
Que los niños acudan a los juzgados no es agradable, pero por desgracia existen ocasiones en las que es necesario. Ya sea como víctimas o como testigos, muchos menores pasan cada año por diferentes tribunales de España.
Un proceso que no es fácil, ya que además en muchas ocasiones arrastran patologías psicológicas o físicas, y los juzgados no son siempre los espacios más acogedores para la mente de un niño.
Por eso, desde Galicia ha nacido un proyecto que de alguna manera busca hacerles más cercano y amigable un proceso ya de por sí muy complicado. La idea nació a finales del año pasado, cuando la jueza decana de Santiago de Compostela, Sandra María Iglesias Barral, acudió a una gala de Navidad organizada por la Fundación Andrea.
Esta asociación, cuyo nombre rinde homenaje a la hija de su presidenta, Charo Barca —que falleció con tan solo ocho años tras sufrir una parálisis cerebral—, lleva años luchando por apoyar a niños con enfermedades de larga duración, crónicas o terminales. Entre sus acciones se encuentra la de acomodar los espacios pediátricos para los más pequeños.
Esto sedujo a la decana y les pidió que si podían llevar a cabo un proyecto parecido en los tribunales. “Muchos de los menores que se ven inmersos en procesos judiciales llegan arrastrando diferentes patologías, a veces emocionales y a veces físicas, al ser muchos casos de maltrato y demás supuestos”, explica Charo Barca a Infobae España.
Desde el vestíbulo a la sala de espera
El proyecto se ha llevado a cabo en los juzgados de Santiago de Compostela, cuya sala se ha estrenado este martes 7 de octubre, pero pronto se aplicará en los de Pontevedra y Lugo. “Creamos desde la entrada del vestíbulo del propio juzgado un camino de vinilos en el suelo de hojitas que les lleva a los niños hasta un punto de encuentro que ya tiene ese carácter infantil”, relata la presidenta de la Fundación.
“Ahí les reciben las personas que les van a acompañar y les van a asistir” y les llevan al punto fuerte del proyecto: una sala de espera acondicionada para ellos. “Está dentro de un tribunal, pero no te sientes en un tribunal”, explica.
“Hemos vinilado todas las paredes, hemos puesto un mobiliario acorde con el vinilado de las paredes, con árboles, flores, hojas, y este mismo formato lo hemos aplicado en las mesas en los que ellos van a estar sentados, esperando y donde se les va a estar atendiendo”, continúa Barca.
El espacio se ha llenado también de juguetes y libros y un mobiliario cómodo para los niños. También se han puesto unos ventanales para que puedan ver un jardín que se encuentra en el exterior, pero que “al mismo tiempo no se les ve desde fuera, para proteger también su intimidad”.
Tres cuentos para niños
El proyecto se cierra con “la publicación de tres libros en formato de cuento, en los que les explicamos cuál es el proceso que se vive cuando llegas a un procedimiento judicial como menor. Hemos hecho un cuento de hasta siete años, otro a partir de siete años, para dos situaciones diferentes y creemos que va a ser un gran apoyo”.
Los textos de los cuentos están escritos por la propia jueza decana, Sandra Iglesias Barral, y están ilustrados por Iria Bermúdez, colaboradora de la Fundación Andrea y que ya tiene varios cuentos publicados.

Estos tres se encuentran “ahora mismo en edición, en la imprenta” y llegarán en unas tres semanas. “Vamos a imprimir mil unidades de cada uno de ellos y nuestro objetivo es distribuirlo por todos los juzgados en los que se atienda a menores o que haya menores que estén inmersos en algún proceso judicial”, asegura Charo Barca.
Beneficios desde el punto de vista anímico
Desde la Fundación explican que decidieron aceptar el proyecto porque entendieron que iba a “tener un impacto muy positivo”, no solo en “los menores que llegan a estas salas con algunas patologías crónicas o de larga duración, sino a todos los demás que simplemente están pasando un proceso complicado o viviendo una situación difícil y que, pues esta sala les va a beneficiar también en este punto de vista anímico”.
“Hay estudios que avalan que el impacto que en los hospitales que producen las salas humanizadas o ‘dulcificadas’, como nosotros las llamamos, repercuten muy positivamente en acortar el tiempo de mejoría para las patologías que tienen los niños hospitalizados”, explica.
Por eso esperan que “este mismo impacto, aunque no tenemos ningún estudio que nos lo avale, nos ayude también dentro del ámbito de los juzgados, el tener estas salas pensadas para los niños para que puedan vivir de una manera menos estresante todos estos procesos”.
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