
Gustan a niños y mayores y su consumo es uno de los más extendidos en todo el mundo. Las mandarinas son una fruta deliciosa que, además, cuenta con un impresionante perfil nutricional que las convierten en una opción ideal para incluir en la dieta diaria. Estas frutas, pequeñas joyas cítricas, son ricas en vitamina C, fibra y antioxidantes, compuestos que ayudan a fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la digestión y proteger el corazón.
La Fundación Española de Nutrición (FEN) recoge en sus informes la composición nutricional de la mandarina, así como los beneficios que puede tener para nuestro organismo. Esta fruta contiene 43 calorías por cada 100 gramos, lo que la convierte en un alimento con un bajo contenido calórico para aquellas personas que buscan controlar su ingesta calórica o seguir una dieta de control de peso. Este bajo aporte calórico se debe a su alto contenido de agua y fibra, lo que proporciona saciedad sin una ingesta significativa de calorías.
Asimismo, el consumo regular de mandarinas puede proporcionar numerosos beneficios para la salud. Su principal componente vitamínico es la vitamina C, un nutriente clave para fortalecer el sistema inmunológico. La vitamina C actúa como antioxidante, ayudando a proteger las células contra el daño causado por los radicales libres, compuestos inestables que pueden dañar las células y contribuir al desarrollo de enfermedades. Además, son una excelente fuente de fibra dietética, que es fundamental para el correcto funcionamiento del sistema digestivo.

En definitiva, hablamos de una fruta llena de bondades, ideal para introducir en nuestra dieta como snack, almuerzo o merienda o también como pieza de fruta al acabar las comidas. Sin embargo, y a pesar de ser uno de los frutos más consumidos, son muchos los que al hacerlo cometen un error clave que impide aprovechar por completo todas sus propiedades. Así lo explica la tecnóloga de alimentos y especialista en seguridad alimentaria Cristina Lora, en su cuenta de divulgación a través de Instagram (@nutret_divulgacion).
Por qué no deberíamos quitar el albedo de la mandarina
“Hay dos Españas ahora mismo, las que se comen estas hebritas y estos pelitos blancos y las que lo quitan porque le da un poquillo de asco”, comienza explicando la experta. Cristina Lora hace referencia así a esas pequeñas hebras o filamentos de color blanco que rodean los gajos de las mandarinas, una parte de la fruta que una gran mayoría de nosotros retiramos antes de comerla.
No obstante, la especialista explica en su vídeo que estas fibras blancas son una de las partes más beneficiosas de la fruta, por lo que bajo ningún concepto deberían retirarse. “Estas hebritas blancas se llaman albedo y es la parte más saludable que tiene la mandarina. Contiene hasta 20 veces más compuestos fenólicos que los gajos, que son antioxidantes, y un alto contenido en pectina que es fibra, que hace que reduzcan los niveles de colesterol LDL en sangre. Así que, amiga, no las tires y cómetelas”, señala Lora.
Estos albedos, comunes en los cítricos como la mandarina, la naranja o el limón, se encuentran también en otras frutas como el plátano. También en este caso conviene ingerirlo y no retirarlo, pues potenciará los efectos beneficiosos del fruto.
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