A todos nos ha pasado: tener un mal día y solo querer tirarnos en el sofá, poner una serie de fondo y a la vez ver vídeos infinitos en TikTok. Pero esto está mal. El doctor Manuel Sans Segarra ha lanzado una advertencia en el pódcast Tengo un plan sobre las consecuencias de entregarse pasivamente a las pantallas y ha dejado en evidencia la época en la que vivimos: una que está marcada por el ritmo acelerado y y la exposición constante a estímulos digitales. El reconocido especialista en salud mental fue enfático: “El peor que puede hacer un ser humano es sentarse en el sofá frente a la televisión y tragarse lo que sea, porque te olvidas de hacer funcionar la mente”. Esta afirmación viene respaldada por años de experiencia en el campo y por una trayectoria respetada tanto a nivel nacional como internacional.
Para Segarra, la salud mental no es una cuestión secundaria ni un mero complemento al bienestar físico; sostiene que resulta fundamental para poder aprovechar cualquier otro aspecto de la vida. Subraya que sin un estado mental saludable, “todas las demás cosas carecen de sentido, no importa lo que comas o los avances que consigas en lo profesional si la cabeza no está en su sitio”. La presión social por ser productivos y estar permanentemente conectados ha hecho, según el experto, que se normalice la desconexión emocional y el descuido de la mente, dejando de lado su ejercicio y cuidado sistemático.
El especialista advierte sobre el riesgo de caer en la evasión a través de las pantallas. Actividades tan comunes como “el scroll infinito en el móvil” o encender la televisión para consumir contenido sin filtro terminan, según Segarra, adormeciendo la actividad cerebral e impidiendo el desarrollo pleno de nuestras capacidades. En sus palabras, este hábito “apaga la mente y hace que deje de funcionar, lo que no es recomendable si queremos mantener el cerebro joven”.
Los tres pilares fundamentales, según Segarra
Para contrarrestar estos efectos, Segarra propone tres grandes pilares. El primero es mantener una vida saludable. Esta recomendación incluye una alimentación equilibrada, tanto en cantidad como en calidad, y la práctica regular y consciente de ejercicio físico. Según el médico, cualquier modalidad deportiva resulta válida siempre que se realice de forma constante y sensata.Además, advierte sobre los peligros de iniciar rutinas deportivas de manera obsesiva o abrupta: “Puede ser perjudicial intentar pasar de cero a cien al principio, como ocurre a menudo”.
El segundo pilar consiste en fomentar la actividad intelectual. Segarra lo describe como un proceso en el que no basta con repetir las mismas acciones cotidianas; recomienda incorporar ejercicios que desafíen a la mente, como leer, memorizar, estudiar, tocar algún instrumento musical o incluso viajar y exponerse a nuevas experiencias. Para el doctor, “lo importante es no hacer siempre lo mismo, hay que mantener el cerebro en movimiento con retos nuevos para que siga trabajando y así pueda mantenerse joven y activo”.
El tercer aspecto fundamental, aunque frecuentemente subestimado, es la vida social. Según sus declaraciones, Segarra sostiene que “el intercambio de energía con los otros es lo que mantiene y desarrolla nuestras capacidades neurológicas”. En este sentido, el contacto humano y la interacción frecuente se presentan como catalizadores para el mantenimiento de la salud cerebral y emocional.
El riesgo de perder el rumbo
El mensaje que Segarra transmite insiste en la necesidad de no vivir en “piloto automático”. Según sus reflexiones, cuando se abandona el control y la intencionalidad sobre la vida mental y emocional, se corre el riesgo de perder el rumbo personal y el sentido de las relaciones y actividades cotidianas. Remarca la relevancia de fortalecer la mente, aseverando que el ejercicio mental es tan crucial, o incluso más, que el cuidado del cuerpo físico.
De este modo, mientras la sociedad sigue apostando por la hiperconectividad y el consumo rápido de información y entretenimiento digital, el doctor Segarra invita a frenar y prestar atención a las verdaderas necesidades del cerebro. Así, la recomendación es no sustituir el compromiso con la salud mental por la comodidad de las pantallas, sino adoptar rutinas que desafíen, estimulen y fortalezcan la mente. Dedicar tiempo a pensar, sentir y compartir con otros es lo que de verdad sostiene un estado de bienestar integral, y abandonar estas prácticas puede tener un alto precio en términos tanto emocionales como físicos.
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