Los colores que serán tendencia para la decoración en 2026: adiós al blanco y al negro

Durante años, la supremacía del blanco en las cocinas logró instalarse como una fórmula casi universal. Este color aportó luminosidad, sensación de amplitud y un perfil atemporal. Este color se convirtió en el favorito de quienes buscaban claridad y simplicidad en la decoración. Las superficies blancas se mantuvieron entre las más elegidas, tanto para ambientes espaciosos y bien iluminados, como para cocinas pequeñas que requerían maximizar la luz natural.

Pese a ese dominio histórico, la tendencia comenzó a mutar ante la necesidad de imprimir mayor confort, personalidad y un carácter sensorial en los espacios. La visión monocromática asociada a cocinas blancas empezó a verse limitada frente al deseo de ambientes más acogedores y con vida propia. A partir de 2026, según especialistas consultados, el auge de los colores neutros y fríos retrocede en favor de paletas cálidas, ricas y con matices. Esta renovación no implica abandonar completamente el blanco, pero sí reducir su papel protagónico a favor de nuevas propuestas.

La presencia del negro, aunque menos extendida, también cede terreno. Se opta por matices intermedios y combinaciones con materiales como la madera o la piedra que enriquecen la atmósfera y evitan la sensación de frialdad excesiva. El cambio tiene su base en una redefinición de la cocina: dejar de ser exclusivamente un espacio utilitario para transformarse en una verdadera estancia de reunión y bienestar. Ese proceso impulsa una revisión profunda de las gamas cromáticas y sus aportes emocionales.

La nueva tendencia: los colores tierra y los tonos cálidos

El protagonismo de los tonos tierra y topo surge como representante de una generación. Las principales voces del diseño de interiores identifican en estos colores un puente entre funcionalidad y calidez. El amarillo oca, los tostados y los matices arenosos se integran en muebles, revestimientos, paredes y detalles decorativos. Lejos de la rigidez de los patrones previos, estas opciones facilitan una mayor variedad estética y una adaptación sencilla a diferentes estilos de vivienda.

La calidez se convierte en objetivo prioritario. Maderas naturales o pintadas a mano, superficies con acabados suaves y armonía cromática responden a la nueva mentalidad. Los tonos topo, incluidos el arena, el visón claro y el piedra ahumado otorgan una elegancia discreta y la posibilidad de construir espacios con identidad propia sin renunciar a la funcionalidad.

La arquitecta Mónica Diago resalta la capacidad de estos colores para transmitir una atmósfera acogedora, ya sea en cocinas grandes o en ambientes compactos. Los tonos cálidos permiten combinaciones con encimeras veteadas en tonalidades claras y porcelánicos suaves, reforzando un aire contemporáneo que evita la estridencia. Esta tendencia responde a un cambio en la manera de habitar la cocina, más allá de la función culinaria, se convierte en un escenario para conversar, relajarse y compartir.

Los consejos de las expertas

Pils Ferrer, arquitecta, aborda la cuestión desde una perspectiva más profunda: identificar la cocina como un salón más de la casa abre la puerta a paletas personalizadas. Se suman aquí los verdes profundos, terracotas, azules suaves y el uso destacado de maderas con carácter. El criterio común entre los expertos anima a construir capas y jugar con combinaciones. La mezcla de colores y texturas favorece diferentes atmósferas, capaces de adaptarse a reuniones familiares o instancias de trabajo y relajación. Encimeras claras, detalles en madera y la incorporación de textiles contribuyen a reforzar ese clima evolutivo que define a la cocina del futuro.

En cambio, Chone de la Sotilla, interiorista, señala que el blanco conserva su vigencia en ciertas situaciones, sobre todo para cocinas de escasa luz o tamaño reducido, pero considera inevitable la migración hacia opciones como el verde y las maderas artesanales, que añaden valor mediante una calidez única. Por lo que la tendencia está clara: todo se basa en la creación propia alejándose de los colores de siempre, aunque tengan cierta presencia inevitable.