" desoyó la advertencia de las autoridades, siguió adelante, alcanzó el techo y desde allí la cornisa, por la que se arrastró hasta pocos metros del balcón real (Grosby)

“La policía estuvo a punto de dispararle, pero en una fracción de segundo se dio cuenta de que el intruso no representaba ningún peligro, que era un truco publicitario. Si hubiera llevado un arma o una bomba, probablemente le habrían disparado”. Pese a la firmeza que pretendían transmitir sus palabras, la voz del jefe de la policía de Londres, sir John Stevens, sonaba vacilante la noche del lunes 13 de septiembre de 2004, como si todavía no pudiera creer lo que había ocurrido: “Batman” había burlado la supuestamente férrea seguridad del Palacio de Buckingham, trepado al mismísimo balcón desde el cual la familia real solía saludar al pueblo para colgar un cartel y subirse a una cornisa donde permaneció durante cinco horas a la vista de miles de curiosos, hasta que accedió a bajarse.

Esa tarde, millones de británicos habían visto al superhéroe en vivo y en directo, saludando en las pantallas de sus televisores. El cartel decía: “Super dads of Fathers 4 Justice - Fighting for your right to see your kids” (Súper papás de Padres por Justicia - Peleando por el derecho a ver a sus hijos”). Pronto se supo que el intruso disfrazado del hombre-murciélago se llamaba Jason Hatch, de 32 años, divorciado, padre de dos varones, y que su “espectáculo” formaba parte de la campaña de la organización dedicada a defender los derechos de los padres separados a tener acceso a sus hijos.

Mientras Hatch permanecía en la cornisa y saludaba a los curiosos que se reunían en los alrededores del Palacio, en un intento de quitarle dramatismo a los hechos, un vocero de la Casa Real se apresuró a informar que la reina Isabel II no estaba allí sino en el castillo de Balmoral, en Escocia, y que tampoco había miembros de su familia en la residencia, considerada el lugar con mayores y más estrictas medidas de seguridad en todo el Reino Unido.

Quizás porque ya no cumplía esas funciones, el ex vocero del Palacio, Dickie Arbiter se prestaba mientras tanto a cuanta entrevista le pidieran para hablar de lo que estaba pasando. “Los encargados de la seguridad deben estar seriamente avergonzadas por este incidente y ahora buscarán formas de endurecer las medidas y reducir realmente las posibilidades de que vuelvan a ocurrir cosas como ésta. A la luz de esto, es evidente que han fallado”, dijo cuando lo entrevistó Sky News.

Lo cierto es que la policía metropolitana solo podía apuntarse un logro: haber detenido a “Robin”, el compañero de Batman, mientras intentaba trepar los muros. Fuera de eso, cuando se conoció la sencillez de la maniobra con que Batman y sus “cómplices” habían violado la seguridad del Palacio Real, el ridículo de la policía ya no tuvo retorno.

“El resultado de la protesta fue que pude volver a ver a mis hijos y ser padre, haciendo lo que hacen los padres. A veces mis hijos me preguntan sobre cómo entré al Palacio, pero ya se están aburriendo de la historia”, contó Jason Hatch (Grosby)
“El resultado de la protesta fue que pude volver a ver a mis hijos y ser padre, haciendo lo que hacen los padres. A veces mis hijos me preguntan sobre cómo entré al Palacio, pero ya se están aburriendo de la historia”, contó Jason Hatch (Grosby)

Como en Ciudad Gótica

Pronto quedó claro que Batman había actuado con la misma comodidad que el superhéroe de las historietas en Ciudad Gótica. La facilidad con que se desarrolló la intrusión al palacio hizo sonar todas las alarmas.

Hubo, primero, una maniobra de distracción a cargo de un grupo de padres de Fathers 4 Justice que, poco antes de las dos de la tarde, se congregó frente a la entrada principal del Palacio de Buckingham para manifestar por sus derechos. Eso distrajo a la guardia y provocó que otros integrantes del equipo de seguridad dejaran sus puestos para reforzar la custodia del lugar donde estaban los manifestantes.

Mientras esto ocurría, Batman y Robín -Dave Pyke, de 48 años- escalaron la valla exterior de un sector lateral, se introdujeron en los jardines del Palacio y, utilizando una escalera, comienzan a trepar hacia el techo de un edificio auxiliar, lindero al principal. Recién en ese momento, la seguridad detecta la intrusión y amenaza con disparar contra los intrusos vestidos de superhéroes. Al escuchar la voz de alto y la amenaza policial de abrir fuego, Pyke-Robin, que subía detrás de Hatch-Batman por la escalera, se detuvo, descendió y se entregó. En cambio, desoyendo la advertencia, su compañero siguió adelante, alcanzó el techo y desde allí la cornisa, por la que se arrastró hasta pocos metros del balcón real y desplegó el cartel.

“La policía corrió con sus armas en alto, gritando: ‘¡Alto! ¡Respuesta armada!’. Pero yo no me detuve. Estaba protestando por todas las personas que no pueden hacerlo. La adrenalina y el amor por mis hijos me impulsaron a seguir adelante”, contó después.

Hatch permaneció cinco horas sobre la cornisa, mientras desde el balcón la policía intentaba negociar con él para que se bajara. Recién cinco horas después, cuando el reloj del Big Ben marcaba las siete y veinte de la tarde, Batman aceptó bajar en una grúa “cherry-picker” que la policía había llevado hasta allí. Estaba agotado y, antes de que bajara, un policía le alcanzó desde el balcón una botella de agua. “La saqué de la heladera de la reina”, le dijo al dársela.

Después de ser llevado de vuelta al suelo en la grúa, Hatch fue subido a una camioneta de la policía y sacado del Palacio, acompañado por los aplausos de la multitud que había seguía el espectáculo que había montado.

Jason Hatch contó después que el jefe de la policía metropolitana le dijo que estuvo a 18 segundos de que le dispararan: "Pero ellos sabían que yo no era un terrorista. Los terroristas no se disfrazan de superhéroes" (Grosby)
Jason Hatch contó después que el jefe de la policía metropolitana le dijo que estuvo a 18 segundos de que le dispararan: "Pero ellos sabían que yo no era un terrorista. Los terroristas no se disfrazan de superhéroes" (Grosby)

Seguridad en crisis

Después de ser interrogados por la policía, Hatch y Pyke fueron liberados a la espera de ser sometidos a juicio. Al salir de la comisaría, fueron abordados por los periodistas, que les preguntaron cómo habían podido burlar la vigilancia del Palacio. “Somos totalmente inexpertos, solo dos tipos comunes, y si pudimos entrar quiere decir que cualquiera puede hacerlo”, contestó Robin. Batman, por su parte, explicó que todo el “trabajo de inteligencia” previo a la incursión había sido recorrer el palacio en una de las habituales visitas guiadas para turistas.

Al día siguiente, interpelado en la Cámara de los Comunes, el ministro del Interior, David Blunkett, intentó defender a la guardia del palacio diciendo que había “actuado correctamente”, pero debió reconocer que “la velocidad con la que los intrusos pudieron escalar el muro es preocupante”.

La incursión de Batman y Robin terminó de poner en crisis ante la opinión pública la seguridad de la reina Isabel y toda la familia real, porque era el último eslabón de una cadena de fallas que ya la había puesto en la mira.

En noviembre del año anterior, la seguridad real había quedado expuesta cuando un periodista del Daily Mirror consiguió trabajo en el Palacio de Buckingham como personal de servicio justo durante la visita del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, que fue invitado por la reina a dormir en la residencia. Solo fue descubierto cuando el periodista publicó un artículo sobre el asunto y aseguró que había presentado un currículum falso y que nadie había revisado sus antecedentes.

Unos meses antes, en junio, el comediante Aaron Barschahak también había puesto en ridículo a la seguridad de la familia de la reina, cuando irrumpió en la fiesta de cumpleaños del príncipe Guillermo -por entonces segundo en la línea sucesoria del trono- disfrazado de Osama ben Laden. No estaba invitado y nadie se ocupó de comprobarlo.

La policía también fue acusada de no tener en cuenta al Palacio Real como un posible blanco para las acciones propagandísticas de Fathers 4 Justice, porque la organización venía realizando una serie de demostraciones en otros ámbitos sensibles.

El 21 de octubre de 2003, los activistas Eddie “Goldtooth” Gorecki y Jonathan “Jolly” Stanesby, vestidos también como Batman y Robin, habían escalado las paredes de los Tribunales Reales de Justicia con un cartel similar al utilizado por Hatch y una semana más tarde, otro manifestante, David Chik, vestido como el Hombre Araña se subió a una grúa de 40 metros cerca del Puente de Londres.

El “ataque” más relevante había tenido como blanco al propio primer ministro, Tony Blair, a quien dos manifestantes de Fathers 4 Justice bombardearon con bolsas de harina cuando contestaba preguntas en la Cámara de los Comunes. El hecho provocó una alerta de seguridad masiva en medio de temores de un ataque terrorista y tuvo como consecuencia profundos cambios en las reglas de acceso para el Parlamento.

La incursión de Hatch fue la gota de rebalsó el vaso de la tolerancia con el servicio de seguridad de la reina. El jefe de la Metropolitana prometió revisar a fondo su funcionamiento e incrementar las medidas de protección de la familia real.

“Somos totalmente inexpertos, solo dos tipos comunes, y si pudimos entrar quiere decir que cualquiera puede hacerlo”, remarcó "Robin"
“Somos totalmente inexpertos, solo dos tipos comunes, y si pudimos entrar quiere decir que cualquiera puede hacerlo”, remarcó "Robin"

Superhéroe sí, terrorista no

En el interrogatorio policial, a Hatch le preguntaron por qué habían elegido la residencia oficial de la reina como blanco. “En Fathers 4 Justice nos dimos cuenta de que estábamos perdiendo el interés del público. Necesitábamos una idea espectacular para que la gente nos escuchara. El palacio de Buckingham fue nuestra primera opción. Y resultó”, respondió.

Fue acusado de daños criminales por romper un cable mientras se dirigía hacia el balcón principal del Palacio, pero luego la justicia retiró los cargos. A fines de septiembre de 2004 debió presentarse a una audiencia en los Tribunales Reales de Justicia, donde aceptó dejar de protestar si se le permitía ver a sus hijos, con quienes no tenía contacto desde que se había separado.

“El resultado de la protesta fue que pude volver a ver a mis hijos y ser padre, haciendo lo que hacen los padres. A veces mis hijos me preguntan sobre cómo entré al Palacio, pero ya se están aburriendo de la historia”, contó tiempo después.

Cuando le preguntaron -una vez más- si no había tenido miedo de que la policía le disparara, respondió: “John Stevens, el jefe de la policía metropolitana, dijo que estaba a 18 segundos de que me dispararan. Pero ellos sabían que yo no era un terrorista. Los terroristas no se disfrazan de superhéroes”.

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