Naomi Osaka: detrás de la nueva reina del tenis, una historia de prejuicios y esfuerzo

La número uno del WTA se crió en los Estados Unidos, pero tiene raíces haitianas y japonesas. Y una historia de película: sus padres tuvieron que vencer el racismo para estar juntos. Hoy, a los 21 años, Naomi ya ganó el US Open 23018 y el Abierto de Australia 2019, firma contratos millonarios y es la nueva sensación del tenis mundial.

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Al día siguiente de lograr el Abierto de Australia –su segundo Grand Slam consecutivo–, Naomi Osaka posó con el trofeo en las playas de Melbourne.
Al día siguiente de lograr el Abierto de Australia –su segundo Grand Slam consecutivo–, Naomi Osaka posó con el trofeo en las playas de Melbourne.

Antes de hablar de Naomi Osaka (21 años, asiática, reciente ganadora del Australian Open), la nueva sensación del tenis mundial, tenemos que contar una historia. De esas de Montescos y Capuletos. La vida del haitiano –neoyorquino por adopción– Leonard Francois y la japonesa Takami Osaka –de la isla de Hokkaido, una de las regiones más conservadoras de Japón. Ellos son los padres de la criatura.

Tamaki Osaka y Leonard François, con sus dos hijas, Naomi y Mari. El amor de la pareja fue más fuerte que la resistencia de la familia de ella.
Tamaki Osaka y Leonard François, con sus dos hijas, Naomi y Mari. El amor de la pareja fue más fuerte que la resistencia de la familia de ella.

Leonard y Tamaki se conocieron en la universidad de Sapporo –capital de Hokkaido–, donde el haitiano era toda una novedad, un bicho raro. ¿El motivo? Era el único hombre negro en un lugar con poca inmigración extranjera. Pero Tamaki vio en Leonard algo que a muchos –sobre todo a sus padres– les costó entender. Tanto, que decidió ocultar la relación durante varios años.

¿Tan conservadores son los habitantes de esta isla? Digamos, nivel Medioevo. Si no lo cree, anote: cuando cumplió 20 años, el padre de Tamaki le concertó una cita para que conociera a su posible futuro esposo. Ese día tuvo que confesarle que estaba enamorada de un negro con raíces haitianas, nacionalizado americano. ¿La reacción? "¡Esto es una deshonra para la familia…!", llegó a decir su padre. Consecuencia: la pareja decidió abandonar la isla.

¿Próxima estación? Osaka. Allí consiguieron trabajo y se asentaron. Leonard fue mejorando cada vez más su manejo del idioma, y nacieron sus dos hijas: Mari (22) y Naomi (21). Leonard siempre soñó con darles una buena vida. Y una tarde del '99, mientras miraba televisión, se chocó con el modelo a seguir: allí estaba el padre de las hermanas Serena y Venus Williams describiendo el método que utilizó para lograr que sus hijas fueran la sensación del circuito. Era por ahí.

Después de casi 25 de años en pareja, Tamaki y Leonard siguen juntos y apoyan las carreras de sus hijas, ya que la mayor también quiere triunfar en el tenis como Naomi.
Después de casi 25 de años en pareja, Tamaki y Leonard siguen juntos y apoyan las carreras de sus hijas, ya que la mayor también quiere triunfar en el tenis como Naomi.

La familia Francois-Osaka estuvo quince años sin hablarse con los abuelos japoneses. Cuando volvieron a verse, Tamaki, Bernard y las niñas –Naomi tenía once– ya se habían mudado a Long Island, donde vivían con los abuelos haitianos. El moreno había cursado un profesorado de tenis por DVD y estaban pensando en hacer las valijas para viajar a la Florida. ¿El motivo? Naomi estaba decidida a ser tenista profesional y quería mudarse a ese Estado para dedicarse full time al deporte.

Por aquellos días de 2006 viajaron a Japón a conocer a los padres de Tamaki. Naomi le contó a su abuelo materno su proyecto de ser tenista y forjar una carrera a imagen y semejanza de su ídola, la mismísima Serena Williams, pero el hombre se mofó de los proyectos de su nieta delante se los padres. "Ser tenista no es una profesión", escucharon –palabras más, palabras menos– Tamaki y Bernard. Un "visionario": en pocos años, su nieta se convertiría en la primera tenista japonesa de la historia que alcanzaba el número uno del ranking mundial.

Naomi y el trofeo del Abierto de Australia, horas después de haber derrotado a la checa Petra Kvitova. Desde ese día es la nueva número uno del planeta.
Naomi y el trofeo del Abierto de Australia, horas después de haber derrotado a la checa Petra Kvitova. Desde ese día es la nueva número uno del planeta.

Piel trigueña, pelo rizado, ojos achinados, sonrisa perfecta: Naomi Osaka es la representante perfecta del crisol de culturas. Hija de padre haitiano y madre japonesa, criada en los Estados Unidos. A la sabiduría y la templanza que le aporta su raíz nipona le suma la alegría y el optimismo con el que ha encarado las adversidades un pueblo como el haitiano. Quizá su crianza en los Estados Unidos le haya hecho correr detrás del famoso American dream y ese maridaje explique los motivos del nuevo fenómeno del tenis mundial.

¿De qué nacionalidad se considera ella? "No necesariamente siento que sea estadounidense. No sabría decir lo que se siente serlo", le explicó a The New York Times.

Mientras, elige representar a Japón en cada competencia de la que participa. Además, Naomi eligió de chica llevar el apellido materno, "como un recordatorio constante a la patria que un día representaría". Y, a pesar de todas esas señales, su estruendosa irrupción en el circuito ha generado cierto recelo entre sus colegas compatriotas.

"Para ser honesta, nos sentimos un poco distanciados de ella, porque es muy diferente físicamente, creció en un lugar diferente y no habla mucho nuestro idioma. No es como Kei Nishikori, que es un jugador japonés puro", expresó la tenista Nao Hibino.

Los padres de la criatura, con el trofeo del US Open que logró tras vencer a su admirada Serena Williams.
Los padres de la criatura, con el trofeo del US Open que logró tras vencer a su admirada Serena Williams.

En noviembre del año pasado, finalmente Naomi bajó del poster a su ídola Serena Williams, cuando le ganó la final del US Open. Aquel día, la ex número uno sintió una tremenda impotencia cada vez que fracasaba en sus intentos de doblegar a la joven de 21 años, que devolvía cada bola del otro lado y se la llevó puesta en un 6-2, 6-4. SW discutió a lo largo de todo el partido con el umpire y rompió en llanto durante la entrega de premios. Su reinado había terminado.

Era la primera final de Grand Slam, jugada y ganada, de Naomi, quien no soportó hacer llorar a su ídola y terminó consolándola. Aquel saludo fue como un traspaso del bastón de mando.
Hoy, Naomi es la figurita difícil buscada por las marcas que quieren llegar al mercado de los jóvenes. Las textiles asiáticas se matan por tener su imagen. Y, después de embolsar tres millones ochocientos mil dólares con el título del US Open, renovó su contrato con Adidas, que le pagará diez millones de dólares por temporada. ¿Qué pensará aquel abuelo ahora que su nieta es la nueva reina del tenis mundial?

Por Julián Zocchi.

Fotos: AFP e Instagram

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