Una mujer que estaba a punto de ser incinerada despertó en su ataúd: los médicos aseguran que está fuera de peligro

El episodio conmocionó a la opinión pública tailandesa, motivó cuestionamientos sobre los protocolos médicos y las costumbres en funerales budistas

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Una mujer despierta a escasos
Una mujer despierta a escasos segundos de ser incinerada. (Crédito: Freepik)

El reciente episodio protagonizado por una mujer tailandesa de 65 años ha estremecido a la opinión pública y ha puesto en el punto de mira la preparación para la cremación en ceremonias budistas. La historia, ocurrida el 24 de noviembre de 2025 cerca de Bangkok, refleja una sucesión de hechos insólitos que desembocaron en un rescate inesperado, cuando la mujer recobró la conciencia apenas instantes antes de su cremación.

En Wat Rat Prakhong Tham, un templo budista cercano a la capital tailandesa, todo apuntaba a que se celebraría una ceremonia fúnebre convencional. La familia de Chonthirat, la protagonista involuntaria de este acontecimiento, la había dado por muerta dos días antes, tras hallarla sin signos vitales y con una salud que llevaba dos años en deterioro. El episodio dio un giro sorpresivo cuando el director financiero del templo, Pairat Soodthoop, percibió ruidos provenientes del interior del féretro. Este hecho interrumpió la calma habitual de una mañana en el recinto religioso. El propio responsable del templo solicitó abrir el ataúd inmediatamente y observó cómo Chonthirat abría parcialmente los ojos y golpeaba las paredes internas del féretro,

Ante la ausencia de un certificado oficial de defunción, el hermano de la mujer, Mongkol, intentó trasladar el cuerpo a un hospital de Bangkok en busca de colaboración para cumplir el último deseo de su hermana: la donación de órganos. Sin embargo, sin la documentación exigida, los médicos no pudieron acceder a la solicitud.

El verdadero estado de salud de la mujer

En la desesperación por cumplir con el deseo de la fallecida y frente a la imposibilidad de avanzar en la donación, el hermano optó por llevar el cuerpo al templo Wat Rat Prakhong Tham, donde se ofrecía la cremación de forma gratuita. Allí se reiniciaron los trámites formales en medio de la consternación familiar, con la intención de proseguir con una despedida acorde a las tradiciones locales.

El funeral budista tradicional estuvo
El funeral budista tradicional estuvo a punto de realizarse. (Adobe Stock)

Tras el descubrimiento de que Chonthirat seguía con vida, los testigos procedieron a su traslado inmediato al Hospital Bang Yai. Allí, los médicos intervinieron y descartaron la hipótesis inicial de un paro respiratorio. Finalmente atribuyeron el episodio a una hipoglucemia severa que llevó a la mujer a un estado de inconsciencia tan profundo que fue confundido con un fallecimiento. Este diagnóstico destacó la importancia de una valoración médica precisa antes de la certificación de una muerte, especialmente en pacientes con enfermedades crónicas o estados debilitados.

Chonthirat fue hallada consciente, pero presentaba respiración superficial e incapacidad para comunicarse verbalmente. Este cuadro resultaba acorde con su historia clínica: llevaba dos años postrada en cama debido a un deterioro progresivo de su salud. Aunque sin capacidad plena de respuesta, logró dar señales leves de conciencia en un momento decisivo, lo que evitó un desenlace fatal.

Los rituales tailandeses en el punto de mira

Desde el entorno familiar, el shock dio paso a la incredulidad y al alivio. El hermano expresó una mezcla de emoción y sorpresa al comprobar que su hermana seguía viva. El episodio fue calificado de “milagro” ante los medios por el entorno cercano, reflejando el alivio colectivo tras momentos de máxima tensión. El episodio ocurrido en Bangkok ha generado repercusiones en medios internacionales y entre especialistas en derecho sanitario y bioética.

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Los especialistas han considerado crucial revisar los procedimientos para diagnosticar la muerte y los pasos subsecuentes de las exequias. El relato proporcionado por los encargados del templo y difundido por medios internacionales ilustra cómo pequeños detalles pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte en situaciones excepcionales. Este caso ha colocado al personal religioso en un lugar delicado, mostrando que sus tareas exceden muchas veces el mero cumplimiento de rituales y alcanzan instancias decisivas en las vidas humanas.