Ni caminar ni correr: la actividad que recomienda Harvard para que las personas mayores de 55 años se mantengan sanas y fuertes

Al integrar equilibrio, postura, respiración y coordinación en cada sesión, este ejercicio logra un fortalecimiento del cuerpo

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Un grupo de karatekas en
Un grupo de karatekas en clase (AdobeStock)

La edad no es excusa para evitar el ejercicio. Existe una actividad física que podría ofrecer múltiples beneficios para la salud para aquellas personas que ya han alcanzado o sobrepasan los 55 años. Este ejercicio recomendado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard se aleja en buena medida del deporte tradicional.

A diferencia de las rutinas convencionales de ejercicio, como puede ser caminar las artes marciales suaves, como el Tai Chi, el Aikido, el Wing Chun y versiones adaptadas de Jiu Jitsu, se centran en movimientos lentos y deliberados que involucran tanto el cuerpo como la mente. Estas disciplinas favorecen patrones precisos y controlados, lo que permite que las articulaciones toleren la práctica sin sobrecargas, mientras los reflejos se entrenan para responder con calma y eficacia.

El enfoque de estas prácticas va más allá de la simple actividad física. Al integrar equilibrio, postura, respiración y coordinación en cada sesión, se logra un fortalecimiento global del cuerpo. El trabajo de desplazamientos controlados, posturas y resistencias ligeras activa los músculos estabilizadores, lo que reduce la probabilidad de caídas y devuelve la confianza en situaciones cotidianas como subir escaleras, caminar por mercados o transitar aceras concurridas.

La adaptabilidad es una de las características más valoradas de estos ejercicios, cuentan desde Harvard. Los instructores pueden modificar posturas, acortar rangos de movimiento y eliminar impactos para quienes presentan molestias en rodillas o espalda. Los principiantes avanzan a través de secuencias simples que, con el tiempo, se enlazan de manera fluida. La concentración requerida durante la práctica contribuye a disminuir el estrés, generando una sensación de calma y desafío mental sin recurrir al agotamiento físico.

Mejora del equilibrio, la memoria y el sueño

El desarrollo del equilibrio se potencia cuando los pies aprenden a posicionarse con claridad y la mirada acompaña los desplazamientos suaves. La propiocepción se activa a medida que el peso corporal se distribuye entre el talón, la planta y los dedos, mientras el sistema vestibular recibe estímulos seguros y constantes. El uso de espejos, señales táctiles y breves pausas refuerza la alineación, lo que ayuda a mantener la organización del movimiento incluso en situaciones de la vida diaria que exigen rapidez o atención.

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La memoria y la coordinación también se ven beneficiadas. Las secuencias de movimientos enlazados desafían la capacidad de recordar y perfeccionar el ritmo, lo que agudiza la memoria a medida que el cerebro repasa los patrones. Estas actividades permiten rotar el tronco sin torsiones bruscas y flexionar las caderas para proteger la columna vertebral. La respiración se estabiliza y la frecuencia cardíaca aumenta de manera moderada, lo que favorece la resistencia sin provocar dolor ni lesiones por sobreuso.

La calidad del sueño también mejora gracias a la respiración pausada durante la práctica y a la reducción del estrés posterior. Asimismo, las sesiones grupales aportan contacto social y estímulo, lo que disminuye la sensación de aislamiento. Esta actividad funciona también como un espacio de encuentro, lo que refuerza la motivación. Numerosos adultos mayores reportan menos molestias físicas, mejor estado de ánimo y mañanas más llevaderas tras incorporar estas rutinas, según Harvard.