
Un histórico evento que reúne cada año a la familia real británica en la finca de Sandringham podría correr peligro y el rey Carlos III está preocupado por esta situación. Según adelanta The Sun, la tradicional cacería de faisanes que cada Navidad agrupa a los Windsor en los terrenos de la finca de Norfolk podría quedar este año suspendida.
Esta cacería, conocida como Boxing Day, se trata de una costumbre que data de varias generaciones y que, más allá de su componente lúdico, se ha convertido en toda una postal de la Navidad británica, acompañada de la tradicional sesión de fotografías junto a la familia en el campo durante el 25 de diciembre.
En los últimos días, han trascendido señales de alarma sobre la posible cancelación de esta cita. Según el citado medio, una notable reducción en la población de faisanes en Sandringham ha puesto en jaque la organización del evento. Tradicionalmente, estas aves se crían en la misma finca precisamente para asegurar la continuidad de la cacería, que suele contar con la participación de varios miembros ilustres de la familia Windsor y de allegados de confianza. Este año, sin embargo, los faisanes no abundan y los responsables de la finca temen que la jornada no pueda celebrarse.
La situación ha generado desconcierto en el entorno real. Varios factores han contribuido a la escasez de aves, aunque desde el Palacio de Buckingham han optado por no ofrecer declaraciones sobre el asunto. La reacción del rey Carlos III tampoco ha pasado inadvertida. Según fuentes que recoge el medio británico, el monarca se ha negado de forma tajante a la propuesta de suplir la falta de faisanes importando ejemplares de criaderos ajenos. “Fue un desastre total. Ni pájaros ni explosiones, solo caras rojas. El rey no lo permitió”, señala una fuente presente en la finca.

La caza de faisanes no es solo una tradición, también es una pieza clave en la imagen pública de la familia real, que cada año debe encontrar el punto de equilibrio entre la conservación de los usos históricos y la sensibilidad medioambiental y social. En la actualidad, la caza en Sandringham tiene lugar en áreas cada vez más apartadas de la propiedad, lejos del alcance visual de carreteras y caminos públicos, en un intento por reducir las protestas de grupos animalistas y proteger la privacidad de los participantes.
Carlos III y la caza
La relación del rey Carlos III con la caza resulta llamativa y ha cambiado en parte con el paso del tiempo. Criado en Sandringham y heredero directo de una afición que ya defendían sus padres y abuelos, el monarca supo organizar, de joven, grandes partidas de caza en la finca. Sin embargo, sus posiciones ecologistas y su imagen de defensor del medio ambiente han generado especulación sobre la continuidad de este tipo de actividades bajo su reinado.
La duda sobre si se mantendrá la caza real en el futuro se instala cada vez con más fuerza en los medios británicos. El experto en temas de realeza Duncan Larcombe declaró a la revista OK! que “los días en que la realeza disparaba pájaros el día de San Esteban por pura emoción podrían estar contados”. A su juicio, el actual monarca tiene un ojo puesto en la opinión pública, más inclinada ahora a juzgar la sostenibilidad y ética de las viejas costumbres reales. “La familia está más centrada en el mensaje que en la tradición, y el rey sabe que el público observa de cerca”, destacó Larcombe.
A pesar de la polémica, la eventual suspensión de la caza afecta no solo a la familia real, sino también al funcionamiento cotidiano de la finca. En Sandringham trabajan más de 200 personas, entre guardabosques, agricultores y personal de servicio rural. Según Larcombe, el empleo en zonas rurales supone una preocupación relevante para Carlos III, que no toma con ligereza decisiones que puedan afectar a la economía y a las tradiciones de la comunidad que rodea la finca.
Por el momento, nadie en la Casa Real ha confirmado ni desmentido si la tradicional caza navideña quedará definitivamente fuera del calendario este año, en medio de un pulso entre el peso de la historia y la estricta observancia del medio ambiente. Mientras tanto, el debate sobre el futuro de esta costumbre se aviva en el Reino Unido.
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