La tercera temporada de Blue Lights ha consolidado a la serie como una de las producciones televisivas más destacadas del momento. Este drama policial ambientado en Belfast, que ya había captado la atención del público y la crítica en sus entregas anteriores, ha elevado aún más el listón en su última tanda de episodios, hasta el punto de ser calificada por algunos críticos como “el mejor drama de la BBC”.
La serie, que sigue la vida de agentes novatos en el Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI), ha sido comparada incluso con The Wire por su capacidad para retratar la complejidad social y criminal de la ciudad.
El éxito de Blue Lights no ha sido inmediato, pero sí constante. Su primera temporada, emitida en 2023, se convirtió en un fenómeno inesperado, mientras que la segunda logró alzarse con el Bafta a la mejor serie dramática. Ahora, la tercera entrega ha superado todas las expectativas, tanto en calidad como en ambición narrativa.
El universo de la serie ‘Blue Lights’
Los creadores Declan Lawn y Adam Patterson, que se conocieron realizando documentales sobre Belfast para Panorama, han conseguido construir un universo ficticio vibrante, pero siempre anclado en la realidad contemporánea de la ciudad. Sus guiones exploran las conexiones entre disidentes terroristas, redes de narcotráfico, trata de personas y crimen organizado, ampliando el alcance de la serie hasta convertirla en una compleja conspiración que atraviesa todos los estratos de la sociedad norirlandesa.
El nuevo arco argumental retoma tramas de las dos primeras temporadas y se adentra en territorios inexplorados delictivos. Si en entregas anteriores la acción se desarrollaba en el oeste nacionalista y el este lealista de Belfast, ahora la serie traslada parte de su foco a los barrios acomodados del sur, donde abogados, jueces y contables viven en apariencia ajenos al conflicto, pero no dudan en ensuciarse las manos.
Lawn y Patterson han reconocido que, además de The Wire, sus referentes incluyen títulos como Canción triste de Hill Street, Friday Night Lights e incluso la comedia Car Share de Peter Kay, especialmente por la intensidad de las relaciones que se forjan entre compañeros que comparten vehículo durante largas jornadas.
Agentes policiales como asesores de guion
Esta perspectiva se ve reforzada por el bagaje periodístico de ambos creadores, quienes realizan entrevistas en profundidad con agentes en activo antes de escribir cada temporada y cuentan con policías retirados como asesores. El resultado es una serie de tono duro y realista, que no rehúye mostrar la crudeza del trabajo policial. La escritora de novela negra Flic Everett ha resumido este enfoque en redes sociales: “Blue Lights es la mejor serie policial porque, cuando las demás apartan la mirada, esta permanece”.
La producción, aunque cuenta con presupuestos más modestos que otras series de prestigio, no escatima en escenas de acción: tiroteos, disturbios, emboscadas y persecuciones en coche se suceden a lo largo de la temporada.
La serie ofrece una visión inmersiva del día a día en la primera línea policial. Las unidades de respuesta rápida atienden desde crisis de salud mental hasta quejas por ruidos, manifestaciones antiabortistas y sobredosis, todo ello en un clima de hostilidad generalizada y con el reto de mantener una paz frágil.
Los protagonistas, que comenzaron como novatos, ya son policías de pleno derecho, aunque siguen aprendiendo en cada intervención. Para medios como The Guardian, se trata de la mejor representación en televisión de la policía uniformada desde Happy Valley.
El peso de la historia de Belfast
La huella del pasado de Belfast y las tensiones sectarias siguen presentes en la trama. Un ejemplo es el personaje de Annie, interpretado por Katherine Devlin, una agente católica que recibe amenazas de muerte por su profesión, incluyendo el envío de una corona negra y una bala. Esta situación la obliga a evitar visitar a su madre, gravemente enferma, y las escenas entre ambas adquieren una gran carga emotiva.
Las mujeres desempeñan un papel central en la serie, aportando profundidad y emoción. Grace, una trabajadora social reconvertida en policía a la que da vida Siân Brooke, se reencuentra con una antigua paciente, la adolescente Lindsay, que ahora está siendo explotada como mula de drogas y víctima de trata. Grace intenta que el saturado departamento de protección de menores intervenga, pero sus esfuerzos pueden poner en peligro a todos los implicados.
Aisling, procedente de Derry y encarnada por Dearbháile McKinney, comienza a mostrar un comportamiento errático tras presenciar un accidente de tráfico especialmente violento. Afectada por un trastorno de estrés postraumático, acaba tomándose la justicia por su mano en un caso de violencia doméstica.
Por su parte, la inspectora Helen McNally, jefa de comisaría, se ve arrastrada al mundo de la inteligencia policial por el veterano Paul “Colly” Collins. Sandra, la viuda del agente Gerry Cliff, asesinado en la primera temporada, debe afrontar tanto el duelo como la puesta en libertad anticipada de uno de los responsables de la muerte de su marido. Incluso la fría defensora del pueblo policial, Geraldine Gilroy, tiene su momento de reivindicación.
En el lado opuesto de la ley, se avecina un enfrentamiento entre la influyente Dana Morgan y la implacable Tina McIntyre, quien revela su carácter decidido a lo largo de la temporada. Los personajes femeninos dominan la escena, dotando a la serie de una intensidad emocional poco habitual, especialmente tratándose de un equipo de guionistas íntegramente masculino. La trama entrelaza lo personal y lo político en una ciudad marcada por las cicatrices del pasado.
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